La descripción del bautismo de Jesús se suma al desarrollo del drama (para aquellos que sabían lo que estaban leyendo). El relato que hace Marcos del bautismo (Mc 1:9–11) aporta algunas ideas clave que conectan con la cosmovisión del Antiguo Testamento que hemos estado viendo:
9 Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. 11 Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.
En este pasaje hay dos elementos cuya importancia no se transmite en la traducción castellana.
En primer lugar, la nota de Marcos de que los cielos “se separaron o dividieron” es significativa. El lema griego es sjizo. La elección del término por parte de Marcos en relación con el bautismo en agua de Jesús ha llamado la atención de los intérpretes debido al uso de sjizo en la Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento utilizada por Jesús y los apóstoles. No es casualidad que sjizo sea el verbo usado en Ex 14:21 para describir la milagrosa separación del mar.12
Recordemos nuestro estudio del acontecimiento del éxodo.13 La liberación de Egipto fue una victoria sobre los dioses hostiles. En Ex 15:11 Moisés hizo la pregunta retórica de “¿Quién como Yahvé entre los dioses?” La respuesta era evidente: nadie. El éxodo fue una liberación del exilio. Yahvé sacó a su pueblo de Egipto para reconstituirlo como una nación y volver a establecer el gobierno de su reino edénico sobre la tierra.
Marcos quiere que los lectores vean que lo que está sucediendo es un nuevo éxodo. El reino de Dios está de vuelta, y esta vez no fracasará porque está conducido por el Yahvé visible, encarnado ahora como Jesús de Nazaret.14 La imaginería es todavía más sorprendente cuando tomamos en consideración Judas 5, un pasaje que vimos anteriormente en este mismo capítulo. Ahí es Jesús quien está sacando a un pueblo de Egipto. La referencia era al Ángel visible, que era Yahvé en forma humana, que sacó a Israel de Egipto para llevarlo a la tierra prometida (Jue 2:1–2; cf. Ex 23:20–23).
Segundo, en Mc 1:11 la voz de Dios procedente del cielo pronuncia las palabras “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”.15 Solemos pensar en esta declaración como algo sentimental, o tal vez como una muestra verbal de afecto. Es mucho más que eso. Cuando Dios se refiere a Jesús como su “amado” está afirmando la realeza de Jesús, su legítimo estatus como heredero del trono de David.
El término clave es “amado”. Los intérpretes se han fijado en que el término fue utilizado en referencia a Salomón, el heredero original del trono de David. Es difícil, no obstante, darse cuenta de ello en la versión castellana, ya que el término hebreo se traduce en forma de nombre propio: Jedidías. A Salomón se le llama “Jedidías” en 2 Samuel 12:24–25:
24 Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó Jehová, 25 y envió un mensaje por medio de Natán profeta; así llamó su nombre Jedidías, a causa de Jehová.
Fijémonos en las palabras. “Jedidías” es un nombre o término que Natán le dijo a David que el Señor quería que le pusiera a Salomón. El nombre en hebreo es yediydyahu y está relacionado con dawid/dawiyd, el nombre propio “David”, que también significa “amado”.16 Usado para referirse a Salomón, el término equivale a un título que señalaba a este como legítimo heredero del trono pactual davídico.17 El mismo mensaje es el que se lanza con respecto a Jesús. La propia voz de Dios lo anuncia: Este es el rey, el legítimo heredero del trono de David.
Así pues, la historia del Nuevo Testamento comienza con una impresionante nueva lectura de la llamada que hace Yahvé al consejo divino para que envíe a alguien que anuncie la aparición de Yahvé en el hombre Jesús de Nazaret. Esto será obvio a ojos de amigos y enemigos, humanos y divinos. Sin embargo, la estrategia que se esconde tras la aparición del rey está embozada.18 Habían transcurrido más de quinientos años desde el regreso de Judá del exilio. La aparición de Jesús, nacido y criado en el anonimato, da inicio desde las aguas del bautismo a una batalla de ingenios que involucra tanto a la esfera divina como a la humana.
12 Una de las mejores obras académicas sobre el uso del Antiguo Testamento por parte de Marcos para presentar los acontecimientos de la vida y ministerio de Jesús como un nuevo éxodo es la de Rikki E. Watts, Isaiah’s New Exodus and Mark (Tubinga: Mohr Siebeck, 1997; rev. y reimpr., Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2001).
13 Véase el capítulo 19.
14 Para otros motivos del éxodo en Marcos, véase Watts, Isaiah’s New Exodus and Mark.
15 Véase también Mt 3:17; Lc 3:22.
16 “David” se deletrea de dos maneras en la biblia hebrea. Véase Ludwig Koehler et al., The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament (Leiden; Nueva York: Brill, 1999), 215.
17 Véase Tryggve N. D. Mettinger, King and Messiah: The Civil and Sacral Legitimation of the Israelite Kings (Lund: C. W. K. Gleerup, 1976), 30–31; Nicolas Wyatt, “ ‘Jedidiah’ and Cognate Forms as a Title of Royal Legitimization”, Biblica 66 (1985): 112–25 (publicado nuevamente en “There’s Such Divinity Doth Hedge a King”: Selected Essays of Nicolas Wyatt on Royal Ideology in Ugaritic and Old Testament Literature, Society for Old Testament Study Monographs; [Farnham, Surrey: Ashgate, 2005], 13–22).
18 Véase el capítulo 28.
Michael S. Heiser, El Mundo invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia, ed. David Lambert, Primera edición. (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2019).

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