A. LA CRUZ EN CUANTO SACRIFICIO
Al estudiar la universalidad del pecado10 ya nos referimos al fenómeno generalizado del sacrificio entre los seres humanos. “En todo el mundo y a través de la historia, cada vez que la humanidad ha adorado algún ser divino, nos encontramos con la práctica del sacrificio.”11 Pero la ofrenda de sacrificios literales es mucho menos común en las sociedades urbanas modernas y tecnológicas. “En nuestro mundo moderno el sacrificio se ha convertido en una mera figura literaria… En el mundo antiguo el sacrificio no era una figura literaria sino un hecho cabal.”12 Aunque el sacrificio de ningún modo fue propio únicamente del antiguo Israel, los sacrificios en Israel tienen una importancia especial para la doctrina cristiana de la cruz en cuanto sacrificio.
1. El sacrificio según el Antiguo Testamento
a. El origen (o los orígenes) y el propósito (o los propósitos) de los sacrificios
Durante muchos siglos los cristianos interpretaron los sacrificios del Antiguo Testamento sin prestar mayor atención al fenómeno de los sacrificios en las religiones no-bíblicas. Por consiguiente, la pregunta acerca del origen de los sacrificios era más bien una pregunta referida al Antiguo Testamento per se. Por ejemplo, cuando el teólogo luterano David Chytraeus escribió en el siglo XVI sobre los sacrificios, los definió como instituidos por Dios con el fin de honrarle. Había límites en relación con la medida en que los sacrificios pudieran complacer a Dios, y en sí mismos no merecían lograr la remisión del pecado.13 Ciertos autores de fines del siglo XIX sostuvieron posiciones parecidas. Johann Heinrich Kurtz (1809–90) se concentró sobre la clasificación de los sacrificios en el Antiguo Testamento y no prestó atención seria al tema de los orígenes.14 Alfred Cave (1847–1900) sostuvo que los sacrificios se originaron en el Edén y, rechazando las posiciones “racionalistas”, se concentró sobre las diferencias entre las interpretaciones “alegóricas” y las interpretaciones más “bíblico-teológicas” de los sacrificios.15 Para Archibald Scott (1837–1909) los sacrificios habían sido instituidos divinamente, no por medio de un mandamiento externo, sino por medio de una “revelación primigenia”. Admitía la existencia tanto de los sacrificios “honoríficos” como de los sacrificios “expiatorios”.16
Sin embargo, dos tendencias durante el siglo XIX alteraron el estudio de los sacrificios antiguos: el impacto de la hipótesis documental relativa al Pentateuco en los estudios sobre el Antiguo Testamento, especialmente en la obra de Julius Wellhausen; y la preocupación de los antropólogos científicos con el tema del origen y del significado de los sacrificios. Wellhausen17 concluyó que los sacrificios expiatorios (o propiciatorios) no fueron ofrecidos por los israelitas o judíos hasta el período exílico. Con el advenimiento de la antropología se defendieron numerosas teorías con respecto al origen y el propósito de los sacrificios.
1) Teoría del obsequio
Algunos la hacen remontar a Filón de Alejandría18 y otros a John Spencer (1630–93).19 Según esta teoría, el sacrificio es un don ofrecido por los seres humanos a un dios, con connotaciones de homenaje, reverencia o gratitud. Sus defensores incluyeron al antropólogo Edward Burnett Tylor (1832–1917),20 al sociólogo Herbert Spencer (1820–1903)21 y al teólogo Samuel Ives Curtiss (1844–1904).22 George Buchanan Gray (1865–1922), un erudito en el Antiguo Testamento, enfatizó el sacrificio como obsequio, aunque dejaba lugar para otros propósitos.23 Según Charles Harold Dodd, un erudito en el Nuevo Testamento, la idea del sacrificio como obsequio era fundamental.24
2) Teoría de la comunión
Precedido por Arthur Ashley Sykes (1684?–1756),25 con su ideas acerca del pacto, William Robertson Smith (1846–1894) fue el más ilustre exponente del punto de vista según el cual los sacrificios se originaron como una comida de comunión en la que los seres humanos, al comer la víctima del sacrificio, ingerían a su dios y así se unían tanto a él como uno con el otro. Smith se fundamentó en el totemismo de los indígenas norteamericanos.26 Frank Byron Jevons (1858–1936), historiador de la religión, también adoptó esta teoría.27
3) Teorías del obsequio y de la comunión
Otros pensadores, principalmente biblistas, unieron la idea del obsequio con la de la comunión para explicar el origen de los sacrificios, a saber: Marie-Joseph Lagrange (1855–1938),28 Friedrich Heiler (1892–1967)29 y Gerardus van der Leeuw (1890–1950).30 Walther Eichrodt defendía los sacrificios rogatorios y los sacrificios del obsequio.31
4) Teoría de la vitalidad
Otros pensadores, en especial los antropólogos, propusieron que los sacrificios se habían originado como un medio para preservar o restituir la vida. Según Edward Alexander Westermarck (1862–1939), significaba encontrar sustitutos para aquellos cuyas vidas estaban en peligro.32 Edwin Oliver James (1886–1972), historiador de la religión, veía en la ofrenda de sacrificio a un dios la destrucción de una vida para que otras pudieran ser restituidas de la enfermedad, de un enemigo o de la profanación. El sacrificio significaba, por ende, poner en libertad a la vida.33 Según Rene Dussaud (1868–1958), quien halló cuatro propósitos para los sacrificios, el sacrificio servía tanto para liberar a la vida, especialmente al vertir sangre por una ofensa, como para prolongar la vida de quien traía la ofrenda, al poseer la vida de la víctima del sacrificio.34
5) Teoría del suplemento al lenguaje
Otros autores propusieron el punto de vista según el cual los sacrificios se originaron como un suplemento natural a las limitaciones del lenguaje por medio del uso de la acción simbólica; así lo hicieron William Warburton (1698–1779),35 John Davison (1777–1834)36 y Karl Christian Wilhelm Felix Bahr (1801–1874).37
6) Teoría de la magia
Otro grupo de antropólogos y biblistas ha sostenido que los sacrificios se originaron como instrumentos de la magia, a saber: James George Frazer (1854–1941),38 Wilhelm Max Wundt (1832–1920),39 Alfred Firmin Loisy (1857–1940)40 y Gustav Holscher (1877–1955).41
7) Punto de vista compuesto
Otros estudiosos, resistiéndose a todos los intentos de proponer un origen y un propósito único de los sacrificios antiguos, han insistido en el punto de vista plural o compuesto. Ya se ha mencionado a Rene Dussaud. William Oscar Emil Oesterley (1866–1950) defendió la idea de que los sacrificios del Antiguo Testamento tenían tres propósitos: el obsequio, la comunión y la vida.42 Según Helmer Ringgren, los tres eran el obsequio, la comunión y la expiación o sustitución.43 Frances M. Young enumeró tres propósitos o tipos de sacrificios: de comunión, de alabanza y gratitud, y de pecado.44 En la opinión de Robert J. Daly había cinco: el obsequio, el homenaje, la expiación, la comunión y la vida, pero aun aquí el tema del obsequio era considerado central en el Antiguo Testamento.45
Además de la revaluación continua de estas teorías, han surgido refutaciones específicas de las posiciones de Wellhausen y de W. Robertson Smith por parte de William Lang Baxter (1841–1937)46 y de Robert John Thompson (1924– ),47 y la reafirmación del aspecto expiatorio o propiciatorio.48
La proliferación de las teorías respecto al origen y propósito de los sacrificios, con la consecuente falta de énfasis sobre el aspecto propiciatorio o expiatorio del sacrificio, ha tenido un efecto sobre la moderna doctrina cristiana de la obra salvífica de Cristo, a saber: la tendencia a abogar por otros temas en vez de la propiciación o expiación al desarrollar la obra salvífica de Cristo.
b. Diversas clases de sacrificios en el Antiguo Testamento
La variedad de los sacrificios del Antiguo Testamento se torna evidente en Levítico: el holocausto de un animal (1:1–17; 6:8–13), la ofrenda vegetal (2:1–16; 6:14–23), un cordero o una cabra como sacrificio de paz, ya sea como acción de gracias o por motivo de un voto (3:1–17; 7:11–21), el sacrificio de un animal por el pecado (4:1–5:13; 6:24–30), y el sacrificio de un carnero por la culpa (5:14–6:7; 7:1–10).
c. La efectividad de los sacrificios comparados con el perdón de los pecados: dos puntos de vista diferentes
1) Algunos pensadores han interpretado los sacrificios como humanamente declaratorios y retentivos. Según John S. Whale:
Los sacrificios en el Antiguo Testamento no garantizaban la gracia de Dios; la declaraban y aseguraban a los hombres de su existencia sin en manera alguna condonar o hacer poco caso del pecado. Los sacrificios no eran ofrecidos para conseguir la misericordia de Dios, sino para retenerla; y para hacerlo no de un modo casual, sino con gratitud temerosa…49
2) Otros han interpretado a tales sacrificios como el modo divinamente elegido para quitar la barrera del pecado y restaurar el pacto. Según Robert H. Culpepper, “los sacrificios expiatorios” eran “la forma establecida por Yahvé de quitar la barrera del pecado, de restaurar el pacto…, no tanto el obsequio del hombre a Dios, sino el don de Dios al hombre”.50 “Porque la vida del cuerpo está en la sangre, la cual yo os he dado sobre el altar para hacer expiación por vuestras personas” (Lev. 17:11). Millard Erickson ha afirmado que los sacrificios en el Antiguo Testamento “eran necesarios… para expiar el pecado que merecía inherentemente un castigo”. El “sacrificio tenía un efecto objetivo” y “era ofrecido como sustituto por el pecador. Cargaba con la culpa del pecador”.51
Los sacrificios de sangre, sin embargo, eran solamente “para los pecados en contra del pacto”, “puesto que pueden restaurar la armonía que ha sido trastornada por una violación de la ley”, no para “los pecados voluntarios, [o] “pecados con altivez”. Solamente la muerte podía hacer expiación por estos últimos.52
d. Finalización de los sacrificios del Antiguo Testamento
La práctica judía de ofrecer sacrificios llegó a su fin con la destrucción del templo en Jerusalén en el año 70 d. de J.C.53 Se trata de un acontecimiento histórico significativo en la historia judía. Sin embargo, la práctica cristiana de no ofrecerle a Dios ofrendas animales o vegetales, ya fueran de tipo judío o pagano,54 surgió de consideraciones teológicas arraigadas en otro acontecimiento histórico significativo, la muerte de Jesucristo.
2. La muerte de Jesucristo entendida como sacrificio según el Nuevo Testamento
a. Los Evangelios sinópticos
En las palabras de la institución de la cena del Señor (Mar. 14:24; par. Mat. 26:28; Luc. 22:20; véase 1 Cor. 11:25), “esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada a favor de muchos”, se usa el término “sangre”, pero no así el término “sacrificio”.
b. Las epístolas paulinas
“Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido sacrificado” (etuthe, de thuein; 1 Cor. 5:7). Cristo “se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio (thusian) en olor fragante a Dios” (Ef. 5:2). En cuanto a las numerosas referencias de Pablo a la “sangre” de Jesucristo (Rom. 3:25; 5:9; Ef. 1:7; 2:13; Col. 1:20), George E. Ladd55 ha sostenido que antes de morir Jesús físicamente vertió poca sangre, mientras que Millard J. Erickson56 ha concluido que “sangre” significa que su muerte fue un sacrificio por nuestros pecados.
c. Las epístolas petrinas
La sangre de Cristo es como la de “un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Ped. 1:19).
d. La epístola a los Hebreos
El tema se elabora principalmente en los capítulos 7–10. Jesús es tanto sumo sacerdote (9:11–14; 10:21; asimismo 4:14–16) como ofrenda o víctima (7:27; 8:3; 9:14, 26). Ha ofrecido un sacrificio “una vez para siempre” (7:27; 9:12, 26; 10:10, 12, 14). Su sacrificio es el del Hijo de Dios, que no tuvo pecado (4:15; 7:26, 28), no el de los sacerdotes pecadores y mortales.
e. El Evangelio de Juan
Este autor parece ser el único de los escritores neotestamentarios que no “asignan una posición importante a la muerte de Jesucristo entendida como sacrificio”.57 Sin embargo, se refiere a la necesidad de que el Hijo del Hombre “sea levantado” (3:14; 12:32), a la muerte como un “grano de trigo” (12:24) y a la glorificación del Hijo del Hombre (12:23; 13:31).58
Markus Karl Barth (1915–) ha afirmado que el concepto de la muerte de Jesús como “el sacrificio” muestra de un modo único la necesidad, el costo y el carácter de la relación entre Dios y el hombre, deja sentado que la redención “no es obra solamente de Jesús” sino del Dios trino, demuestra “qué es el verdadero hombre y la verdadera humanidad”, identifica la muerte y la resurrección de Jesús como “el único sacramento verdadero” y sirve para recordar que “hay una comunidad y una continuidad inquebrantables entre Israel, el pueblo elegido de Dios y la iglesia”.59
10 Ver Tomo I, cap. 36, I, A, 2, b.
11 Helmer Ringgren, Sacrifice in the Bible, World Christian Books, núm. 42 (London: Lutterworth Press, 1962), p. 7.
12 John S, Whale, Victor and Victim: The Christian Doctrine of Redemption (Cambridge: University Press, 1960), p. 42. Véase Frances M. Young, Sacrifice and the Death of Christ (London: S.P.C.K., 1975), pp. 3–17.
13 On Sacrifice: A Reformation Treatise on Biblical Theology, trad. John Warwick Montgomery (St. Louis: Concordia Publishing House, 1962), pp. 40, 66–73. Publicado por primera vez en 1569.
14 Sacrificial Worship of the Old Testament, trad. James Martin (Edinburgh: T. and T. Clark, 1863; ed. reimpr.; Grand Rapids: Baker Book House, 1980), esp. p. 64.
15 The Scriptural Doctrine of Sacrifice (Edinburgh: T. and T. Clark, 1877), pp. 32–33, 221–57.
16 Sacrifice: Its Prophecy and Fulfilment (Edinburgh: David Douglas, 1894), pp. 17–18, 29.
17 Prolegomena to the History of Israel, trad. J. Sutherland Black y Allan Menzies (Edinburgh: A. and C. Black, 1885), pp. 61–82.
18 Robert J. Daly, S. J., The Origins of the Christian Doctrine of Sacrifice (Philadelphia: Fortress Press, 1978), p. 6.
19 Scott, Sacrifice: Its Prophecy and Fulfilment, pp. 19–20. Spencer fue el autor de De legibus Hebraeorum ritualibus et earum rationibus (Cambridge, 1685).
20 Primitive Culture: Researches into the Development of Mythology, Philosophy, Religion, Language, Art and Custom, 2 tomos (5a ed.; London: J. Murray, 1913), 2:375–80. Publicado por primera vez en 1871.
21 The Principles of Sociology (3a ed.; New York: D. Appleton and Co., 1896), 2 tomos en 4, pp. 257–61. Según Spencer, los obsequios funerarios habían llevado a los sacrificios religiosos entendidos como obsequios.
22 Primitive Semitic Religion Today: A Record of Researches, Discoveries and Studies in Syria, Palestine and the Sinaitic Peninsula (Chicago: Fleming H. Revell Co., 1902), pp. 221–22. Sin embargo, Curtiss dejaba espacio para el sacrificio sustitutivo (pp. 224–28).
23 Sacrifice in the Old Testament: Its Theory and Practice (Oxford: Clarendon Press, 1925), pp. 2, 55–95.
24 Benefits of His Passion (New York: Abingdon Press, 1956), pp. 32–33.
25 Scott, Sacrifice: Its Prophecy and Fulfilment, pp. 20–21. Sykes escribió An Essay on the Nature, Design, and Origin of Sacrifices (London: J. and P. Knapton, 1748).
26 Lectures on the Religion of the Semites: The Fundamental Institutions (New York: Macmillan, 1927), pp. 216–17, 236–68. Gray, Sacrifice in the Old Testament, pp. 11–12, concluyó que la teoría de Smith no podía aplicarse a Israel.
27 An Introduction to the History of Religion (London: Methuen and Co., 1896), pp. 223–25, 285–86.
28 Éétudes sur les religions sémitiques (2a. ed.; Paris: V. Lecoffre, 1905), pp. 247 ss., citado por W. O. E. Oesterley, Sacrifices in Ancient Israel: Their Origin, Purposes, and Development (London: Hodder and Stoughton, 1937), pp. 18–19.
29 Das Gebet: Eine religionsgeschichtliche und religionspsychologische Untersuchung (Munich: Ernst Reinhardt, 1921), pp. 71–80.
30 Religion in Essence and Manifestation, trad. J. E. Turner y Hans H. Penner (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1986), pp. 356–60.
31 Theology of the Old Testament (Philadelphia: Westminster Press, 1961), 1:146–48.
32 The Origin and Development of the Moral Ideas, 2 tomos (London, New York: Macmillan 1906, 1908), 1:61–66; 2:612–26.
33 Origins of Sacrifice: A Study in Comparative Religion (London: John Murray, 1933; ed. reimpr.: Port Washington, N.Y.: Kennikat Press, 1971), pp. 255–57.
34 Les origines cananéenes du sacrifice israelite (Paris: E. Leroux, 1921), p. 27, citado por Oesterley, Sacrifices in Ancient Israel, pp. 19–20.
35 The Divine Legation of Moses Demonstrated…, 2 tomos en 3 (London: Fletcher Gyles, 1738–41), libro 4, secc. 4; libro 9, cap. 2, citado por Scott, Sacrifice: Its Prophecy and Fulfillment, p. 21.
36 An Inquiry into the Origin and Intent of Primitive Sacrifice… (London: John Murray, 1825), p. 19, citado por Scott, Sacrifice: Its Prophecy and Fulfillment, p. 21.
37 Symbolik des Mosaischen Cultus, 2 tomos (Heidelberg: J. C. B. Mohr, 1837–39), libro 2, citado por Scott, Sacrifice: Its Prophecy and Fulfillment, p. 21.
38 The Golden Bough, 1 tomo, ed. abr. (New York: Macmillan, 1923), passim.
39 Völkerpsychologie: Eine Untersuchung der Entwicklungsgesetze von Sprache, Mythus und Sitte, 6 tomos (Leipzig: W. Engelmann, 1910–15), 6:463 ss., citado por Oesterley, Sacrifices in Ancient Israel, p. 21. Wundt también tuvo en cuenta las teorías del obsequio y de la comunión.
40 Essai historique sur le sacrifice (Paris: E. Nourry, 1920), esp. pp. 11 ss., citado por Oesterley, Sacrifices in Ancient Israel, p. 22.
41 Geschichte der israelitischen und jüdischen Religion (Giessen: A. Topelmann, 1922), p. 28, citado por Oesterley, Sacrifices in Ancient Israel, pp. 21–22. Holscher también tuvo en cuenta las teorías del obsequio y de la expiación.
42 Sacrifices in Ancient Israel, p. 23.
43 Sacrifices in the Bible, pp. 8–9 y caps. 1–3.
44 Sacrifice and the Death of Christ, pp. 25–30, 61–63, 80–82, 111–31.
45 The Origins of the Christian Doctrine of Sacrifice, pp. 4–5.
46 Sanctuary and Sacrifice: A Reply to Wellhausen (London: Eyre and Spottiswoode, 1895).
47 Penitence and Sacrifice in Early Israel outside the Levitical Law: An Examination of the Fellowship Theory of Early Israelite Sacrifice (Leiden: E. J. Brill, 1963).
48 Frank Derek Kidner, Sacrifice in the Old Testament (London: Tyndale Press, 1952).
49 Victor and Victim, p. 52.
50 Interpreting the Atonement (Grand Rapids: Eerdmans, 1966), p. 24.
51 Christian Theology, pp. 804–05.
52 G. Nagel, “Sacrifice—Old Testament”, en Jean-Jacques von Allmen, ed., A Companion to the Bible (New York: Oxford University Press, 1958), p. 379. Véase arriba el Tomo I, cap. 34, III, B.
53 Ibíd, p. 380.
54 Acerca del rechazo por parte de la iglesia primitiva de ambos tipos de sacrificios, véase Young, Sacrifice and the Death of Christ, pp. 47–53.
55 A Theology of the New Testament, p. 424.
56 Christian Theology, p. 809.
57 M. Carrez, “Sacrifice—New Testament”, en von Allmen, ed., A Companion to the Bible, p. 382.
58 Los textos referidos al “Cordero de Dios” (1:29, 36) han sido tratados bajo el título “Jesús el Siervo del Señor” en el Tomo I, cap. 41, II, C, 5.
59 Was Christ’s Death a Sacrifice?, Scottish Journal of Theology Occasional Papers, núm. 9 (Edinburgh: Oliver and Boyd, 1961), pp. 48, 50–55.
Garrett, J. L., h. (2011). Teologia sistematica: Biblica, historica y evangelica. (N. Bedford de Stutz, D. Stutz, & L. W. de Bedford, Trads.) (Tercera edición, Vol. II, pp. 14–21). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.

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