Dios solo

No cabe ninguna duda de que el Salmo 82 puede sacudir nuestra cosmovisión bíblica. Una vez me di cuenta de lo que decía realmente, me convencí de que necesitaba ver la Biblia a través de los ojos de los antiguos, no de mis tradiciones. Tenía que abrirme paso entre las preguntas que probablemente estén rondando su propia cabeza y corazón ahora que ha leído (y quiero decir leído realmente) ese pasaje.

En primer lugar, y por encima de todo, debería ser consciente de algunas de las formas en que los intérpretes han distorsionado el claro significado del Salmo 82, y por qué aquí no se está enseñando el politeísmo.

LOS SERES DIVINOS NO SON HUMANOS

Muchos cristianos que manifiestan objeciones contra el sentido llano del texto hebreo del Salmo 82 afirman que en realidad en este salmo se está describiendo a Dios el Padre hablando con los demás miembros de la Trinidad. Este punto de vista desemboca en una herejía. Confío en que pueda darse cuenta de por qué esto es así—el salmo presenta a Dios juzgando a los otros elohim por corrupción (vv. 2–4). Los elohim corruptos son sentenciados a morir como los seres humanos (v. 7). Tan solo con estas observaciones debería bastar para que cualquier cristiano que se preocupa por la doctrina de Dios abandonara semejante idea. Existen, además, otros errores. El final del salmo deja claro que a los elohim que están siendo castigados se les había dado algún tipo de autoridad sobre las naciones del mundo, una tarea en la que habían fracasado. Esto no encaja con la Trinidad.

Otros creyentes que encuentran problemas con esta primera idea tratan de argumentar que los hijos de Dios son seres humanos (judíos, para ser más precisos). Algunos lectores judíos (que obviamente no serían trinitarios) también se decantan por esta postura.

Este “punto de vista humano” contiene tantos errores como el punto de vista trinitario.1 Las Escrituras no enseñan en ningún momento a lo largo de todo el Antiguo Testamento que a los judíos o a los dirigentes judíos se les pusiera como autoridades sobre el resto de las naciones. Más bien al contrario; debían mantenerse separados de las demás naciones. El pacto con Abraham presuponía tal separación: si Israel era completamente leal a Yahvé, las otras naciones serían bendecidas (Gn 12:1–3). Además, los seres humanos, por naturaleza, no son seres desencarnados, sin cuerpo. La palabra elohim es un término que denota el “lugar de residencia”. Nuestro hogar es el mundo de la personificación; los elohim, por su propia esencia, habitan el mundo espiritual.

Ahora bien, el verdadero problema con el punto de vista humano es que no se puede reconciliar con otros pasajes del Antiguo Testamento hebreo que hacen referencia a un consejo divino de elohim.

El Salmo 89:5–7 (hebreo: vv. 6–8) contradice explícitamente la idea de un consejo divino en el que los elohim son humanos.

5 Celebrarán los cielos tus maravillas, oh Jehová,

Tu verdad también en la congregación de los santos.

6 Porque ¿quién en los cielos se igualará a Jehová?

¿Quién será semejante a Jehová entre los hijos de los potentados (hijos de Dios)?

7 Dios temible en la gran congregación de los santos,

Y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él.

El consejo divino de Dios es una asamblea en los cielos, no en la tierra. El lenguaje es inequívoco. Esto es exactamente lo que cabría esperar si concebimos a los elohim como seres divinos. Es un absoluto contrasentido si pensamos en ellos como humanos. No hay ninguna referencia en la Escritura a un consejo de seres humanos que sirven a Yahvé en los cielos (sean judíos o no).

Lo que describen el Salmo 82 y el 89 coincide plenamente con lo que vimos anteriormente en Job 38:7: un grupo de hijos de Dios celestiales. También concuerda perfectamente con otras referencias a los hijos de Dios como elohim en plural:

Los hijos de Dios vinieron a presentarse delante de Jehová. (Job 1:6; 2:1)

1 Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos (hijos de Dios),

Dad a Jehová la gloria y el poder.

2 Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; (Sal 29:1–2).

¿Acaso estas referencias bíblicas describen a un grupo de dirigentes judíos, entre los cuales (en el pasaje de Job) aparece el gran adversario de Yahvé, que causan el sufrimiento de Job? La conclusión es obvia.

El PLURAL DE ELOHIM NO SIGNIFICA POLITEÍSMO

Muchos eruditos creen que el Salmo 82 y otros pasajes demuestran que la religión del antiguo Israel comenzó como un sistema politeísta que posteriormente fue evolucionando hacia el monoteísmo. Personalmente rechazo esta idea, así como cualquier otra explicación que pretenda ocultar el sentido llano del texto. En todos esos casos, el pensamiento está mal encaminado.2 La raíz del problema está en una noción equivocada de lo que significa exactamente el término elohim.

Dado que elohim se traduce tan frecuentemente como Dios, vemos la palabra hebrea de la misma manera que lo hacemos con el término D-i-o-s, en mayúsculas. Al ver el término Dios, instintivamente pensamos en un ser divino con una serie de atributos únicos: omnipresencia, omnipotencia, soberanía, etcétera. Pero este no es el modo en que un autor bíblico pensaba sobre el término. Los hagiógrafos no le asignaban una serie de atributos concretos a la palabra elohim. Esto queda meridianamente claro cuando observamos cómo empleaban este vocablo.

Los autores bíblicos usan el término elohim para referirse a media docena de entes distintos. Sea cual sea la explicación religiosa, los atributos de esos entes no son iguales.

• Yahvé, el Dios de Israel (miles de veces—p. ej., Gn 2:4–5; Dt 4:35)

• Los miembros del consejo de Yahvé (Sal 82:1, 6)

• Dioses y diosas de otras naciones (Jue 11:24; 1 Re 11:33)

• Demonios (en hebreo: shedim—Dt 32:17)3

• El difunto Samuel (1 Sm 28:13)

• Ángeles o el Ángel de Yahvé4 (Gn 35:7)

La importancia de esta lista se puede resumir en una sola pregunta: ¿creería de verdad cualquier israelita, especialmente un autor bíblico, que los difuntos y los demonios están al mismo nivel que Yahvé? No. El uso del término elohim por parte de los hagiógrafos nos indica muy claramente que la palabra no tenía que ver con una serie de atributos. Aunque cuando nosotros vemos escrito “D-i-o-s” pensamos en una serie de atributos únicos, cuando un autor bíblico escribía elohim, no estaba pensando de esa manera. Si lo hubiera hecho, nunca habría utilizado el término elohim para describir cualquier cosa que no fuera Yahvé.

Por consiguiente, no existe ninguna justificación para concluir que la forma plural elohim produce un panteón de deidades intercambiables. No hay base alguna para concluir que los autores bíblicos consideraran a Yahvé como alguien no mejor que cualquier otro elohim. Un hagiógrafo no hubiera dado por supuesto que Yahvé podía ser derrotado por otro elohim en cualquier momento, o que otro elohim (¿por qué no cualquiera de ellos?) tenía el mismo conjunto de atributos. Esa es la manera de pensar del politeísmo, no la imagen que presenta la Biblia.

Podemos estar seguros de esta conclusión observando una vez más lo que los autores bíblicos dicen acerca de Yahvé (y que nunca dicen sobre otro elohim). Los hagiógrafos hablan de Yahvé en formas que delatan su creencia en su singularidad y carácter incomparable:

“¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses [elim]?” (Ex 15:11)

“porque ¿qué dios [el] hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas?” (Dt 3:24)

“Jehová Dios de Israel, no hay dios [elohim] como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra” (1 Re 8:23).

Porque tú, Jehová, eres excelso sobre toda la tierra; Eres muy exaltado sobre todos los dioses [elohim] (Salmo 97:9).

Los autores bíblicos también le asignan cualidades únicas a Yahvé. Yahvé es todopoderoso (Jr 32:17, 27; Sal 72:18; 115:3), el rey soberano sobre los demás elohim (Sal 95:3; Dn 4:35; 1 Re 22:19), el creador del resto de los miembros de sus huestes-consejo (Sal 148:1–5; Neh 9:6; cf. Job 38:7; Dt 4:19–20; 17:3; 29:25–26; 32:17; Sant 1:17)5 y el único elohim que merece la adoración de los otros elohim (Sal 29:1). De hecho, Nehemías 9:6 declara explícitamente que Yahvé es único—solo hay un Yahvé (“Tú solo eres Jehová”).

El uso bíblico de elohim no resulta difícil de entender una vez que sabemos que no tiene que ver con atributos. Lo que tienen en común todos los personajes de la lista anterior es que habitan el mundo espiritual. En esa esfera existe una jerarquía. Por ejemplo, Yahvé posee atributos superiores con respecto a todos los elohim. Pero los atributos de Dios no son lo que lo convierte en un elohim, ya que hay seres inferiores que son miembros de ese mismo grupo. Los escritores del Antiguo Testamento entendían que Yahvé era un elohim, pero ningún otro elohim era Yahvé. Él era único en su género entre todos los residentes del mundo espiritual.

Esto no quiere decir que un elohim no pudiera interactuar con el mundo humano. La Biblia deja claro que los seres divinos pueden (y de hecho lo hacían) tomar forma humana, e incluso la carne corporal, para interactuar con las personas, pero que ese no es su estado normal. Los seres espirituales son “espíritus” (1 Re 22:19–22; Jn 4:24; Heb 1:14; Ap 1:4). Asimismo, los seres humanos pueden ser transportados al mundo divino (p.ej., Is 6), pero ese no es su plano normal de existencia. Como expliqué anteriormente en este capítulo, la palabra elohim es un término que denota el “lugar de residencia”. No tiene nada que ver con un conjunto concreto de atributos.

Veamos algunas de las otras cuestiones que suscita el Salmo 82.

¿PARA QUÉ NECESITA DIOS UN CONSEJO?

Esta es una pregunta obvia, y su respuesta es igual de obvia: Dios no necesita un consejo. Pero bíblicamente está claro que tiene uno. En realidad es una pregunta muy parecida a otra: ¿Para qué necesita Dios a las personas? La respuesta es idéntica: Dios no necesita a las personas, pero las utiliza. Dios no depende de los seres humanos para llevar adelante sus planes. Dios no nos necesita para evangelizar. Él podría salvar a todas las personas que quisiera simplemente pensando en ello. Dios podría eliminar el mal en un abrir y cerrar de ojos y hacer que la historia humana llegara al fin que él desea en cualquier momento. Pero no lo hace. En vez de eso, lleva adelante su plan para todas las cosas que hay en la tierra usando seres humanos. Tampoco es un ser incompleto sin nuestra adoración, pero la desea.

No estoy diciendo que la pregunta de si Dios necesita o no un consejo carezca de importancia. Lo que sí digo es que eso no es un argumento en contra de la existencia de un consejo divino.

¿SON REALES LOS ELOHIM?

Aquellos que desean evitar la nitidez del Salmo 82 argumentan que los dioses tan solo son ídolos y que, como tales, no son reales. Este es un argumento que la Escritura contradice de plano. También resulta ilógico y muestra una comprensión errónea de las razones de la idolatría.

Por lo que se refiere a la Escritura, no hace falta mirar más allá de Deuteronomio 32:17.

Sacrificaron [los israelitas] a los demonios [shedim], y no a Dios [eloah], a dioses [elohim] que no habían conocido.

El versículo llama explícitamente a los elohim que los israelitas habían adorado en su perversión demonios (shedim). Este término, que se emplea raramente (Dt 32:17; Sal 106:37) proviene del término acadio shedu.6 En el antiguo Oriente Próximo, el vocablo shedu era neutral; podía referirse a seres espirituales buenos o malvados. Estas figuras acadias a menudo eran representadas como seres guardianes o protectores, si bien el término también se empleaba para describir la fuerza vital de una persona.7 En el contexto de Deuteronomio 32:17, los shedim eran elohim—seres espirituales que guardaban un territorio extranjero—que no debían ser adorados.8 Se suponía que Israel debía adorar a su propio Dios (aquí, eloah; cf. Dt 29:25).9 No se puede negar la realidad de los elohim/shedim en Deuteronomio 32:17 sin negar la realidad de los demonios.10

Los especialistas no se poden de acuerdo sobre qué tipo de seres eran los shedim. Pero sea cual sea la interpretación correcta de la identidad de los shedim, no eran piezas de madera o piedra.

Los expertos en la primera carta de Pablo a los Corintios saben que, en la advertencia del apóstol de que no tengan comunión con los demonios (1 Cor 10:20), los comentarios de Pablo siguen la historia de los israelitas que se describe en Deuteronomio 32.11 Él advierte a los creyentes que no deben tener comunión con los demonios y lo hace basándose en el pecado de Israel al adorar a otros dioses. Pablo emplea el término daimonion, una de las palabras que se usan frecuentemente en el Nuevo Testamento en alusión a los seres espirituales malignos, para traducir shedim en Deuteronomio 32:17. Pablo conocía su Biblia hebrea y no negó la realidad de los shedim, que son elohim

1 Por motivos de espacio resulta imposible abordar de lleno el pensamiento equivocado que está detrás de la explicación humana para los elohim (en el Sal 82 y otros lugares) en este capítulo. En el análisis que sigue me refiero a algunos de los problemas lógicos y escriturales más flagrantes en los que incurre este punto de vista. En la página web complementaria se abordan en profundidad los argumentos a favor de la perspectiva humana de los elohim que se derivan de pasajes como Jue 18; Ex 22:7–9; Sal 45:7, o la cita de Jesús del Sal 82:6 en Jn 10:34.

2 He escrito tres artículos de carácter académico que tratan sobre este asunto: “Are Yahweh and El Distinct Deities in Dt 32:8–9 and Psalm 82?” HIPHIL 3 (2006); “Monotheism, Polytheism, Monolatry, or Henotheism? Toward an Assessment of Divine Plurality in the Hebrew Bible”, Bulletin for Biblical Research 18.1 (2008): 1–30; y “Does Divine Plurality in the Hebrew Bible Demonstrate an Evolution from Polytheism to Monotheism in Israelite Religion?” Journal for the Evangelical Study of the Old Testament 1.1 (2012): 1–24. El primero y tercero de estos artículos están disponibles en línea a través de la página web complementaria. El tercer artículo aborda algunas expresiones recientes del punto de vista de consenso, según el cual en el Sal 82 Yahvé y El aparecen como deidades independientes. Para algunos fragmentos de este artículo y un debate más a fondo, véase la página web complementaria.

3 Existe una gran confusión sobre el término demonio tanto entre los eruditos como entre los no especialistas. El término dentro de su contexto del antiguo Oriente Próximo no casa bien con las ideas modernas (desde la Edad Media en adelante). Véase el análisis y las notas a pie de página que aparecen a continuación.

4 La elección entre estas dos opciones depende de la interpretación de Gn 35:7 y el o los eventos que forman el telón de fondo de ese versículo. En capítulos posteriores de este libro quedará claro que creo que el Ángel de Yahvé es Yahvé en forma visible, y que por tanto ese ángel en concreto comparte los atributos de Yahvé. Sin embargo, el resto de nuestro estudio aquí aclara que los ángeles (de hecho, todos los seres espirituales) son elohim debido a la naturaleza de lo que ese término denota realmente.

5 Sant 1:17 llama a Dios “el Padre de las luces”, una frase que apunta a Dios como el creador de los objetos celestiales y de todos los demás seres que hay en el cielo. Al igual que las culturas del mundo antiguo en general, el pensamiento judío sostenía que las estrellas eran seres celestiales. La idea se encuentra en el Antiguo Testamento, donde a los hijos de Dios se les llama metafóricamente “las estrellas de Dios” (Job 38:7). Así pues, La descripción que hace Santiago de Dios como el “Padre de las luces” habla de Dios como el creador de todos los seres celestiales. Él es el único que no ha sido creado, mientras que los otros han sido creados y, por tanto, son inferiores. Véase P. W. van der Horst, “Father of the Lights”, Dictionary of Deities and Demons in the Bible, 2ª ed. (ed. Karel van der Toorn, Bob Becking y Pieter W. van der Horst; Leiden; Boston; Colonia; Grand Rapids, MI; Cambridge: Brill; Eerdmans, 1999), 328–29. El hecho de que, dentro de la teología bíblica, por definición solamente pueda haber un ser no creado significa, a su vez, que todos los demás elohim que habitan el mundo espiritual han sido hechos de algo. A menudo confundimos invisibilidad con inmaterialidad, pero científicamente (materialmente) no es así.

6 Ludwig Koehler et al., The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament (Leiden; Nueva York: Brill, 1999), 1417.

7 “šedu”, The Assyrian Dictionary of the Oriental Institute of the University of Chicago, Vol. 17: Š Part II (ed. John A. Brinkman, Miguel Civil, Ignace J. Gelb, A. Leo Oppenheim, Erica Reiner; Chicago: Oriental Institute, 1992), 256.

8 En el contexto general de Deuteronomio en su conjunto, estos shedim/elohim son los dioses asignados a las naciones (véanse los capítulos 14–15 de este libro). Algunos tratamientos evangélicos recientes del término shedim, sobre todo el de John Walton, hacen una gran contribución al debate, pero parecen confundir el lenguaje que identifica a un ente como miembro del mundo espiritual (elohim) con la jerarquía que hay dentro del consejo divino (véase la página web complementaria para una interacción concreta con John H. Walton, “Demons in Mesopotamia and Israel: Exploring the Category of Non-Divine but Supernatural Beings”, en Windows to the Ancient World of the Hebrew Bible: Essays in Honor of Samuel Greengus [Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 2014], 229–46). El cuadro que presenta la Biblia sencillamente no es una imagen nítida que encaje perfectamente con materiales afines. A todos los seres espirituales, según el uso bíblico, se les denomina elohim. Términos como beney elohim o beney elim pueden denotar un rango dentro del consejo divino (p. ej., Job 1:6; 2:1; Sal 89:6 [hebreo: 89:7]) o, más generalmente, referirse a seres espirituales (Job 38:7; Sal 29:1). Todos los seres espirituales son miembros de las huestes celestiales, el consejo divino (1 Re 22:19–23), en el sentido de que todos ellos tienen algún papel que desempeñar. (No existen seres espirituales que actúen solos. O bien están bajo la autoridad de Dios o bien son rebeldes). Algunos seres se distinguen por su papel, como los mensajeros (malʾak, un término que en muchas ocasiones se traduce como “ángel”, pero que significa “mensajero”). En los consejos del antiguo Oriente Próximo, los mensajeros tienen un rango menor (pero el término no siempre denota un estatus menor). Por ejemplo, en Ugarit a los mensajeros (mlkm) de Baal se les sigue llamando dioses (ʾilm; KTU 1.3.iii:32). No son “menos divinos” por su papel. Incluso el propio Yahvé, cuando está personificado o aparece en forma humana, adopta ese término (“ángel [malʾak] de Yahvé”; véanse los capítulos 16–18). El Yahvé personificado en el Antiguo Testamento no es menos que el Yahvé invisible, que es quien lo envía. La jerarquía y la identificación no son conceptos totalmente intercambiables. Para nuestro propósitos actuales, Dt 32:17 sirve tan solo para señalar el hecho de que los autores bíblicos entendieron a los elohim como seres reales. Que Pablo retomara este pasaje para expresar el temor a tener comunión con los demonios (1 Cor 10:21–22; véase el capítulo 38 de este libro) nos dice que él creía que los elohim de Dt 32:17 eran seres espirituales reales.

9 Este es el punto central de la shema, el credo del antiguo Israel (Dt 6:4). A pesar de lo familiar y central que es dentro de la teología del Antiguo Testamento, la shema es uno de los versículos bíblicos más difíciles de traducir. Para más detalles, véase la página web complementaria.

10 Dt 32:17 se traduce de forma deficiente en varias versiones de la Biblia. Véase Michael S. Heiser, “Does Deuteronomy 32:17 Assume or Deny the Reality of Other Gods?” Bible Translator 59.3 (July 2008): 137–45.

11 Un buen recurso académico sobre esta cuestión es Guy Waters, The End of Deuteronomy in the Epistles of Paul (Wissenschaftliche Untersuchungen zum Neuen Testament 221; Tubinga: Mohr Siebeck, 2006). Véase especialmente la nota 12 de la página 134, donde Waters presenta una lista de comentaristas que sostienen que Pablo tiene explícitamente en mente Dt 32:17 al escribir 1 Cor 10:20. Demostrar que los elohim/shedim de Dt 32:17 no son simples ídolos no depende de 1 Cor 10:20. Su identidad espiritual se hace evidente tras recorrer el libro de Deuteronomio. En Dt 32:8–9 (leyendo el v. 8 con los Rollos del Mar Muerto, como hacen ntv y blp), cuando las naciones fueron divididas en el incidente de la torre de Babel, fueron colocadas por Dios bajo la autoridad de elohim inferiores, los “hijos de Dios” (véase el capítulo 14 de este libro para más detalles). El pasaje paralelo de ese texto es Dt 4:19–20. Allí, a los dioses “asignados” a las demás naciones mientras Yahvé toma a Israel, se les llama el “ejército del cielo”. Adorarlos está prohibido. Este es el mismo lenguaje de 1 Re 22:13–23, donde el profeta Micaías tiene una visión de la reunión del consejo divino (véase el capítulo 7 de este libro). A estos miembros del “ejército del cielo” se les llama elohim en Dt 17:2–5, donde se vuelve a advertir a Israel que no les rinda culto. Lamentablemente, Dt 29:25 nos informa de que hubo israelitas que sí adoraron a elohim que no les fueron “asignados” a ellos. Estos pasajes, junto con Dt 32:17, intercambian los siguientes términos o frases: ejército del cielo, dioses (elohim) y demonios (shedim). De aquí sacó Pablo su teología. No está innovando; simplemente conoce bien Deuteronomio.

Heiser, M. S. (2019). El Mundo invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia. (D. Lambert, Ed.) (Primera edición). Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico.

Una respuesta a “Dios solo”

  1. Avatar de Mauricio Merlos De la Cruz
    Mauricio Merlos De la Cruz

    muchas gracias bendiciones ,espero por mas.

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