La idea central de la ley “entregada” y “declarada” por medio de ángeles se describe en Deuteronomio 33:1–4. Los seres divinos del consejo de Yahvé son testigos del acuerdo.12 Esta información se ofrece de una manera un tanto críptica, al menos a nuestros ojos. Necesitamos leer atentamente y, hasta cierto punto, en hebreo, para captar todas las pistas.
Los especialistas coinciden en que los eventos del Sinaí acaecidos tras el éxodo sirvieron para establecer un pacto entre Yahvé y su pueblo Israel. Los pactos eran, básicamente, acuerdos o representaciones de una relación. La liberación de los israelitas de Egipto por parte de Yahvé se produjo como consecuencia de las anteriores promesas pactuales que él le había hecho a Abraham, Isaac y Jacob (Gn 12:1–3; 15:1–6; 22:18; 26:4; 27:29; 28:14). Los acontecimientos que llevaron a la milagrosa liberación de Egipto aludían a las promesas anteriores (Ex 3:7–8, 16–22; 6:4–6; 13:5, 11). La descendencia de Abraham se había convertido en una multitud en Egipto (Ex 1:6–10) y, tal como Dios le había dicho a Abraham siglos antes, se habían vuelto extranjeros en tierra extraña (Gn 15:13). Dios los había rescatado, y ahora, en el Sinaí, estaba estableciendo los términos de la relación.
La alianza entre Yahvé e Israel promulgada en el Sinaí sigue las convenciones de un tipo de alianza conocida por fuentes del antiguo Oriente Próximo. Los eruditos se refieren a ella como un tratado de vasallaje.13 Este tipo de pacto era, esencialmente, un juramento de lealtad que un inferior (el vasallo, en este caso Israel) ante un superior (Yahvé, el iniciador del acuerdo).
Las estipulaciones básicas de la relación pactual eran las que nosotros conocemos como los Diez Mandamientos (Ex 20), aunque hay otras leyes en Ex 20–23. Al igual que con el pacto anterior, el abrahámico (Gn 15:9–10), se llevó a cabo un ritual sacrificial para ratificar la alianza (Ex 24:3–8). Tras el ritual hubo una comida sacrificial entre las partes implicadas. Esta fue la escena del consejo divino en Ex 24:9–11 a la que ya nos hemos referido brevemente.
En el antiguo Oriente Próximo, un tratado de vasallaje formal enumeraba habitualmente a “terceros” que eran testigos de su promulgación. Como dice un erudito en el tema, “los testigos eran exclusivamente deidades o elementos deificados del mundo natural.… Se invocaba como testigos a todos los dioses relevantes para ambas partes, de manera que no quedaba ningún dios al que el vasallo pudiera apelar y pedirle protección si quería violar este juramento solemne”.14 Según esta cosmovisión, los dioses eran los “ejecutores del pacto”.
Obviamente, los israelitas no hubieran reconocido a dioses extranjeros en un tratado de estas características. Por consiguiente, la mayoría de los expertos considera que este elemento está ausente en el relato del tratado del Sinaí. Pero los elohim del consejo divino de Yahvé no eran dioses extranjeros. Ellos eran las huestes de Yahvé y testigos de la entrega de la ley, al menos según el texto hebreo que subyace a la Septuaginta y a los autores neotestamentarios. También eran, según indica el relato de Acab en 1 Reyes 22, los medios que Yahvé utilizó para castigar a los que apostataban del pacto.
Es justamente en este punto donde muchos autores pasan por alto algunos juegos de palabras significativos del texto bíblico que también dan a entender esta conexión.
En el libro de Éxodo, a las tablas de la ley se las denomina frecuentemente mediante el término ʿedūt.15 Este se suele traducir como “testimonio” en las versiones castellanas. El término se usa en paralelo con torá (“ley”) en el Salmo 19:7 y 78:5, así que, como mínimo, se refiere al texto escrito de la ley. Ex 25:16 nos dice que Yahvé le ordenó a Moisés colocar el ʿedūt en el arca de la alianza. De hecho, el arca estaba hecha para el ʿedūt. Esto explica por qué al arca también se le llama el “arca del ʿedūt” (p.ej., Ex 25:22; 30:6, 26; 39:35; 40:3, 5, 21). Dado que el arca viajaba dentro del tabernáculo, esa estructura de tienda móvil también era conocida como “el tabernáculo del ʿedūt” (Ex 38:21; Nm 1:50, 53; 10:11) o la “tienda del ʿedūt” (Nm 9:15; 17:7–8; 18:2; 2 Cr 24:6).
Lo que hace que esto sea interesante es que el término ʿedūt también puede significar “testigos”.16 Así, el equivalente plural en acadio, el idioma de los tratados de vasallaje que sirve como modelo para el tratado del Sinaí en Éxodo, es un término técnico que se utiliza exclusivamente para aludir a los testigos de tales tratados.17
Esto no quiere decir que el término no se refiera a las leyes escritas sobre las tablas. Al contrario, ya que las tablas en sí ocupan un espacio sagrado reservado únicamente para la presencia de Yahvé (dentro del arca y, a su vez, en el interior del lugar santísimo), el término parece querer indicar que las tablas de la ley también eran una especie de representante de los miembros del consejo divino que habían sido testigos del acontecimiento. En otras palabras, las tablas de la ley eran símbolos del propio evento del Sinaí. Eran recordatorios en piedra de un encuentro divino con Yahvé y su consejo, a semejanza de los altares y las piedras levantadas que habían construidos los patriarcas para recordar a quienes pasaran por allí de que marcaban el lugar en que había tenido lugar un encuentro divino (Gn 12:7; 13:18; Ex 17:15; 24:4).
Una vez más, la presencia de Yahvé en su morada (Edén, Sinaí, tabernáculo y, en última instancia, el templo) implica por definición su salón del trono junto con su consejo allí presente. Las tablas no solo contenían los términos del acuerdo, sino que eran un recordatorio del acontecimiento tal como había tenido lugar, con el consejo divino presente en el Sinaí.
12 La idea que se presenta en este capítulo es que el lenguaje de esos pasajes (en los dos testamentos) que involucra a seres divinos del consejo con la ley no quiere decir que la ley de Dios tuviera que ser aprobada por los ángeles (“firmada”), o que ángeles concretos llevaran las tablas, por así decirlo, a los israelitas. Más bien, lo que quiere decir es que el consejo divino sirvió como testigo de la entrega de la ley, no en el sentido de que fueran meros espectadores del evento, sino como participantes oficiales en el contexto de la forma en que se promulgaban esas alianzas. Este punto de vista no solo se corresponde con los conceptos del antiguo Oriento Próximo, sino que explica las diversas maneras en que se expresa la idea en versículos del Nuevo Testamento.
13 Este tipo de tratado tenía elementos perfectamente distinguibles que están presentes en el flujo del libro de Éxodo. Estos se describen en detalle, junto con su evidencia en Éxodo por lo que respecta al pacto del Sinaí, en P. R. Williamson, “Covenant”, en Dictionary of the Old Testament: Pentateuch (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2003), 139–55 (esp. 149–55). Véase también George E. Mendenhall y Gary A. Herion, “Covenant”, en The Anchor Yale Bible Dictionary (ed. David Noel Freedman; Nueva York: Doubleday, 1992), 1179–1202 (esp. 1180–87).
14 Mendenhall and Herion, “Covenant”, 1181.
15 La secuencia consonántica hebrea es ʿ-d-w-t (עדוּת). Se puede encontrar un análisis excelente, aunque técnico, en Ernst Jenni y Claus Westermann, Theological Lexicon of the Old Testament (Peabody, MA: Hendrickson, 1997), 838–46 (esp. 844–46).
16 Ibíd., 844–46.
17 Ibíd., 845.
Heiser, M. S. (2019). El Mundo invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia. (D. Lambert, Ed.) (Primera edición). Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico.

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