El triunfo del reino de Dios no llegará antes del conflicto final que en la Escritura se conoce como el día del Señor. Las palabras de Zacarías 14 son reveladoras:
1 He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. 2 Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. 3 Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. 4 Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur. 5 Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos (Zac 14:1–5).
Yahvé viene con su ejército celestial en el día del Señor para desarmar y derrotar a los poderes sobrenaturales hostiles. Isaías dijo lo mismo:
21 Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto,
y a los reyes de la tierra sobre la tierra. 22 Y serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorra, y en prisión quedarán encerrados, y serán castigados después de muchos días. 23 La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso (Is 24:21–23).
Yahvé gobernará delante de su consejo (aquí llamado “ancianos”) tras haber castigado tanto a sus enemigos humanos (“reyes de la tierra”) como a sus enemigos sobrenaturales (“el ejército de los cielos en lo alto”),6 con vistas a restablecer su gobierno y su morada terrenal, el Monte Sion.
¿Qué entraña el castigo de los dioses? Para eso volvemos al Salmo 82, donde nos encontramos por primera vez con el consejo de Yahvé en este libro. En los primeros versículos de ese salmo, Yahvé estaba en presencia del consejo para acusar a sus hijos divinos de corrupción. En lugar de gobernar a las naciones en justicia, los dioses que habían recibido las naciones desheredadas tras el incidente de Babel habían hecho descarriar a la gente, alejándolas del Altísimo. Su tiempo llega con el clímax del reino, cuando Yahvé recupera las naciones de su mano. Los últimos versículos auguran su destino. Es el Dios de Israel quien habla:
6 Yo dije: Vosotros sois dioses,
Y todos vosotros hijos del Altísimo;
7 Pero como hombres moriréis,
Y como cualquiera de los príncipes caeréis (Sal 82:6–7).
Entonces el salmista exclama:
8 Levántate, oh Dios, juzga la tierra;
Porque tú heredarás todas las naciones (Sal 82:8).
El gobierno de los dioses acabará cuando el Altísimo recupere las naciones que un día desheredó. Daniel 7 deja claro que las familias divina y humana de Yahvé que le han sido leales compartirán ese gobierno.
6 Más literalmente, “las huestes del cielo en los cielos”. La frase se refiere a seres no humanos, i.e., seres divinos y sobrenaturales.
Michael S. Heiser, El Mundo invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia, ed. David Lambert, Primera edición. (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2019).

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