GOBERNANTES HUMANOS DIVINIZADOS

Otro enfoque que sostiene que los “hijos de Dios” en Génesis 6:1–4 son seres humanos sugiere que habría que tomarlos como gobernantes humanos divinizados. Un repaso a la literatura académica que defiende esta posición pone de manifiesto que se basa en lo siguiente: (1) tomar la frase “hijos del Altísimo” en el Salmo 82:6 como una referencia a seres humanos y posteriormente leer ese sentido en el texto de Génesis 6:1–4; (2) destacar el lenguaje con el que Dios se refiere a los seres humanos como sus hijos (Ex 4:23; Sal 2:7), el cual, según se dice, es análogo a las creencias del antiguo Oriente Próximo que consideraban a los reyes como descendientes de los dioses; y (3) argumentar que los matrimonios perversos que se condenan en esos versículos eran los de la poligamia humana que practicaban estos gobernantes divinizados.

Ya hemos visto que interpretar el plural elohim como una referencia a seres humanos en el Salmo 82 no se sostiene, así que no es necesario reiterar aquí este error fundamental. Pero este enfoque adolece de otras debilidades.

En primer lugar, el texto de Génesis 6 nunca dice que los matrimonios fueran polígamos. Esa es una idea que se le impone al pasaje. Segundo, los paralelos antiguos restringen el lenguaje de la filiación divina exclusivamente a los reyes. Por consiguiente, la idea de un grupo de hijos de Dios carece de un paralelo en el antiguo Oriento Próximo como tal. La frase, que es estrictamente plural, se refiere a seres divinos en otros lugares del Antiguo Testamento, no a reyes (Job 1:6; 2:1; 38:7; Sal 29:1; 82:6 [cf. 82:1b]; 89:6 [hebreo: 89:7]).8 Tercero, la idea general de una “realeza humana divina” en otros pasajes veterotestamentarios no es un argumento coherente contra la interpretación sobrenatural de Génesis 6. El diseño original de Dios era que sus hijos humanos fueran siervos que gobernaran la tierra bajo su autoridad y como sus representantes—en presencia de su gloria. Restaurar la pérdida de la visión edénica entraña, en último término, la creación de un pueblo conocido como Israel y la entrega de un rey (David), que es la plantilla para el mesías. En el desenlace final escatológico, el mesías es el rey davídico definitivo, y todos los creyentes glorificados comparten ese gobierno en un Edén nuevo y universal.9 Pero es una mala hermenéutica pretender identificar el reinado antiguo o la glorificación de los creyentes en Génesis 6. El motivo es obvio: los matrimonios de Génesis 6:1–4 corrompen la tierra en el preludio del relato del diluvio. Una teología bíblica de un gobierno humano divinizado en un Edén restaurado no sería corruptivo y perverso.

En resumen, el carácter plural de la frase “hijos de Dios” y los contextos celestiales de su uso en otros pasajes nos demuestra que no existe ninguna razón exegética para excluir las apariciones de la frase en Génesis 6:2, 4 de la lista de seres sobrenaturales. Lo que hace que algunos opten por esa posibilidad es la aprensión que sienten hacia al alternativa.

8 El punto de vista de la monarquía divinizada también la defienden algunos afirmando que no hay ejemplos en materiales procedentes del antiguo Oriente Próximo de seres divinos que “se casen” con mujeres humanas, mientras que sí existen ejemplos de reyes que reivindican un origen mixto, fruto de la relación entre dioses y humanos. Naturalmente esto presupone que Gn 6:1–4 está describiendo uniones matrimoniales. Esto es jugar con las palabras, ya que la idea de “matrimonio” deriva de las traducciones castellanas. La palabra traducida “esposa” es, simplemente, el plural habitual de “mujeres” (nashim). Los eufemismos bíblicos de “tomar” (Gn 6:2) o “llegarse a” una mujer (Gn 6:4) no se usan exclusivamente para habar de matrimonio. También se emplean en referencia al acto sexual realizado fuera del vínculo matrimonial. Esto es, “tomar” una mujer puede describir una relación sexual ilícita (Gn 38:2; Lv 18:17; 20:17, 21; 21:7), al igual que “llegarse a” (Gn 38:2; 39:14; Lv 21:11; Jue 16:1; Am 2:7). Lo que se expresa con este lenguaje de Gn 6:1–4 es una relación sexual, no un matrimonio. Esta objeción es, pues, una distinción sin diferencias. Este punto de vista también falla en el plano de la lógica. La objeción sobre la falta de matrimonios divino-humanos tiene como fin eliminar el elemento divino de Gn 6:1–4, reduciendo así el episodio a relaciones puramente humanas (si bien tienen como centro a reyes divinos). Pero ¿sobre qué base lógica podría decirse que múltiples matrimonios entre reyes y mujeres sumen al mundo en el caos y hacen necesario el juicio de Dios en forma de un diluvio catastrófico?

9 Ap 2:7, 26–28; 3:21; 5:10; 21:24 [“reyes” = gobernantes]. La idea de los creyentes que gobiernan a las naciones debe leerse en el contexto de la recuperación de las naciones desheredadas por Dios en Dt 32:8–9 (véanse el capítulo 15 y el capítulo final de este libro). La representación escatológica de gobernantes humanos glorificados en un Edén universal es la razón por la que Os 1:10 no se puede utilizar para argumentar que los hijos de Dios en Gn 6:1–4 son humanos. En primer lugar, la frase no es un paralelo exacto. Segundo, ese pasaje debe contemplarse dentro del contexto general de la teología bíblica. Os 1:10 es escatológico. Mira hacia un tiempo futuro distante cuando el reino del norte, Israel, será restaurado como pueblo de Dios. Ese acontecimiento escatológico coincide con la glorificación definitiva de los creyentes (que son, y serán, hijos del Dios vivo que gobernarán y reinarán con Yahvé, tal como estaba previsto originalmente, en un nuevo Edén universal). El hecho de que Dios vaya a ver cómo su familia humana cumple el objetivo edénico original no desbarata el hecho de que Dios también cuenta con una familia divina. En el día final, cuando los creyentes humanos sean glorificados, las dos familias y consejos se fusionarán. Una familia de Dios no borra a la otra.

Heiser, M. S. (2019). El Mundo invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia. (D. Lambert, Ed.) (Primera edición). Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico.

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