El postmilenarismo se basa en la creencia de que la predicación del evangelio tendrá tanto éxito que el mundo se convertirá. El reinado de Cristo, cuyo punto central es el corazón de los seres humanos, será completo y universal. La petición: “Venga tu Reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” se habrá hecho realidad. La paz prevalecerá y el mal prácticamente se habrá desvanecido. Después cuando el evangelio haya surtido efecto por completo, Cristo regresará. Por lo tanto, el postmilenarismo básicamente tiene una perspectiva optimista.
Los tres primeros siglos de la iglesia estuvieron dominados probablemente por lo que hoy llamaríamos premilenarismo, pero en el cuarto siglo un donatista africano llamado Ticonio propuso una perspectiva opuesta.1 Aunque Agustín era un oponente acérrimo de los donatistas, adoptó la perspectiva de Ticonio sobre el milenio. Esta interpretación iba a dominar el pensamiento escatológico durante la Edad Media. El milenio no se va a producir en el futuro, sino que ya ha empezado. Los mil años empezaron con la primera venida de Cristo. En apoyo a esta perspectiva, Agustín citaba Marcos 3:27: “Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no lo ata; solamente así podrá saquear su casa.” Según Agustín, en este versículo el hombre fuerte es Satanás y sus bienes representan las personas que antes estaban bajo su control, pero que ahora son cristianos. Satanás fue atado en el momento de la primera venida de Cristo y continua atado hasta la segunda venida. Como Satanás no puede engañar a las naciones, la predicación del evangelio tiene mucho éxito. Cristo reina en la tierra. Sin embargo, al final de este periodo milenario, Satanás será liberado durante un corto periodo de tiempo siendo al final sometido.2
Aunque parece difícil reconciliar esta perspectiva con lo que está pasando en nuestro tiempo, tenía más sentido en el contexto de Agustín. El cristianismo había conseguido un éxito político sin precedentes. Una serie de circunstancias habían llevado a la conversión del emperador Constantino en 312, así que el cristianismo era tolerado en el imperio y casi se convirtió en la religión oficial. El mayor enemigo de la iglesia, el Imperio romano, había capitulado. Aunque el progreso de la iglesia sería gradual más que repentino, era seguro. No se establecieron fechas para la finalización del milenio y el regreso de Cristo, pero se asumía que ocurriría sobre el año 1000.3
Con el fin del primer milenio de la historia de la iglesia, por supuesto, se hizo necesario revisar en cierto modo los detalles del postmilenarismo. El milenio ya no se veía como un periodo de mil años, sino como toda la historia de la iglesia. El postmilenarismo fue más popular en momentos en los que la iglesia parecía tener éxito en su tarea de ganar el mundo. Se hizo particularmente popular en la última parte del siglo xix, una época de gran efectividad en el mundo de las misiones además de un tiempo de preocupación y progreso en las condiciones sociales. En consecuencia, parecía razonable pensar que el mundo pronto sería alcanzado por Cristo.
Como hemos sugerido, la convicción principal del postmilenarismo es la difusión exitosa del evangelio. La idea se basa en varios pasajes de las Escrituras. En el Antiguo Testamento: Salmos 47, 72 y 100; Isaías 45:22–25 y Oseas 2:23, por ejemplo, dejan claro que todas las naciones llegarán a conocer a Dios. Además, Jesús dijo en varias ocasiones que el evangelio sería predicado universalmente antes de su segunda venida. Un ejemplo destacado de esta enseñanza la encontramos en Mateo 24:14. Como la Gran comisión se llevará a cabo en su autoridad (Mt. 28:18–20), tendrá éxito. A menudo la idea de la difusión del evangelio incluye los hechos asociados al evangelio: se producirán efectos transformadores en las condiciones sociales tras la conversión de gran cantidad de oyentes. En algunos casos, creer en la extensión del reino ha tomado de alguna manera una forma más secularizada, de manera que la transformación social es lo que se considera la señal del reino y no las conversiones individuales. Por ejemplo, el movimiento del evangelio social a finales del siglo xix, estaba dirigido a cristianizar el orden social, culminando en un cambio de las estructuras económicas. La discriminación, la injusticia y el conflicto se eliminarían y las guerras serían algo del pasado. Esta forma de postmilenarismo iba acompañada generalmente de un concepto generalizado de providencia divina: se veía a Dios obrando fuera de los límites formales de la iglesia. Así en dos ocasiones en el siglo xx, un significativo número de cristianos alemanes identificaron la obra de Dios en el mundo con los movimientos políticos de su tiempo: la política de guerra del káiser Wilhelm en los años 1910 y después el nazismo de Hitler en los años 1930.4 Resaltando la transformación social, los liberales que mantenían una perspectiva milenarista, eran generalmente postmilenaristas, pero desde luego no todos los postmilenaristas eran liberales. Muchos anticipaban un número de conversiones sin precedentes, la raza humana convertida en una colección de individuos regenerados.5
Según el pensamiento postmilenarista, el reino de Dios es una realidad presente aquí y ahora en lugar de un ámbito celestial futuro. Las parábolas de Jesús en Mateo 13 nos ofrecen una idea de la naturaleza de este reino. Es como levadura, que se extiende de forma gradual pero segura por todo el conjunto. Su crecimiento será amplio (se extenderá por todo el mundo) e intensivo (llegará a ser predominante). Su crecimiento será tan gradual que la llegada del milenio apenas si será apreciada por algunos. El progreso puede que no sea uniforme; de hecho, la llegada del reino puede que se produzca por una serie de crisis. Los postmilenaristas son capaces de aceptar lo que parecen ser pasos atrás, ya que ellos creen en el triunfo final del evangelio.6
Desde la perspectiva postmilenarista el milenio puede ser un periodo amplio, pero no necesariamente de mil años exactos de duración. De hecho, la perspectiva postmilenarista sobre el milenio con frecuencia se basa menos en Apocalipsis 20, donde se menciona el periodo de mil años y las dos resurrecciones, que en otros pasajes de las Escrituras. El mismo hecho de que la venida del reino sea paulatina hace que sea difícil de calcular la duración del milenio. La cuestión es que el milenio será un periodo prolongado de tiempo durante el cual Cristo, aunque esté físicamente ausente, reinará sobre la tierra. Una característica esencial que distingue al postmilenarismo de otras perspectivas sobre el milenio es que espera que las condiciones mejoren en lugar de empeorar antes del regreso de Cristo. Por tanto, es una visión básicamente optimista. En consecuencia su aceptación ha descendido bastante en el siglo xx. Los postmilenaristas convencidos consideran las condiciones penosas del siglo xx como una simple fluctuación temporal en el crecimiento del reino. Indican que no estamos tan cerca de la segunda venida como creíamos. Sin embargo, este argumento ha demostrado no ser persuasivo para muchos teólogos, pastores, creyentes laicos.7
1 Traugott Hahn, Tyconius-Studien. Ein Beitrag zur Kirchen-und-Dogmengeschichte de. 4. Jahrhunderts (Leipizg: Dieterich, 1900; Aalen: Schilling, 1971).
2 Agustín, Sermón 259, 2.
3 Adolf von Harnack, “Millennium,” in Encyclopedia Britannica, 9th ed. (New York Scribner, 1883), vol. 16. pp. 314–18.
4 Karl Barth, How I Changed My Mind (Richmond: John Knox, 1966), pp. 21, 45: The Church and the Political Problem of Our Day (New York: Scribner, 1939).
5 Charles Hodge, Systematic Theology (Grand Rapids: Eerdmans, 1952), vol. 3, pp. 800–812.
6 Loraine Boettner, “Postmillennialism,” in The Meaning of the Milleninum, ed. Robert G. Clouse (Downers Grove, Ill.: InterVarsity, 1977), pp. 120–21.
7 Ibid., pp. 132–33.
Millard J. Erickson, Teología sistemática, ed. Jonatán Haley, trans. Beatriz Fernández, Segunda Edición., Colección Teológica Contemporánea (Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie, 2008), 1208–1210.

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