EL CIELO: ¿EL DESTINO FINAL?

Introducción

Este ensayo tiene como propósito presentar un panorama sobre el destino final del creyente. Ciertas preguntas surgen cuando se estudia el destino final del ser humano. ¿Esta compuesto el hombre por dos sustancias, espíritu (alma) y carne? ¿Existe el estado intermedio para el que muere en Cristo? ¿Qué parte del hombre experimentará la eternidad? ¿Sólo el alma será inmortal, pero la carne quedará en el olvido? ¿Será el cielo la morada eterna de los justos?

Para una respuesta concisa a esta temática, se debe entender gran parte del panorama bíblico, especialmente el plan de redención. Por lo tanto, hay preguntas que son cruciales a la hora de exponer el destino final del creyente, por eso se debe iniciar con una descripción del cielo, su origen y su conexión con el hombre. ¿Dónde inicia la historia del hombre? Utilizando aspectos de teología bíblica, la invitación recorrer el panorama de redención esta abierta. De esta forma se puede hacer conexión entre el estudio del hombre y su destino final, es decir, navegar por la vía de la antropología escatológica.

La historia del hombre en el huerto/jardín

La historia del hombre y el cielo se desarrolla en el libro de Génesis. En los primeros capítulos se observa como Dios plantó al hombre en un lugar especial. Ese espacio fue llamado el Edén, donde el hombre tenía una misión específica: guardar el huerto (Gn 2:8-10, 15-16). Benjamin Gladd observa lo siguiente:

El Edén es el centro de la actividad de Dios en la tierra, donde Dios habita y da a Adán y Eva su ley y les instruye sobre cómo deben honrarle. Al igual que el Sinaí, el Edén debe entenderse como una montaña que alberga la gloria de Dios… es que el Edén está situado en una montaña. Las montañas en el Antiguo Testamento y en el mundo antiguo se asocian a menudo con la presencia de una deidad (por ejemplo, Is 2:2; 65:9; Mi 4:1-4).[1]

El hombre no cumple con la misión de Dios. Ahí comienza el Teodrama. El hombre falla a el mandato que se le entrega; la influencia de la serpiente fue un factor clave en la caída (véase Gn 3). En este punto la historia de redención comienza a desarrollarse a lo largo de las Escrituras. Por lo tanto, si se afirma que el plan de Dios con el hombre en el libro de Génesis es el mismo que se describe a lo largo de la Biblia y que se consuma en el libro de Apocalipsis, entonces surge la pregunta: ¿por qué el hombre debe ir al cielo?

La morada del hombre era el Edén y la morada de Dios “el cielo”.[2] Sin embargo, en la cosmología antigua, “ambos reinos”, el reino terrenal y el reino celestial estaban conectados.[3] Para muchos esto podría ser una visión dualista, de lo material y lo inmaterial o espiritual. El hombre, antropológicamente estaba dotado de una esencia espiritual. El ser humano gozaba de ambos reinos por su posición privilegiada en el Edén.

Pero una vez que el hombre desobedece al mandato de Dios (Gn 2:9; 3:3) la inmortalidad del hombre se ve obstruida. Hasta este punto se puede debatir si realmente el hombre había perdido la inmortalidad, o sólo su cuerpo cargaba la consecuencia del pecado; lo que sí quedó claro fue que fueron expulsados del huerto. Y ese lugar, no era cualquier espacio, era un “templo cósmico”[4] que conectada al hombre con Dios. En otras palabras, el hombre pierde el acceso al cielo y su cuerpo comienza a descender lentamente al sepulcro. ¿Qué ocurre con la esperanza de una reconciliación? ¿Podrá el hombre retomar su posición con Dios y su posición en lugar sagrado?

Vida después de la muerte

La evidencia de la vida después de la muerte es vista en pequeña escala desde el Antiguo Testamento, en el periodo intertestamentario, y especialmente en el Nuevo Testamento se amplía la idea del más allá; también se puede observar este concepto en las tradiciones del judaísmo del segundo templo.[5] John Cooper en su libro sobre la antropología escatológica, presenta la evidencia de la vida después de la muerte, pero basado en el debate del dualismo y el monismo.[6] Aunque Cooper presenta diferentes campos, especialmente una perspectiva filosófica, me parece que la parte más útil para este escrito es el capítulo siete: Antropología y escatología personal en el Nuevo Testamento: Las epístolas paulinas.[7] Usar al apóstol Pablo para hacer conexión con el más allá y el cielo, puede ser útil ya que el contexto que rodeaba a Pablo era un griego donde el énfasis en el cielo y lo espiritual eran muy notables. Sin embargo, en la teología paulina el capítulo de 2 Corintios 5:1-10 parece ser el más popular para afirmar que el creyente va al cielo cuando muere. No obstante, el contexto puede apuntar hacia un lugar temporal, donde el creyente aguarda la esperanza de la resurrección (1 Ts 4:13-18).

Entonces, el cielo puede ser visto como un estado intermedio, como un paraíso (2 Co 12:1-4), pero no necesariamente tiene que ser el destino final. Aunque el contexto que rodeaba a Pablo era en gran parte influenciado por el pensamiento de los filósofos griegos, es más creíble entender que su visión apuntaba más al dualismo holístico que era la que abraza en gran parte el judaísmo ortodoxo. Esto podía implicar que desde la visión veterotestamentaria el alma se separaba del cuerpo descendía al Seol o al Seno de Abraham[8] y se aguardaba la esperanza mesiánica de la resurrección corporal acompañada por la consumación de todas las cosas a través de la nueva creación (Dn 12). Esta misma idea se ve más clara en las epístolas paulinas, aunque no queda resuelto como funciona el cielo, parece que es un lugar de reposo para los que mueren en Cristo, para aguardar la parusía del Señor y experimentar la plenitud de la salvación, la redención de nuestro cuerpo (1 Co 15:50-57). Una pregunta que surge: ¿Estaremos con nuestro Señor en el cielo, pero luego vendremos con él a la tierra?

Estaremos siempre con Cristo

Como se ha demostrado, las Escrituras pueden apuntar un estado intermedio donde el creyente estará con Cristo, para luego participar de la renovación y restauración de la tierra en la segunda venida, al finalizar la batalla del Armagedón (Ap 19:11-22). Este debería ser el panorama bíblico que explica que el cielo no es el destino final. Pero ¿cómo funciona el cielo ahora y al final del éscaton? Randy Alarcon explica que la función del cielo como esperanza eterna esta basada en estar siempre con el Señor:

Jesús les prometió a sus discípulos: “Vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté” (Jn 14:3). Para los cristianos, morir es “vivir junto al Señor” (2 Co 5:8). El apóstol Pablo dice: “Deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor” (Fil 1:23). Él podría haber dicho: “Deseo partir y estar en el cielo”, pero no lo dijo —sus pensamientos eran estar con Jesucristo, que es el aspecto más significativo del cielo.[9]

Esto puede implicar que el propósito del cielo no es estar en un lugar especial, desconectado de la tierra, sino estar con el Señor que es Rey del cielo y de todo lo creado. Por lo tanto, el cielo puede bajar a la tierra del mismo modo que Jesús descendió del cielo a la tierra para reconciliar al mundo (Jn 3:16). En este punto, el cielo no tiene que verse como un lugar alejado del mundo, mas bien debe ser parte de este. Por ejemplo, el apóstol Pedro explica acerca del día de Dios, donde el fuego posiblemente sea el elemento purificador que Dios use para renovar y restaurar la tierra actual (2 Pd 3:7-13).[10] Esto parece se paralelo con la idea paulina de que Dios va a redimir a la humanidad juntamente con el cosmos (Ro 8:17-23).[11] Estaremos siempre con el Señor, pero será a través de la nueva creación que Dios ha iniciado y finalizará.

El nuevo Edén

En las Escrituras la idea de algo nuevo no siempre implica que es diferente a lo primero. Pablo escribe en la epístola de Gálatas: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Gá 6:15).[12] La nueva creación es una nueva vida, renovación espiritual y promesa de redención holística. Esto presupone que el plan de Dios esta en marcha, él redimió a su pueblo, lo posición en Cristo, nos traslado del reino de las tinieblas al reino de la luz y pronto culminará su obra a través de los cielos nuevos y la nueva tierra (véase Is 65:17; 66:22; cf. Col 1:12-14; Ap 21:1). Por lo tanto, el destino antropológico del hombre será participar de la nueva creación, donde el cielo es sólo una parte del tabernáculo celestial de Dios con el hombre. El cosmos experimentará la unión del cielo y la tierra dando forma al nuevo Edén.

Un resumen conciso de esta idea la propone Grant Osborne, él explica y afirma:

Isaías concluye su profecía con la promesa de que Dios hará un “cielo nuevo y tierra nueva” (Is 65:17; 66:12); y 2 Pedro 3:13 declara que la destrucción en fuego de la tierra vieja conducirá a un “cielo nuevo y tierra nueva”. El pecado ha manchado tanto la primera creación de Dios que debe ser reemplazada, y Romanos 8:18-22 declara que la creación anhela ese día en que se será creada de nuevo. En el judaísmo existían dos ideas, una que enseñaba una tierra renovada y transfigurada (Jubileos 1:29; 4:26; 1 Enoc 45:4-5), y la otra la destrucción del mundo actual y una creación completamente nueva (1 Enoc 72:1, 83:3-4; 2 Baruc 44:12). Esto y 2 Pedro 3 probablemente sigan la segunda tradición, con Dios creando un nuevo orden y un nuevo mundo. Sabemos poco sobre la forma que tomará. Con una resurrección física y las imágenes de una “nueva tierra” con calles, etc., parece que se indica algún aspecto de lo físico. Pero tendremos que esperar y ver qué será exactamente. ¡Todo lo que sabemos con certeza es que será maravilloso, más allá de la imaginación! La ausencia de cualquier mar en Apocalipsis 21:1 significa la ausencia total del mal. El pecado y todas sus manifestaciones en las fuerzas demoníacas y las naciones malvadas desaparecerán para siempre.[13]

Si se abraza esta visión de una tierra renovada y restaurada, se debe entender que el hombre volverá su diseño original como fue en el Edén. Retomando la idea de Osborne, él afirma que:

Habrá un “nuevo éxodo” con el jardín del Edén restaurado (Ezequiel 36:35) y el santuario de Dios restablecido: “Habitaré entre ellos, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Ezequiel 37:27). En el Nuevo Testamento este tema continúa en Gálatas 4:26 (“la Jerusalén que está arriba”) y Hebreos 12:22 (“la Jerusalén celestial”).[14]

El creyente no tiene que preocuparse si su destino final es el cielo. Aunque se ha firmado que el cielo es un lugar temporal en el cuál el creyente participará, no es lo principal en la escatología general. De acuerdo con Michael Wittmer, la escatología se podría condensar en las tres R: el Regreso de Cristo, la Resurrección del cuerpo y la Restauración de todas las cosas.[15] Basado en este panorama de redención, resurrección y restauración, la imagen de redirigirnos al Edén se vuelve más simple. Así será el destino final. Un nuevo Edén, la cuidad de todos los santos, la nueva Jerusalén descenderá (Ap 21:2, 9-10) y el jardín estará disponible para todos los redimidos.

Conclusión

Se ha intentado de explicar que el cielo es un lugar real, pero que la intención original de Dios siempre ha sido que este lugar este conectado con la tierra. Por eso, el cielo como un lugar distinto a lo que fue el Edén, no parece ser la idea más coherente en cuanto al eskatón final de Dios. La solución sería ubicar el destino final del hombre en el nuevo Edén, a través de la renovación y restauración de todas las cosas. No se niega que el cielo sea un lugar habitable y en cierto sentido temporal; pero sería durante el estado intermedio. El más allá nos puede guiar al cielo, pero la idea de permanecer en la tierra es la que más peso bíblico posee.

Por lo tanto, el viaje a recorrer el panorama bíblico y el drama de redención lleva al creyente al inicio. A la victoria sobre la muerte, a través de la cruz y la resurrección de Jesucristo. La invitación es clara: ¡Hay que volver al principio! En el nuevo Edén, estará Cristo. Ese es el lugar donde todo creyente anhela estar, donde seremos revestidos de inmortalidad a través de la glorificación y la consumación del plan perfecto de Dios. Que nuestro destino final sea estar con el Señor por una eternidad. Amén.


[1] Gladd, B. L. From Adam and Israel to the Church: A Biblical Theology of the People of God. (IVP Academic, 2019), 9.

[2] El cielo como morada de Dios. Pero no mucho adelante, en el libro de Génesis, “el cielo” parece ser algo más, algo incluso más alto que las estrellas. El ángel del Señor llama a Abraham “desde el cielo” (Gn 22:11, 15). Posteriormente se dice que el Señor es “el Dios del cielo” (Gn 24:3, 7). Indudablemente Dios no vive entre las nubes o las estrellas: “el cielo, los cielos de los cielos, no te pueden contener [Dios]” (1 Re 8:27). Deuteronomio confirma que “el cielo” es de hecho algo más, e invoca a Dios para que “mire desde su morada santa, desde el cielo” (Dt 26:15). Salomón, en su oración de dedicación del templo en 1 Reyes le dice al Señor: “tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos” (1 Re 8:30). David dice: “El Señor miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres” (Sal 14:2; cf. Is 63:15). El cielo es el trono de Dios (Sal 103:10; Is 66: 1). Jesús ora al “Padre nuestro que estás en los cielos” (Mt 6:9). Y fue una “voz del cielo” que lo validó en la inauguración de su ministerio público (Mt 3:17). Jesús se llamó a sí mismo “el que descendió del cielo” (Jn 3:13), y por supuesto fue “arriba al cielo” donde fue llevado en su ascensión (Hch 1:11). Los lugares sagrados en el tabernáculo y el templo terrenales eran tan sólo “figura del verdadero” en el cielo (Heb 9:24). Ward, M. . Cielo. En M. Ward, J. Parks, B. Ellis, & T. Hains (Eds.), Sumario Teológico Lexham. (Lexham Press, 2018).

[3] El reino de Dios es el gobierno de Dios. Dios desea gobernar sobre todo lo que ha creado: el mundo espiritual invisible y el mundo terrenal visible. Heiser, M. S. El Mundo invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia (D. Lambert, Ed.; Primera edición). (Editorial Tesoro Bíblico, 2019), 35.

[4] Según John Walton, basado en sus investigaciones se puede concluir que, “el jardín del Edén era un espacio sagrado y que el templo/tabernáculo contenía imágenes del jardín y del cosmos”. Walton, J. H. The Lost World of Genesis One: Ancient Cosmology and the Origins Debate. (IVP Academic, 2009) 82-85.

[5] La esperanza de una vida eterna más allá de la muerte fue un desarrollo notable en la fe y las tradiciones del judaísmo del Segundo Templo. Al principio de este período, a finales del siglo VI a.C., es posible que no existiera tal creencia. Es probable que sólo un pequeño número de judíos, a lo sumo, creyera en la vida después de la muerte. Sin embargo, al final del período, a finales del siglo I o principios del II d.C., la creencia en la vida después de la muerte se había convertido en algo dominante dentro del judaísmo. Bauckham, R. Life, Death, and the Afterlife in Second Temple Judaism. En R. N. Longenecker (Ed.), Life in the Face of Death: The Resurrection Message of the New Testament. (Eerdmans, 1998), 80.

[6] Cooper, J. W. Body, Soul, and Life Everlasting: Biblical Anthropology and the Monism-Dualism Debate. (Eerdmans, 2000), 139.

[7] Ibíd. 134.

[8] Paraíso/seno de Abraham: Los justos iban a la sección del Seol o Hades llamada Paraíso y seno de Abraham, a veces llamado el compartimiento superior. Además de los textos anteriores que muestran que los justos que mueren van al Seol, el relato del hombre rico y Lázaro dice que el creyente, Lázaro, murió “y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham” (Lc 16:22). Además de esto, Jesús le asegura al ladrón arrepentido en la cruz, “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23:43). Esto parece indicar que el seno de Abraham y el Paraíso son sinónimos. McCune, R. Teología Sistemática del Cristianismo Bíblico. (Editorial Bautista Independiente, 2018). 722-723.

[9] Alcorn, R. El Cielo (R. Monsalve, Trad.). (Tyndale House Publishers, 2006) 141.

[10] Pedro en su primera epístola suele utilizar el fuego como un elemento purificador (véase 1 Pd 1:7; 4:12-13)

[11] Me parece que la idea de Pablo es similar a la que hablo el profeta Isaías. La iglesia se mantiene bajo la tensión del “ya, pero todavía no”; la nueva creación ha iniciado en el hombre (2 Co 5:17), conformando así un nuevo pueblo, que pronto experimentará una nueva tierra (un nuevo enfoque creacionista).

[12] La centralidad de la nueva creación funciona como una envoltura junto con la introducción de la carta, donde la muerte de Cristo libera del presente siglo malvado (Gá 1:4). En otras palabras, la nueva creación ha amanecido a través de la cruz de Cristo. Shreiner, T. R. Gálatas: Comentario exegético-práctico del Nuevo Testamento (C. E. Arnold & J. Haley, Eds.; B. Fernández Fernández, Trad.; 1a edición). (Andamio, 2020), 394.

[13] Osborne, G. R. Apocalipsis: Versículo a versículo (Ap 21:1–2). (Editorial Tesoro Bíblico, 2020), 309.

[14] Ibíd., 310.

[15] Wittmer, M. Introduction. En M. Wittmer & S. N. Gundry (Eds.), Four Views on Heaven. (Zondervan Academic, 2022), 9.

Bibliografía

Alcorn, Randy. El Cielo (R. Monsalve, Trad.). Carol Stream, Illinois: Tyndale House Publishers, Inc. 2006.

Cooper, John. Body, Soul, and Life Everlasting: Biblical Anthropology and the Monism-Dualism Debate. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company. 2000.

Gladd, Benjamin. From Adam and Israel to the Church: A Biblical Theology of the People of God. Downers Grove, Illinois: IVP Academic. 2019.

Heiser, Michael. El Mundo Invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia. Bellingham, Washington: Editorial Tesoro Bíblico. 2019.

Longenecker, Richard. Life in the Face of Death: The Resurrection Message of the New Testament. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company. 1998.

McCune, Rolland. Teología Sistemática del Cristianismo Bíblico. Sebring, Florida: Editorial Bautista Independiente. 2018.

Osborne, Grant. Apocalipsis: Versículo a versículo. Bellingham, Washington: Editorial Tesoro Bíblico. 2020.

Parks, Jessica. Sumario Teológico Lexham. Bellingham, Washington: Lexham Press. 2018.

Shreiner, Thomas. Gálatas: Comentario exegético-práctico del Nuevo Testamento (C. E. Arnold & J. Haley, Eds.; B. Fernández Fernández, Trad.; 1a edición). Barcelona, España :Andamio. 2020.

Walton, John. The Lost World of Genesis One: Ancient Cosmology and the Origins Debate. Downers Grove, Illinois: IVP Academic. 2009.

Wittmer, Michael. Four Views on Heaven. Grand Rapids, Michigan: Zondervan Academic. 2022.

Escrito por Alfredo J. Velázquez

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