Si es cierto que donde Jesús estaba presente, Dios estaba presente, entonces ¿qué había venido Dios, en Jesús, a hacer? Marcos salpica en su narrativa varias referencias explícitas a las razones para la venida de Jesús. Él «vino» para destruir el poder de los demonios (1:24), para predicar las buenas nuevas de que el reino de Dios estaba cerca (1:38; cf. 1:14–15), para llamar a los pecadores y no a «los justos» (2:17) y para morir como rescate «por muchos» (10:45).34 Estas cuatro afirmaciones de propósito abarcan los dos propósitos principales para la venida de Jesús en el Evangelio de Marcos: traer el largamente esperado reino de Dios y morir por los pecadores.
Jesús proclama y establece el reino de Dios
Marcos muestra de varias maneras, tanto abierta como sutilmente, que creía que Jesús cumplía las promesas de Isaías de que Dios restauraría la fortuna de su pueblo y reinaría sobre ellos con justicia. Marcos empieza su Evangelio con un mosaico de citas bíblicas de Éxodo 23:20, Malaquías 3:1 e Isaías 40:3, pero Marcos atribuye toda la colección a Isaías. De esta manera, alerta al lector a la importancia de la descripción de Isaías de que Dios haría volver a su pueblo del exilio a Jerusalén para comprender la significación de los eventos que está a punto de narrar. Juan el Bautista cumplirá el papel de Elías según Malaquías 4:5 y preparará el camino para que Dios dirija a su pueblo, en un nuevo Éxodo, fuera de su exilio a una Jerusalén restaurada.35 Como Isaías 40:1–5 lo dice:
¡Consuelen, consuelen a mi pueblo! —dice su Dios—.
Hablen con cariño a Jerusalén,
y anúncienle
que ya ha cumplido su tiempo de servicio,
que ya ha pagado por su iniquidad,
que ya ha recibido de la mano del Señor
el doble por todos sus pecados.
3 Una voz proclama:
«Preparen en el desierto
un camino para el Señor;
enderecen en la estepa
un sendero para nuestro Dios.
4 Que se levanten todos los valles,
y se allanen todos los montes y colinas;
que el terreno escabroso se nivele
y se alisen las quebradas.
5 Entonces se revelará la gloria del Señor,
y la verán todas las personas.36
El Señor mismo lo ha dicho.»
En Jesús, Dios estaba realizando esta liberación escatológica de su pueblo. Marcos muestra esto de varias maneras. En el bautismo de Jesús Dios abre los cielos y desciende como el lamento de Isaías 64:1 le insta a hacerlo (Marcos 1:10); cuando hace esto, reconoce a Jesús como su Hijo en palabras que recuerdan la descripción de Isaías 42:1 del Siervo de Dios que liberaría a Israel: «Éste es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu, y llevará justicia a las naciones» (cf. Mr 1:11).37
Jesús entonces pasa de inmediato cuarenta días en el desierto (1:13) —lugar donde, según Isaías 40, Dios aparecería para restaurar a su pueblo— y, como para poner en acción el «nuevo éxodo» que Isaías profetizó, emerge del desierto como el mensa Jero de Isaías 52:7 (cf. 62:1), para traer las buenas noticias de Dios (Mr 1:14).38
Marcos resume las «buenas noticias» (euangelion) que Jesús «vino» a predicar (1:38) en términos de la llegada o cercanía del «reino [basileia] de Dios» (1:15). Lo que esta frase significa precisamente y el sentido en el cual el reino de Dios «está cerca» (engiken) ha sido tema de toda una biblioteca virtual de debates académicos.39 A la luz de la cita explícita de Isaías con la que Marcos empieza su Evangelio y las claras alusiones a Isaías por todo el prólogo de su Evangelio, sin embargo, puede haber escasa duda de que entendía la proclamación de Jesús del reino de Dios en términos de Isaías.
Cuando Isaías hablaba de que Dios restaurará a su pueblo, a veces usó lenguaje similar al lenguaje que Marcos usa para resumir la predicación de Jesús.40 Isaías 52:7–10 resume la liberación del pueblo de Dios de los babilonios, que han sido el enfoque del profeta desde 40:1. En 52:7 muestra a un mensajero que anuncia las «buenas noticias» (LXX, euangelizomenou) de que el Dios de Sion «reina» (LXX, basileusei).41 En Isaías, Dios también puede hablar de la restauración inminente de su pueblo como «Mi justicia no está lejana» (LXX, engisa; Is 46:13; cf. 51:5; 56:1). Marcos parece haber entendido la proclamación de Jesús de la cercanía del reino en esos términos. Jesús anunció que el tiempo de espera por la restauración profetizada por Isaías se había cumplido; el reino de Dios se había acercado en la predicación de Jesús.42
No era suficiente que Jesús meramente «predicara» estas buenas noticias, sin embargo; su misión también era poner en efecto esta restauración largamente esperada. Por consiguiente, como Dios en Isaías 40–66, cuyo brazo está extendido como el de un guerrero para presentar batalla contra los enemigos de su pueblo (Is 40:10; 42:13–17; 49:24–26; 51:9–11; 52:10) y dirigirlos en «el camino» para salir del exilio y de regreso a Jerusalén (Is 35:8–10; 40:3; 42:16; 43:16, 19; 49:9, 11; 57:14), Jesús conquista a los demonios en 1:16–8:26 y después en 8:27–11:1 dirige a sus discípulos en «camino» a Jerusalén.43 De modo similar, tal como Dios en Isaías 35:5–10 restaura la vista a los ciegos, oído a los sordos, y fortalece a los cojos antes del retorno jubiloso de Israel a Sion por el «camino de santidad», Jesús les da vista a los ciegos (8:22–26; 10:46–52), oído a los sordos (Mr 7:31–37; 9:13–29), y fuerza a los cojos (2:1–12) antes y durante su recorrido con sus seguidores por el «camino» a Jerusalén.44
Para Marcos, por consiguiente, la proclamación de Jesús del reino de Dios y su establecimiento de este reino mediante exorcismos, curaciones y alimentaciones fueron todas señales de que por Jesús, Dios había visitado a su pueblo para efectuar la restauración que Isaías había prometido.
34 Siguiendo a, por ej., C. E. B. Cranfield, The Gospel according to Saint Mark (CGTC; Cambridge Univ. Press, Cambridge, 1959), 89–90, 106, y Marcus, Mark 1–8, 203–4, antes que, por ej., Robert A. Guelich, Mark 1–8:26 (WBC 34A; Word, Dallas, 1989), 70, y Gundry, Mark, 100.
35 Watts, Isaiah’s New Exodus, 53–90; cf. Joel Marcus, The Way of the Lord: Christological Exegesis of the Old Testament in the Gospel of Mark (Westminster John Knox, Louisville, 1992), 12–47, y Martin Hengel, The Four Gospels and the One Gospel of Jesus Christ (Trinity Press International, Harrisburg, Pa., 2000), 158–61.
36 En todo este libro haré modificaciones menores al texto de la NVI, usando palabras tales como «personas» en lugar de «humanidad» que usa la NVI. En su mayor parte, estas se basarán en la NRSV.
37 Watts, Isaiah’s New Exodus, 102–18.
38 Sobre la significación mesiánica de la tentación de Jesús en el desierto, ver Guelich, Mark 1–8:26, 39–40.
39 Ver el estudio en G. R. Beasley-Murray, Jesus and the Kingdom of God (Eerdmans, Grand Rapids, 1986), 71–75.
40 Watts, Isaiah’s New Exodus, 96–102.
41 Aunque Marcos usa sustantivos en donde la LXX usa verbos, la similitud conceptual entre Mr 1:14–15 e Is 52:7 sigue siendo clara.
42 Pensamientos de la restauración que profetizaba Isaías estaban evidentemente presentes en las mentes de otros durante la era de Marcos. Ver, por ej., S. Salom. 11:1, producido durante el primer siglo a.C.
43 Marcus, Way, 29–33. La significación de «el camino» que Jesús allana para los propósitos divinos restauradores es evidente en 1:3; 8:27; 9:33–34; 10:17, 32, 46, 52. Sobre el uso de Marcos de la imagen de Dios como guerrero en Isaías ver Kee, «Function of Scriptural Quotations», 184.
44 Watts, Isaiah’s New Exodus, 137–82.
Frank Thielman, Teología del Nuevo Testamento: Síntesis del Canon del Nuevo Testamento (Miami, FL: Editorial Vida, 2006), 71–73.

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