Modificación crucial de Juan de la tradición escatológica

Cuando pasamos al Evangelio de Juan descubrimos no sólo una familiaridad y aceptación de esta comprensión tradicional de «vida» en la «edad venidera», sino también una modificación crucial de ella. Allí Jesús dice, en lenguaje que casi reproduce Daniel 12:2: «… todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados» (Jn 5:28–29).70

Jesús también habla de aborrecer la vida de uno «en este mundo» y guardarla así para «vida eterna» de una manera que casi duplica el contraste tradicional entre «este siglo» y «la edad venidera» (12:25; cf. Mr 10:30; Lc 18:30).71 De manera similar habla en lenguaje tradicional de la resurrección de los muertos en «el día final» (Jn 6:39, 40b, 44b, 54b; cf. 12:48).

La diferencia crucial entre el uso de este concepto en el Evangelio de Juan y su uso en textos tradicionales judíos y cristianos está en la manera enfática en que Juan afirma que la «vida eterna» se realiza en el presente, antes de la muerte física o del «día final». En 4:36, usando la ilustración de la siega que la tradición conecta con la restauración escatológica o juicio (Is 27:12; Am 9:13; Jl 3:13; Mt 13:30, 39–42; Ap 14:15–16), Jesús dice que «ya el segador recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna».72

De modo similar, en Juan 6:40 Jesús les dice a las multitudes de Galilea que todo el que ve y cree en el Hijo tendrá «vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final». Aquí, el orden tradicional de sucesos: resurrección en el último día y la vida eterna subsiguiente, está invertido. Para Juan, la vida eterna está disponible en el presente para los que creen en el Hijo de Dios, y su resurrección de los muertos seguirá «en el día final». Aunque Juan afirma la resurrección final de los muertos, su énfasis recae en la disponibilidad en el presente de una vida que la muerte no puede interrumpir. De este modo Jesús puede decir más adelante en el Evangelio: «Ciertamente les aseguro que el que cumple mi palabra, nunca morirá» (8:51).

De modo similar, en Juan 11:21–29 Marta expresa su desilusión porque Jesús no vino más rápidamente cuando oyó que su hermano Lázaro, ahora muerto, estaba gravemente enfermo (11:21). Cuando Jesús le dice que su hermano volverá a vivir (11:23), Marta comprensiblemente toma esto como refiriéndose a la expectativa tradicional de que en el día final Lázaro estará entre los justos resucitados (11:24). A esto, sin embargo, Jesús responde que él es la resurrección y la vida. Esto quiere decir, continúa él, que los que creen en él ya han entrado en un estado de vida que la muerte física no puede perturbar (11:25–26). Este comentario recaba de Marta precisamente la confesión que, según la declaración de propósito de Juan, expresa fe y conduce a la vida:73

Marta (11:27)
Juan (20:31)
Yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.
Éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.

Con esta confesión Marta ha pasado a un estado de vida que continuará eternamente, y que incluso su propia muerte no interrumpirá. De nuevo, Juan ha hecho una separación entre la vida eterna y el día final y la ha hecho retroceder al presente por la fe en Jesús como Hijo de Dios. Debido a que esta «vida» sobrevive a la muerte física, incluso la resurrección de los muertos ha retrocedido, hablando metafóricamente, al presente. Como para hacer énfasis en que una realidad está detrás de la metáfora, Juan concluye este diálogo con un relato de como Jesús trajo a Lázaro físicamente de vuelta a la vida por su palabra (11:43–44).

La expresión más clara de este cambio dramático en la expectativa escatológica tradicional ocurre en 5:24–25, en donde Jesús dice:

Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida. Ciertamente les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán.

Aquí, al mismo tiempo que Juan afirma una resurrección futura y final, también asevera que con la aparición y enseñanza de Jesús la vida eterna y la resurrección en cierto sentido han sido separadas del día final y han pasado al presente. Ahora es posible pasar —en el presente— del estado de muerte al estado de vida al oír y creer en la palabra de Jesús. Como Jesús lo dice en la oración que concluye sus discursos de despedida: «Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado» (17:3). Siendo que este conocimiento es posible en el presente, es posible tener vida eterna en el presente.

También es posible para los que no creen experimentar en el presente la condenación que, en la escatología tradicional, sucede en el futuro. En el pensamiento tradicional el opresor y pecador puede esperar un futuro de vergüenza, confusión perpetua y destrucción eterna (Dn 12:2; S. Salom. 3:11; Mt 25:46; Ro 2:7–8). Juan afirma esta condenación futura en la resurrección para «los que han practicado el mal» (5:29), pero su énfasis recae en la convicción de que esa condenación (3:18) y el derramamiento de la ira de Dios (3:36) ya ocurren en el presente para los que no creen en Jesús. La afirmación positiva en 5:24 en cuanto a los que creen y pasan de muerte a vida en el presente implica, negativamente, que los que no creen son dejados en un estado de muerte. El mismo pensamiento aparece en 8:21, 24, en donde Jesús le dice a un grupo hostil de fariseos que debido a que ellos no entienden su origen celestial morirán en sus pecados.

En resumen, Juan afirma que con la venida de Jesús, elementos de la expectativa tradicional en cuanto a la vida eterna, condenación e incluso la resurrección de los muertos, han retrocedido de la «resurrección» futura y del «día final» al presente. La hora no meramente viene sino que «ahora es» cuando, por la voz del Hijo de Dios, Dios resucita a los muertos (5:25; cf. 4:23).

70 Nils A. Dahl, «“Do Not Wonder!” John 5:28–29 and Johannine Eschatology Once More», en The Conversation Continues: Studies in Paul and John in Honor of J. Louis Martyn, ed. Robert T. Fortna y Beverly R. Gaventa (Abingdon, Nashville, 1990), 322–36, aquí en 326.

71 Dodd, Interpretation, 146; Ashton, Understanding, 215.

72 Schnackenburg, St. John, 1:450–51; Brown John I–XII, 182; Beasley-Murray. John, 63.

73 El lenguaje correspondiente aparece en cursivas.

Thielman, F. (2006). Teología del Nuevo Testamento: Síntesis del Canon del Nuevo Testamento (pp. 193–195). Miami, FL: Editorial Vida.

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