Literatura apocalíptica, antiguo Medio Oriente, trasfondo
Literatura apocalíptica, trasfondos del Cercano Oriente antiguo. La literatura apocalíptica es un género antiguo cuyo nombre deriva del griego ἀποκάλυψις (apokalypsis), o “revelación”. Es crucial entender la literatura apocalíptica dentro del contexto del Cercano Oriente antiguo para entender su uso en los escritos posteriores de los judíos y de los cristianos.
Temas críticos: definir la literatura apocalíptica
El concepto de la literatura apocalíptica es predominante en el libro de Apocalipsis y en el libro de Daniel. Estas dos obras, junto con numerosos textos extracanónicos judíos y cristianos (ej., Apocalypse of Peter, 1 Enoch, Jubilees, y 4 Ezra), parecen representar un género autoconsciente que emplea elementos literarios específicos para comunicar mensajes escatológicos. Estos mensajes son revelaciones divinas, las cuales se comunican a una figura humana por medio de una diversidad de seres sobrehumanos y que revelan una realidad trascendente con implicaciones temporales y espaciales (Collins, Apocalypse: The Morphology of a Genre, 9).
Numerosos de los otros textos bíblicos no son apocalípticos en su totalidad, pero contienen secciones y elementos apocalípticos (ej., Isa 24–27; Zac 9–14; Mar 13; Mat 24). Aunque estos textos son similares, ni siquiera hay dos de ellos que usen de los mismos recursos literarios o que sostengan las mismas presuposiciones teológicas. Como resultado, la definición y el significado exacto del término “apocalíptico” está bajo discusión.
Hanson y Rowland han abandonado el uso de “apocalíptico” como un término general. En lugar de eso, utilizan un patrón que divide al término “apocalíptico” en tres elementos:
• Un género literario
• Una teología relacionada con una cosmovisión particular
• Un movimiento sociológico
Este enfoque permite que el término “apocalíptico” se refiera a más que simplemente un número específico de textos; por el contrario, se lo puede apreciar por su enfoque peculiar y por su presencia en lugares que previamente no habían sido categorizados como “apocalípticos”. Käsemann enfatiza la influencia amplia de la literatura apocalíptica, manifestando que “la literatura apocalíptica fue la madre de toda la teología cristiana” (Käsemann, Essays on New Testament Themes, 102).
Género literario. Aunque Russell y Hanson consideran a la literatura apocalíptica como una subcategoría de la profecía, Muller y von Rad sostienen que es un derivado de la tradición de la sabiduría. Betz atribuye el surgimiento de la literatura apocalíptica a los efectos más amplios de la cultura helenística. Sin embargo, es más probable que los autores antiguos del 250 a.C.–250 d.C. no hayan estado trabajando con clasificaciones de género tan rígidas. Ciertos elementos de un texto pueden asemejarse a la profecía o a la sabiduría, pero como un todo los textos apocalípticos tienen más semejanza los unos con los otros. Por lo tanto, la literatura apocalíptica se puede categorizar en algún lugar entre la profecía y la sabiduría.
Los textos catalogados como apocalípticos ponen énfasis en la revelación. Esta revelación con frecuencia involucra una obra escatológica de “salvación”, que usualmente se comunica por medio de sueños, visiones u otros recursos asociados con la sabiduría mántica. Esta salvación es futura (temporal) e involucra realidades sobrenaturales (espaciales). Los elementos temporales de esta “salvación” se basan por lo general en el uso de la profecía ex eventu, recurso literario en el cual el autor escribe acerca de eventos del pasado como si los estuviera prediciendo. El uso de la profecía ex eventu típicamente lleva a la predicción de un gran acto de salvación divina que sucede en el tiempo del autor. Estos recursos literarios por lo general se unen por medio de una estructura narrativa que describe a un mediador sobrenatural quien le proporciona a un receptor humano la revelación y las instrucciones relacionadas con el curso correcto de acción.
Teología. El atributo más distintivo de la literatura apocalíptica es su escatología. Dentro de la literatura apocalíptica, la escatología se basa en la creencia de que un dios intervendrá en la historia para traer a la existencia un futuro anticipado. Con frecuencia la idea de que dicho dios juzgará y/o destruirá esta realidad y creará una nueva realidad acompaña a ese futuro; esta nueva realidad generalmente refleja, y con frecuencia embellece, la gloria primordial de un pasado idealizado. Con frecuencia una resurrección, y ocasionalmente un “juicio de los individuos después de la muerte” acompañan esta victoria cósmica (Collins, Apocalypse and Eschatology). Por lo general se retrata al futuro anticipado tan inminente como las señales autentificadas presentes en los días del autor.
La teología de la literatura apocalíptica también se caracteriza por la división de la historia del mundo en esta era y en la era venidera. Aunque esto es más evidente en la literatura persa, es un enfoque común para entender el tiempo en el Cercano Oriente antiguo y no se limita a los textos apocalípticos. El dualismo también es un rasgo común de la teología apocalíptica, particularmente en el aspecto de catalogar a los reyes, a los tiempos o a las personas positiva o negativamente y de asociar esa calificación con una lucha cósmica. Esto ayuda a orientar a la comunidad en la dirección de un futuro anticipado, aunque el propósito de describir el futuro afecta el presente del autor, lo cual es la meta. La combinación del dualismo con una esquematización de la historia crea un fuerte sentido de determinismo: tal vez el mundo no sea de la manera que fue planeado, pero mejorará porque los dioses tienen el control.
La sabiduría mántica también juega un papel importante en la literatura apocalíptica. A diferencia de la sabiduría proverbial, que busca argumentos racionales y la observación de la repetición para entender el universo, la sabiduría mántica busca la interpretación de los eventos por medio de los seres o agente divinos. En la sabiduría mántica, los individuos buscan el entendimiento divino para interpretar las estrellas (astrología), los sueños (onirología), o las anomalías en las entrañas de los animales (extispicio).
Movimiento sociológico. Como un movimiento sociológico, la literatura apocalíptica se ve motivada por la crisis. Esto se basa en la creencia de que la escatología apocalíptica es la respuesta a una crisis presente y de que se logra a través de la intervención sobrenatural directa que a su vez se relaciona directamente con la comunidad en crisis. La comunidad de los esenios en Qumrán es un ejemplo de comunidad apocalíptica.
Hipótesis persa
La literatura persa ofrece paralelos asombrosos con los textos apocalípticos, y desde fines del siglo XIX se ha discutido sobre la literatura persa en conexión con la literatura apocalíptica. En el 1895, Gunkel fue el primero que propuso la hipótesis de que la literatura apocalíptica podría rastrearse hasta la literatura persa; reconoció aspectos comunes referente al uso de diferentes metales para representar los períodos históricos encontrados en Dan 7. Estas conexiones llevaron a un movimiento que buscaba ver el origen de la literatura apocalíptica en la religión persa, específicamente en el zoroastrismo. Aunque Collins, Russell, y otros han explorado las conexiones con los libros de Enoc y con el material del Qumrán, todavía no es clara la relación de la teología persa con la literatura apocalíptica en el Cercano Oriente antiguo.
Textos. Los textos persas clasificados como apocalípticos se encuentran principalmente en la literatura Pahlavi. La forma de estos textos refleja un punto de vista marginalizado que proviene de un tiempo posterior a la caída del Imperio sasaniano en el 651 d.C. Aún las copias más antiguas se pueden fechar en el siglo noveno d.C. Aunque alcanzaron su forma presente en el siglo séptimo, contienen material más antiguo; posiblemente incluso secciones de la Avesta que se cree que son del mismo Zoroastro (Collins, Apocalyptic Imagination, 29–30).
Este material se utilizó en nuevos contextos, pero con edición mínima, lo que ofrece indicios de lo que sería el contexto original de los textos (Hultgård, Persian Apocalypticism, 33). Estos nuevos contextos determinan la presentación del material más antiguo en lugar de simplemente embellecerlos (Hultgård, Forms and Origins of Iranian Apocalypticism, 387–89). Por ejemplo las narrativas mismas son construcciones posteriores para la teología más antigua la cual originalmente estaba en un formato de preguntas y respuestas entre Zoroastro y Ahura Mazda (el dios elevado) (ver Collins, Persian Apocalypses y Hultgård, Forms and Origins of Iranian Apocalypticism).
El más famoso de estos textos es el Zand Vohuman Yast (o Bahman Yast) el cual es una interpretación del Vohuman Yast, que se piensa fue la fuente para muchas otras obras (ej., Oracle of Hystaspes). El texto describe a Zoroastro pidiéndole a Ahura Mazda la inmortalidad; en lugar de lo que pide, recibe “conocimiento pleno” (III.6b-8). Registra la visión de un árbol con cuatro ramas compuestas de un metal diferente (I.3–5). Ahura Mazda le explica que la visión representa diferentes reinos, y describe al enemigo final; que se cree que representa a los griegos. Esta visión posteriormente se amplia para que incluya un total de siete brazos, y Ahura Mazda describe un proceso de agitación cósmica y política antes de que la figura de un “salvador” final venga y destruya a los enemigos (III.14–23). Luego de este evento hay un período de paz, en el cual las personas dominan la medicina al punto de eliminar la muerte. Cuando termina ese período, ocurre una gran purificación y la resurrección de todas las criaturas mientras comienza la era final (III.58–63). También se encuentra un dualismo fuerte a lo largo de todas las visiones. Un ejemplo singular se relaciona con un giro escatológico, “Yo [Zaratust] he visto una celebridad con muchas riquezas, cuya alma, infame en el cuerpo, estaba hambrienta y amargada y en el infierno, y que a mí no me parecía exaltado; y ví a un mendigo sin riquezas y sin esperanzas, y su alma estaba floreciente en el paraíso y me parecía exaltado” (II.12; West, Pahlavi Texts, 197). La obra de
Plutarco Sobre Isis y Osiris (capítulo 46 y 47) es otra evidencia importante sobre la literatura apocalíptica persa. La fecha de la obra se remite a fines del siglo primero d.C. y afirma contener teología persa en base a lo explicado por Teopompo en el siglo cuarto a.C. Por lo tanto este material ofrece la evidencia más antigua de la literatura apocalíptica persa. Plutarco describe a dos dioses que luchan por el dominio sobre cada período de la historia. Finalmente, el reino de un dios será destruido; por último, el Hades mismo será destruido, y la tierra colapsará. Al final, las personas vivirán vidas felices: no morirán, no necesitarán comer, no se deprimirán, y hablarán una sola lengua. El relato de Plutarco—especialmente sobre los períodos de lucha—comparte elementos con otras obras que se encuentran en la literatura Pahlavi.
Argumentos a favor. Los tres elementos del modelo apocalíptico están presentes en la literatura persa, incluyendo el enfoque en la revelación divina (específicamente utilizando la sabiduría mántica), la división de la historia en períodos, y un fuerte sentido de determinismo (Olsson, Apocalyptic Activity, 26). El uso del dualismo para comprender la lucha cósmica entre el bien y el mal también está bien desarrollado. Se cree que la escatología es el material más antiguo preservado por los textos. El hecho de que se haya preservado en los textos posteriores una tradición teológica que enfatiza la escatología indica su importancia en la sociedad (Hultgård, Forms and Origins of Iranian Apocalypticism, 391). Esta escatología se remonta a por lo menos el siglo primero d.C. y retuvo su influencia hasta el siglo noveno d.C.
La literatura emplea recursos literarios apocalípticos tal como el discurso con seres sobrenaturales y un autor anónimo que escribe en primera persona como una figura venerada del pasado. También es evidente que la forma apocalíptica refleja las realidades de una sociedad con problemas posterior al período sasaniano. El lenguaje simbólico juega un papel central en la incorporación de material escatológico más antiguo a una estructura posterior.
Argumentos en contra. El punto más flojo de la hipótesis persa radica en el fechado de la literatura y en la libertad con la cual los escribas utilizaron los materiales más antiguos. Por ejemplo, cuando la periodización de la historia en el Zand Vohuman Yast se extiende de cuatro ramas a siete, las adiciones se enfocan principalmente en el período sasaniano. Aunque la reinterpretación de los materiales y de la teología apocalíptica más antigua y es una práctica común en muchas culturas, el problema de ponerle una fecha significa que no hay una manera de determinar si los textos persas son anteriores o contemporáneos con las obras helenísticas a las cuales se parecen. En este punto, no hay manera de determinar el nivel de desarrollo de la literatura apocalíptica persa antes del siglo noveno d.C. (Collins, Persian Apocalypses, 207).
Hipótesis acadia
La antigüedad de la literatura acadia ofrece uno de los ejemplos más antiguos de literatura del Cercano Oriente antiguo. La conexión de la literatura acadia con la literatura apocalíptica es un desarrollo más reciente pero influyente. Los que argumentan a favor de la literatura apocalíptica acadia lo hacen basados en una convergencia de rasgos en la literatura acadia y en su antigüedad establecida.
Textos. Aún se debate la clasificación del género de los cinco textos acadios que se consideran aquí.
• Grayson y Lambert los catalogaron como profecías debido a que entienden que la predicción es la característica central de la profecía.
• Hallo reclasificó los textos como apocalípticos.
• Longman los catalogó como “autobiografía acadia de ficción con un final profético” (Longman, Fictional Akkadian Autobiography, 166–67)
• Ellis los etiquetó como “textos literarios predictivos” (Ellis, Observations on Mesopotamian Oracles and Prophetic Texts: Literary and Historiographic Considerations, 127–86).
Estas clasificaciones reflejan los intentos de manejar el número limitado de textos a medida que se los coloca junto con otras clases de literaturas acadias conocidas, tales como augurios astrológicos, textos religiosos, y juramentos. Aunque generalmente a estos cinco textos se los agrupa juntos, hay un pequeño acuerdo acerca de cómo relacionarlos entre sí y con la literatura acadia como un todo. Abajo se los divide en dos grupos en base a la similitud de estructura (ver Longman, Fictional Akkadian Autobiography.)
La profecía de Shulgi (texto C) y la profecía de Marduk (texto D), parecen ser secciones de una misma obra. Como resultado, comparten muchos de los mismos elementos literarios apocalípticos, que incluyen:
• profecía Ex eventu
• Adoctrinamiento
• Súplicas al reino sobrenatural por revelaciones
• Lenguaje simbólico que tenía el propósito de ser interpretado por una audiencia familiarizada con las referencias del autor.
Ambos textos siguen una estructura similar, presentando una introducción en primera persona con una revelación divina o sueño, luego una narrativa de la historia y finalmente una profecía. En la profecía de Marduk, se describe al dios Marduk como rey (I.7) junto con un rey salvador humano que ordenará la sociedad (III.7–8; IV.4), renovará el culto (I.1), y establecerá la exención de impuestos para los babilonios (I.19). En la profecía de Shulgi, un rey humano habla como un ser divino (6”) y predice el levantamiento de un rey salvador humano quien restaurará el orden en el caos de la sociedad a medida que repara los santuarios antiguos y construye nuevos (V. 16–32).
Los tres textos restantes—el texto A, la profecía de Uruk, y la profecía dinástica—se estructuran alrededor de un quiebre de la historia que se basa en la duración del reinado de cada rey sucesivo y en la bondad o maldad de ese rey (Text A: I.9, 14; II.2, 9, 14b, 19, 20; Uruk: Obverse 9; Reverse 3, 7b, 9, 11, 16; Dynastic Prophecy: II.4–10, 11–16, 17–24). Aunque esto permite que cada período de tiempo sea clasificado como bueno o malo, estas categorías no están conectadas con una lucha cósmica. Esencialmente, la clasificación de cada rey se basa en el que haya concedido o negado la justicia, mantenido o descuidado las obligaciones religiosas, y en su crónica de batallas. Por ejemplo, la profecía dinástica manifiesta que (Grayson, Babylonian Historical-Literary Texts, 35):
15 “Enlil, Shamash, y [Marduk]
16 irán al lado de su ejército [y]
17 la derrota del ejército de los hanaeanos el [ocasionará]
18 llevará su botín de guerra masivo y
19[traerá (lo)] a su palacio.
20El pueblo que había [experimentado] desgracia
21[disfrutará] bienestar
22 El humor de la tierra [será uno de felicidad].
23 La exención de impuestos […]” III.15–23
La profecía dinástica describe a un rey, posiblemente Darío III, que derrota a los “hanaeanos”, probablemente Alejandro el Grande (Longman, Fictional Akkadian Autobiography, 151). Este no fue el caso desde el punto de vista histórico; sin embargo, esta falta de exactitud no se puede explicar por el uso de la profecía ex eventu que lleva a una predicción falsa acerca de un evento inminente, debido a que la profecía dinástica continúa con la condena a los Imperios griego y seléucida (III.15–22). Parece que la teología del autor era lo suficientemente fuerte como para reescribir su historia. Se describe la victoria imaginaria como suficiente para asegurar la exención de impuestos para el pueblo (III.23).
Argumentos a favor. Los textos acadios demuestran colectivamente seudonimia, lenguaje esotérico, profecía ex eventu, una comprensión determinista de la historia, dualismo ético, y un contexto de agitación social y anuncio de restauración. Estos textos están fechados desde fines del segundo milenio a.C. (profecía de Marduk) hasta el siglo segundo a.C. (profecía dinástica), y demuestran un papel distintivo en la sociedad acadia.
Argumentos en contra. La literatura apocalíptica acadia recibe crítica principalmente debido a la “escatología estrecha” que comparten todos los textos. En cada texto, el futuro es simplemente una versión mejorada del presente (Walton, Ancient Near Eastern Thought and the Old Testament, 313). A este futuro en general lo ocasiona una figura humana. El texto también carece de revelación o mediación divina; los únicos ejemplos concebibles de mediación o revelación son la profecía de Marduk y la profecía de Shulgi. El principio de ambos textos se refiere a la sabiduría mántica y al origen divino de la información, pero no proveen contexto para su transmisión. En lugar de eso, la visión simplemente se expone sin interpretación. A las visiones/profecías casi siempre les falta completamente el simbolismo intensificado que es común en las otras formas de literatura apocalíptica.
Debido a la ausencia de escatología y a la falta de lenguaje simbólico que exprese revelación divina, Ellis y Nissinen han cuestionado la idea de una literatura apocalíptica acadia desarrollada. Walton sostiene que por el contrario, una cosmovisión mítica común al Cercano Oriente antiguo se combinó con la cultura helenística, abriendo de esta manera la posibilidad de que los textos sean obras de ficción literaria diseñados como elementos de adoctrinamiento (Walton, Ancient Near Eastern Though and the Old Testament, 79–80).
Conclusiones
A pesar de la dificultad para fechar la escatología de la literatura persa, la hipótesis de una literatura apocalíptica persa desarrollada es válida. El uso de la escatología—especialmente para entender una nueva crisis—revela lo crucial que fue esta teología para la cosmovisión del autor. La adaptación de la literatura apocalíptica a una estructura apocalíptica posterior no disminuye el papel que la literatura apocalíptica tuvo en la religión persa más antigua ni su importancia en moldear a la sociedad persa. El hecho de que haya una evidencia tan temprana de la literatura apocalíptica significa que no fue un desarrollo posterior de religiones fracasadas, sino que tiene una larga historia de luchas con un mundo deteriorado. El poder de la escatología apocalíptica fue lo suficientemente grande como para sostener a la religión persa a lo largo de los siglos de un poder que crecía y decrecía.
A la inversa, la hipótesis de una literatura apocalíptica acadia desarrollada no se sostiene mayormente debido a la falta de una escatología apocalíptica. Incluso Longman, que apoya la literatura apocalíptica acadia, lo hace debido a que los textos no se ajustan a otras formas literarias de los acadios (Longman, Fictional Akkadian Autobiography, 166).
Comprender el desarrollo de la literatura apocalíptica es crucial para leer y aplicar las Escrituras hebreas y el Nuevo Testamento. Por ejemplo, la comprensión del uso que la literatura acadia hace de la profecía ex eventu le permite al lector proporcionar las fechas aproximadas para el libro de Daniel, lo cual a su vez permite establecer el contexto histórico. Este contexto provee el fundamento necesario para percibir las creencias singulares de Daniel acerca de lo que Dios estaba haciendo en el mundo y acerca de cómo eso se relacionaba con sus promesas del pacto en medio del caos social y religioso.
La principal advertencia es contra el intento de dar explicaciones definitivas acerca de la literatura apocalíptica de otros lugares del Cercano Oriente antiguo. La literatura apocalíptica persa se fundamentaba en una cosmovisión mítica que era común en muchas sociedades de esa época. Tratar de explicar el desarrollo de la literatura apocalíptica en otras religiones simplemente como un derivado posterior de la religión persa antigua sería inapropiado. Por otra parte, la literatura acadia aún tiene un beneficio enorme al ayudar a comprender las imágenes y la estructura de revelación que posteriormente se desarrollaron en el apocalipsis histórico del judaísmo del período del segundo templo y en el libro de Apocalipsis.
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