En Juan 3:16 encontramos el contexto de la salvación y el propósito misionero de Dios en acción. Allí vemos a Dios, a su Hijo Jesús, al mundo y a las personas—unos creyentes y otros caminando rumbo a la perdición. La provisión de Dios, el darse en amor y la finalidad de la vida eterna, también son parte de este contexto. Este es el amor ágape, el amor de sacrificio y de entrega, característico del amor de Dios por nosotros. El texto habla de la intensidad de este amor, teniendo en mira a todos los seres humanos, de todas las etnias y culturas. La frase, “amó Dios al mundo”, abarca la totalidad de los contextos de vida de los seres humanos, creados a la imagen y semejanza de Dios.
Hay diferentes maneras de entender al mundo en relación a la misión de Dios16. Años atrás, surgió un debate entre teólogos sobre la posición del mundo en oposición a la iglesia y al Reino de Dios. La fórmula sugerida inicialmente fue la siguiente:
Dios → Reino → Iglesia → Mundo
En esa fórmula inicial, la misión comienza con los planes de Dios, y se mueve hacia el Reino y la iglesia, llegando a veces hasta el mundo. Sin embargo, algunos teólogos sugerían que se modificara el orden de las palabras para adecuadamente mostrar lo que Dios tiene en mente en relación a los seres humanos. La sugerencia, entonces, fue que se invirtieran los elementos de la fórmula:
Dios → Mundo → Reino → ¿Iglesia?
En esta segunda fórmula, el enfoque recae sobre el mundo y el Reino. Con en el punto de interrogación en la palabra iglesia, los proponentes de esa segunda fórmula estaban cuestionando la eficacia y aun la necesidad misma de la existencia de la iglesia. Su percepción de la iglesia era tan negativa que ellos llegaron a poner en duda todo esfuerzo misionero de plantar iglesias autóctonas entre los grupos no alcanzados. Sin embargo, como cristianos evangélicos, no podemos aceptar esa idea. Entendemos por las Escrituras que la iglesia es parte integral del plan misionero de Dios. Al poner la palabra mundo como el segundo elemento de la fórmula, el énfasis es positivo, en el sentido de que no podemos dejar de lado al mundo, pues es el foco de atención del amor de Dios.
Cuando pensamos en el mundo, puede que imaginemos la creación como un todo, el firmamento, la naturaleza, las naciones o los grupos étnicos, las lenguas humanas u otra cosa. En nuestras Biblias hay distintas palabras en las lenguas originales que han sido traducidas como “mundo”. Esas traducciones mezclan conceptos negativos y positivos del término, lo que puede generar confusión (comparar Jn. 3:16 con 1 Jn. 2:15).
Quizás parte del problema sea nuestra habitual desconfianza de todo lo que es “del mundo” y que se pone en contra de Dios. Sin embargo, los elementos del Reino, la iglesia y el mundo deben estar en justo equilibrio para que podamos entender el contexto de la actuación misionera de Dios. Hay diferentes maneras de entender este concepto, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento17.
Juan afirma18 que Jesús es la luz y el salvador del mundo (Jn. 8:12 y 4:42; 1 Jn. 4:14). Enviado al mundo (Jn. 3:16–17; 10:36; 11:27; 12:46; 16:26; 17:18; 18:37; 1 Jn. 4:9), Jesús sufre oposición de Satanás (Jn. 16:11; 1 Jn. 4:4) y de un mundo que no conoce al Cristo de Dios y le odia (Jn. 1:10; 7:7; 8:23; 15:18).
Encontramos en los Evangelios una paradoja: Cristo no vino a juzgar al mundo sino a salvarlo (Jn. 3:17), aunque su misión al mundo trae juicio, comenzando con su propia muerte (Jn. 12:31; 16:11 con 14:30). La historia de la salvación es una narrativa del conflicto entre Cristo y el mundo gobernado por el “príncipe de este mundo”. Hay victoria en Cristo (Jn. 16:33), quien ha escogido a sus discípulos y les envió su Espíritu para que habite en ellos (Jn. 15:16; 14:17).
16 Varios misionólogos proponen distintas maneras de entender la misión de Dios, cada cual logrando condensar su pensamiento en palavras o expresiones cortas. Ejemplos: “la historia de su gloria”—Steven Hawthorne, “The Story of His Glory”, Ralph Winter y Steven Hawthorne, eds., Perspectives on the World Christian Movement, 3a. ed. (Pasadena, ca: William Carey Library, 1999), 34–48; “la supremacía de Dios” y “que las naciones se regocijen”—John Piper, Let The Nations Be Glad! The Supremacy of God in Mission (Grand Rapids, mi: Baker, 1993); “el testimonio divino al mundo”—David J. Bosch, “Witness to the World,” en Perspectives, op. cit., 59–63; “que todo el mundo oiga su voz” y “proclamemos a Cristo hasta que él venga”—el Movimiento de Lausana, en J.D. Douglas, ed., Let the Earth Hear His Voice (Minneapolis, mn: World Wide, 1975) y J.D. Douglas, ed., Proclaim Christ until He Comes (Minneapolis, mn: World Wide, 1990); “proclamando el Reino del Padre, compartiendo la vida del Hijo y dando testimonio del Espíritu”—Lesslie Newbigin, The Open Secret: An Introduction to the Theology of Mission, ed. rev. (Grand Rapids, mi: William B. Eerdmans, 1995); “missio dei”—expresión latina usada por Johannes Verkuyl, quien incluye los elementos de salvación, plantación y crecimiento de iglesias autóctonas, transformación de la sociedad que adopta valores cristianos, responsabilidad social en la evangelización y el Reino de Dios como meta de la missio dei. Otros podrían afirmar que el propósito de Dios es su propia glorificación por todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, en cada generación, hasta que Cristo vuelva. Esto incluye el hacer discípulos de todas las etnias que sigan al Cordero de Dios en obediencia al Gran Mandamiento y en cumplimiento de la Gran Comisión.
17 Las siguientes fuentes estudian la noción de “mundo”: Robert Young, Analytical Concordance to the Bible, 22a. ed. norteamericana (New York: Funk and Wagnalls, 1936), 1073 (palabras hebreas); E.F. Harrison, “World”, Evangelical Dictionary of Theology, Walter A. Elwell, ed. (Grand Rapids, mi: Baker, 1984), 1190–1191 (palabras griegas); W.A. Arndt y F.W. Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament (Chicago, il: The University of Chicago Press, 1957), 446–448 (distintas acepciones de la palabra en un tratado clásico relativo al Nuevo Testamento).
18 Para un abordaje de la teología de Juan en cuanto al mundo, véase H. Sasse en Gerhard Kittel, ed., Theological Dictionary of the New Testament, trad. Geoffrey Bromiley (Grand Rapids, mi: William B. Eerdmans, 1965), Tomo iii: 894–895.
Larson, P. (2006). Nuestro Dios misionero. En L. DeCarvalho (Ed.), Misión global (p. 32). Pasadena, California: Centro latinoamericano para la misión mundial.

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