EL PROPÓSITO DE LA VIDA EN ECLESIASTÉS

SEMINARIO TEOLÓGICO CENTRO AMERICANO (SETECA)

Presentado en cumplimiento parcial de los requisitos de la materia Antiguo Testamento IV

Alfredo J. Velázquez Cortés

13 de junio de 2021

EL PROPÓSITO DE LA VIDA EN ECLESIASTÉS

Introducción

Este ensayo tiene el propósito de presentar la perspectiva de la vida según Eclesiastés. ¿Por qué la vida se torna difícil? ¿Habrá formas de evitar el sufrimiento? ¿Será todo causa y efecto? Preguntas como esas suelen ser el pan de cada día. Es posible que el mundo se vea como una niebla, que la oscuridad opaque la luz que quiere brillar. Pero ¿habrá propósito en todo esto? Eclesiastés dará respuesta, no a todo, pero sí a muchas preguntas e incógnitas de la vida. Explorar la sabiduría de un hombre que lo tuvo todo servirá como evidencia de que la vida no siempre podrá ser explicada; habrá ángulos y contextos que determinarán como se comprende la vida y sobre todo cuál es el sentido de esta. Este tema es una invitación a la reflexión, ¡iniciemos la travesía!

Eclesiastés el predicador

El libro de Eclesiastés funge un papel muy importante en la lectura sapiencial. Es un libro que invita a la audiencia a buscar la sabiduría práctica, pero, a diferencia de Proverbios o algunos Salmos sapienciales, pareciese que el pesimismo tomara dominio de las palabras de aquél gran predicador. La pregunta que surge es ¿quién es el predicador? Etimológicamente “Eclesiastés” viene del hebreo Qohéleth que se traduce como «predicador».[1] El predicador no era cualquier persona, se proclama como Hijo de David, él era el rey en Jerusalén (Ec 1:1).[2] Este personaje había alcanzado lo que muchos llamarían éxito. Estaba sentado en la posición real. ¿Qué nos podría contar un hombre que lo tiene todo?

El “éxito” no como un todo, sólo como parte del proceso

El predicador había vivido lo que muchos habían soñado; había experimentado lo que muchos solo habían contemplado. Su vida podría ser una novela para ser leída o una película para ser contada. Él vivió la vida en un contexto que no era usual. Para muchos fue el hombre más sabio del mundo, una sabiduría que trascendía a la de los sabios contemporáneos, su sabiduría venía de Dios (1 R 5:12). Fue escogido, capacitado y posicionado; el resultado se hizo evidente, sus escritos notorios (1 R 4:32). Su fama se extendió por el mundo, los reyes querían aprender de él (1 R 10:1-3). ¡Qué hombre tan ilustre!

Parece que el predicador fue una persona exitosa. Pero ¿por qué el tema de la vanidad predomino en su escrito? ¿Por qué no fueron más las historias de éxito? ¿Por qué Eclesiastés contiene asuntos que parecen ser contradictorio o no exitosos? No se puede dar una respuesta precisa, pero sí se puede afirmar que la vida no consiste en éxitos. Parece que el predicador lo entendió así. El éxito para muchos puede ser alcanzar conocimiento, fama y riquezas; pero al final, todo puede ser vanidad si se olvida lo esencial de la vida. En 33 ocasiones el predicador habla sobre la vanidad y solamente cuatro veces hace mención del éxito; utilizando la traducción NTV en libro de Eclesiastés, se puede encontrar la palabra “éxito” de forma explícita.

El éxito no es superior a la vanidad, todo es parte de un proceso. El predicador ve la vida desde una perspectiva donde ya había experimentado todo. Donde había visto diferentes escenarios y resultados. Parecía que en ocasiones la vida era predecible, pero otros casos no. Es posible que una de sus palabras más impactante acerca de la vida y de su propósito sean las que se encuentran en Eclesiastés 9:11:

Observé algo más bajo el sol. El corredor más veloz no siempre gana la carrera y el guerrero más fuerte no siempre gana la batalla. Los sabios a veces pasan hambre, los habilidosos no necesariamente son ricos y los bien instruidos no siempre tienen éxito en la vida. Todo depende de la suerte, de estar en el lugar correcto en el momento oportuno.[3]

Es importante analizar las palabras de este sabio predicador. Hay algunas preguntas que son validas hacer. ¿La vida depende de un momento de suerte? ¿Algunas personas están destinadas al éxito y otras a la vanidad y al fracaso? Como se menciono anteriormente, si la vida dependiera del éxito, hubiera sido muy probable que el predicador hubiera hecho de ese tema el principal de su escrito, pero no es así. Todo tiene un lugar y un propósito, diría el predicador.

El proceso de la vida

El predicador observa que la vida no se trata de arrancar, sino de perseverar. No es un camino corto, es una travesía larga, difícil y con sorpresas. Pero, si el hombre está en el lugar correcto en la hora indicada, el momento oportuno llegará. Para muchos este momento será denominado como “vanidad”. El predicador vio que no todos entenderían cuál sería el propósito de la vida. ¿A caso no es llegar a la meta? ¿No es terminar lo que un día se empezó? Si lo alcanzas, algunos dirán ‘¡tuvo éxito!’ El predicador, una vez más diría ‘es parte del proceso de la vida’. Las cosas buenas llegan a los que hacen el bien, pero, si por alguna razón el mal fuera lo que abraza esa persona; si ese mal se puede llamar enfermedad, pobreza, perdida familiar; al final de la historia el hombre bueno dirá ‘lo logré; viví la vida; alcance el propósito de Dios’. Aquél que ve la vida como parte de un proceso, en el cual Dios actúa en supervisión, podrá ir captando la idea del predicador, de Eclesiastés.

El propósito de la vida es temer a Dios

El predicador paso mucho tiempo reflexionando sobre el propósito de la vida. Las conclusiones que ha dado tienen contextos específicos. Sin embargo, hay una respuesta que se ha visto en sus escritos. Parece que el tema a finalizar será una respuesta duradera, una que servirá para la generación que vendrá. El predicador fue joven y aconsejo a los jóvenes a disfrutar la vida (Ec 11–12), pero, para que la vida tuviera propósito esta tenía que estar acompañada del temor. Creo que el predicador ha dado un mensaje claro, la vida será incierta, pero Dios no; las generaciones pasarán, pero Dios no; la fama cesará; pero Dios no, su nombre será recordado por todos y en todas las edades, Dios es.

¿Cuál sería el consejo para alcanzar el propósito en la vida? El predicador dejo claro que cada decisión conllevaría un resultado y por esto seríamos juzgados. Como algunos comentaristas afirman: “Trágicamente, la juventud no dura mucho; se va tan rápido como el vapor; al parecer todos descubrimos que envejecemos demasiado pronto y nos volvemos listos demasiado tarde”.[4] Por lo tanto, al parecer de alguna forma el predicador estaba dando a entender que, si se vive una vida alejada del temor de Dios, al final, nada tendrá sentido, aunque hayas sido alcanzado por el éxito o el fracaso, todo sería vanidad. Para contrarrestar la vanidad, hay un concepto clave que el predicador brindará a sus lectores “teme a Dios” (Ec 3:14; 5:7; 7:8; 8:12-13; 12:13).

Eclesiastés y su valor para comprender la vida cristiana

Aunque es cierto que el predicador no menciona a Dios en todas sus ideas, se puede observar que el sujeto principal es Dios y el propósito para una mejor comprensión de la vida será acércanos con temor y confianza al único sabio e inmutable Dios, creador de todo lo habido (Ec 2:24). La vida del creyente no consiste en lo que podamos alcanzar, sino en quienes somos. El hombre es creado a imagen de Dios y su propósito será estar en cercanía con Él y cumplir sus designios tal como lo fue en el huerto del Edén (Gn 1–2). Si el hombre vive alejado de Dios, todo será vanidad. Sin embargo, si el hombre experimenta el sufrimiento, fracaso ante a las exigencias de un mundo posmoderno, pero si este ha crecido en temor y confianza hacía Dios, me parece que habrá alcanzado el propósito de la vida.

El escenario que presenta el predicador nos servirá como plataforma para predicar. Usar la perspectiva del predicador, es decir su ángulo, como él observo la vida; esto será útil para cumplir la misión de evangelizar, no solo a los pobres si no a los ricos que viven una vida lujosa, pero en pobreza espiritual. De acuerdo con William Lasor “Aunque Eclesiastés no contiene material profético ni tipológico reconocible, igualmente prepara el camino para el evangelio cristiano”.[5] El hombre sin Dios, tendrá un vació que no será saciado con placeres momentáneos. Pero aquél que teme a Dios será saciado, porque será invitado a tomar del agua que sacia para siempre y fluye para vida eterna (Jn 4:14; cp. Is 55:1; Ap 22:17).

Usar el libro de Eclesiastés para desafiar aquellos que creen tener todas las respuestas posibles, será de utilidad. El mundo está repleto de “sabios” o de personas que creen comprender la vida y que esta puede tener sentido alejado de Dios. Con una mirada penetrante y una pluma incisiva, Eclesiastés desafió la excesiva confianza de la sabiduría más antigua y sus aplicaciones erradas en su cultura.[6] Las palabras del predicador no han quedado en el suelo, Eclesiastés es parte de las Escrituras. Proclamemos la sabiduría de Dios y acerquemos a la humanidad a Él.

Conclusión

Cada generación tendrá una historia que contar. La humanidad podrá explicar según su contexto el propósito de la vida. Sin embargo, las Escrituras ilustran la historia y propósito del hombre en esta vida, y, ese testimonio será duradero e inigualable. Eclesiastés no fue escrito por accidente, hay un propósito que marcar, y es que Dios en su providencia dejo ejemplos claros de cómo las generaciones viven y vivirán la vida. Si se resume todo en confiar y temer a Dios, creo que el mensaje del predicador será entendido y predicado hasta los confines de la tierra. La humanidad necesita saber que hay propósitos en esta vida, pero que se entienden mejor de lado de Dios y no alejados de Él. Eclesiastés una vez más nos reta a ver la vida de diferentes perspectivas, pero teniendo confianza que nuestro Dios está en absoluto control.


[1] También viene del griego ἐκκλησιαστής: aquel que se sienta en una asamblea y habla, o también “predicador”. Pagán, S. (2013). Eclesiastés. En A. Ropero Berzosa (Ed.), Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia. (2a Edición). Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 676.

[2] “Hijo” de David. La palabra “hijo” puede significar una relación política o un parentesco (cualquier descendiente varón puede llamarse hijo). En este contexto se asocia al predicador con uno de los descendientes reales de David, siendo Salomón el candidato más obvio. Walton, J. H., Matthews, V. H., & Chavalas, M. W. (2016). Comentario del contexto cultural de la Biblia: Antiguo Testamento. (N. Bedford de Gaydou, A. Canclini, R. Ericson, & J. Antonio Septién, Trads.) (Novena edición). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 638.

[3] En ocasioniones es recomendable usar la traducción NTV para una mejor comprensión del texto, ya que utiliza un lengua moderna y hace accesible la idea que se ha señalado sobre el éxito y la vanidad. Nueva Traducción Viviente. (2009). (Ec 9:11). Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, Inc.

[4] Nuevo comentario ilustrado de la Biblia. (2003). Nashville: Editorial Caribe, 774.

[5] LaSor, W. S., Hubbard, D. A., & Bush, F. W. (2004). Panorama del Antiguo Testamento: Mensaje, forma y trasfondo del Antiguo Testamento. Grand Rapids MI: Libros Desafío, 586.

[6] Ibíd., 587.

Bibliografía

Lasor, William; Hubbard, David; Bush, Frederick. Panorama del Antiguo Testamento: Mensaje, forma y trasfondo del Antiguo Testamento. Grand Rapids Michigan: Libros Desafío. 2004.

Radmacher, Earl. Nuevo comentario ilustrado de la Biblia. Nashville, Tennessee: Editorial Caribe. 2003.

Ropero, Alfonso. Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia. (2a Edición). Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE. 2013.

Walton, John; Matthews, Victor; Chavalas, Mark. Comentario del contexto cultural de la Biblia: Antiguo Testamento. (Novena edición). El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano. 2016.

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