El personaje central de Génesis 3 es la serpiente. La palabra hebrea traducida serpiente es najash. El término es claro y, al mismo tiempo, elástico.
El significado más claro es por el que optan prácticamente todos los traductores e intérpretes: serpiente. Cuando las tres letras de la raíz hebrea, n-j-sh, son un sustantivo, ese es el significado.
Pero n-j-sh también son las consonantes de un verbo. Si cambiáramos las vocales a una forma verbal (recordemos que el hebreo originalmente no tenía vocales), tendríamos nojesh, que quiere decir “el adivino”. La adivinación hace referencia a la comunicación con el mundo sobrenatural. En el mundo antiguo, un adivino era aquel que predecía los augurios u ofrecía información divina (oráculos). Podemos observar ese elemento en la historia. Eva está obteniendo información de este ser.
Las consonantes n-j-sh también pueden forman un nombre alternativo, najash, que en ocasiones se emplea descriptivamente, a modo de adjetivo. Este término se utiliza en topónimos fuera de la Biblia y una vez en el Antiguo Testamento. 1 Crónicas 4:12 se refiere a “Tehina padre de la ciudad de Nahas”. Ese lugar, Tehina, por lo demás desconocido, es considerado en este versículo como el fundador de la ciudad (en hebreo: ir) de Nahas (najash).
Esta ciudad todavía no ha sido identificada con seguridad por los arqueólogos. La frase significa “la ciudad (de los herreros) de cobre/bronce”. Palabras hebreas como nejoshet (“bronce”; “cobre”) derivan de este sustantivo. Ir-najash era un lugar conocido por la metalurgia de cobre y bronce. La opción resulta interesante, ya que al ser pulidos, tanto el cobre como el bronce brillan. De hecho, el Antiguo Testamento usa nejoshet para describir seres divinos (Dn 10:6).
En español tenemos palabras con una elasticidad similar, donde el significado depende de la parte de la oración. Por ejemplo:
(Sustantivo/Sujeto): “Correr es una buena forma de ejercitarse.”
(Verbo): “Las motos corren a gran velocidad.”
(Adjetivo): “La pintura que se corre es un pegote.”
Algunas veces los autores, cuando usan un término, quieren que sus lectores piensen en todos los posibles significados y matices. Si yo pregunto: “¿Cómo ha ido la lectura?” el lector se ve forzado a pensar en tres cosas. ¿Me refiero al último trabajo (sustantivo), me pregunto si llevaba las gafas adecuadas (adjetivo) o estoy haciendo mención al proceso (verbo)? Lo que estoy sugiriendo es que, dado que existen pistas directas en la historia de que la serpiente es más que una mera serpiente, de que puede tratarse de un adversario divino, el término najash puede tener hasta tres sentidos distintos. El autor desea que sus lectores consideren todos los posibles matices en su experiencia intelectual de interpretación. Todos ellos tienen un peso teológico.2
La serpiente (najash) era una imagen utilizada habitualmente para referirse a un guardián divino del trono. Dado el contexto del Edén, eso nos ayuda a identificar al villano como un ser divino. El adversario divino ofrece información divina, y la utiliza para incitar a Eva. Él le comunica un oráculo (¡o un augurio!): No moriréis realmente. Dios sabe que cuando comáis seréis como uno de los elohim. Por ultimo, la apariencia brillante transmite la idea de una naturaleza divina. Todos los significados comunican algo importante. También son consecuentes con las imágenes que encontramos en Isaías 14 y Ezequiel 28.
2 No estoy diciendo que no se tuviera que traducir najash como “serpiente”. No es la traducción lo que importa, sino reconocer el hecho de que la historia versa sobre algo más que un simple animal. La serpiente es, en realidad, un ser divino. Lo que sí estoy sugiriendo es que para los lectores cultos de la Biblia hebrea, el lema najash les habría hecho recordar (con toda la intención) otros elementos del marco cognitivo de los lectores originales: la entrega de conocimiento divino (la forma verbal) y la luminiscencia (najash proviene de la misma raíz que nejoshet [“cobre, bronce”] en hebreo bíblico). Con respecto a esto último, dado el contexto babilonio/arameo de otras porciones de Gn 1–11 (véanse los capítulos 12–15 de este libro), merece la pena mencionar que el arameo n-j-sh también hace referencia al “cobre, bronce resplandeciente”, evocando el mismo sentido de brillo o resplandor. Véase Marcus Jastrow, A Dictionary of the Targumim, the Talmud Babli and Yerushalmi, and the Midrashic Literature, Vol. I and II (Londres; Nueva York: Luzac & Co.; G. P. Putnam’s Sons, 1903), 896 (נחשׁ II); Jacob Hoftijzer, Karel Jongeling, Richard C. Steiner, Adina Mosak Moshavi y Bezalel Porten, Dictionary of the North-West Semitic Inscriptions, 2 vols. (Leiden: Brill, 1995), 2:726 (nḥš6).
JUICIO DIVINO
Tiendo a sentir simpatía por Eva. En demasiadas ocasiones se la presenta como estúpida e ingenua. Dado el contexto del consejo divino de su estatus como reflejo de la imagen de Dios y nuevo miembro de su familia, lo que la najash le dijo tenía un aura de validez. Por supuesto que Dios quiere que seamos como los elohim—todos formamos una sola familia. Todos representamos al creador, ¿o no? ¿Por qué tendríamos que morir?
Esto no justifica a Eva (o Adán). Su desobediencia tuvo consecuencias nefastas. Dicho esto, si bien la razón del juicio divino es evidente, los posibles significados del mismo requieren de alguna reflexión más pausada. Se han escrito libros enteros sobre las implicaciones de la respuesta de Dios, así que mi presentación será muy selectiva.3
La maldición impuesta a Adán (Gn 3:17–19) no desbancó el mandato de Dios de sojuzgar la tierra y señorear sobre ella, pero sí hizo la labor más dura. La expulsión de la humanidad del Edén (Gn 3:22–25) convirtió la misión de un dominio glorioso en una tarea penosa y rutinaria. Sabemos que Dios adoptaría medidas para restaurar su gobierno, y que los descendientes de Adán (especialmente uno de ellos—Gn 3:15) jugaría un papel crucial en ese reino. El anhelo humano en busca de la utopía resulta interesante a la luz de todo esto. Parece que tenemos la necesidad interior de restaurar algo que estaba perdido, pero el Edén no puede regresar en términos puramente humanos.4
El juicio de Dios sobre Eva está relacionado en cierta manera con la maldición contra la najash. Eva sufriría unos dolores mayores al dar a luz (Gn 3:16: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces.”). No existe ningún indicio que nos lleve a pensar que, de haber parido hijos antes de la Caída, Eva no hubiera sentido ningún dolor en absoluto. Después de todo, era humana, y era importante tener hijos, ya que procrear iba a tener cierta relación con el destino de la najash y su obra.
15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer,
y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza,
y tú le herirás en el calcañar (Gn 3:15).
El enunciado de Gn 3:15 está velado. Por razones que aclararé más adelante, considero que profecías como esta, que en última instancia se mueven en una dirección mesiánica, eran deliberadamente crípticas. Como poco, el versículo nos dice que Dios no ha acabado todavía con la humanidad. La meta de gobernar la tierra a través de la humanidad no la iba a abandonar. Un día vendría un descendiente de Eva que desharía el daño causado por el rebelde divino, la najash. Que este descendiente esté vinculado a Eva implica que las cuentas se saldarán a través de su linaje.
Esta amenaza humana a la najash resulta apropiada. La seducción del pecado significaba que Yahvé tendría que ser fiel a su palabra y eliminar a la humanidad. La najash contaba con la justiciar de Dios para eliminar a sus rivales. Dios era justo en este sentido. La eliminación del Edén significaba, en efecto, la muerte, pero no en el sentido de una aniquilación inmediata. Dios iba a encargarse de que sus vidas acabaran, pero no antes de llevar adelante su plan. La humanidad moriría, pero también saldría de ella, en su momento, un descendiente que en último término restauraría la visión edénica de Dios y destruiría a la najash.
Adán y Eva gozaban de una inmortalidad contingente antes de la Caída. Tenían una vida sin fin dependiendo de determinadas circunstancias. La imaginería del Edén, hogar del dador de la vida, y su árbol de la vida, transmiten la idea de que, mientras Adán y Eva comieran del árbol de la vida, tuvieran el Edén como su hogar y no hicieran nada que resultara en un daño mortal (después de todo eran auténticamente humanos), vivirían.5 Protegidos en su ambiente perfecto, podrían multiplicarse y llevar a cabo sus tareas como representantes de Dios en la tierra hasta finalizar el trabajo.
Todo esto cae por la borda una vez son expulsados del Edén. Dios toma incluso la medida adicional de evitar que regresen al árbol de la vida del Edén (Gn 3:24). Si hubieran tenido acceso a él, habrían continuado viviendo a pesar de lo que había sucedido. Tras la Caída, el único modo de llevar adelante la labor del consejo-familia humano de Dios era teniendo hijos. Eva fue redimida a través de la maternidad (1 Tim 2:15). Lo mismo ocurrió con todos nosotros, en el sentido de que esa es la única forma en que el plan original de Dios seguía siendo viable. Donde no hay descendencia no puede haber reflejos humanos de la imagen divina ni reino.
Pero el juicio que recayó sobre Eva también nos indica que la najash tendría asimismo descendencia. El resto del relato bíblico no consiste en humanos que luchan contra seres reptilianos. Eso no es ninguna sorpresa, ya que el enemigo de la humanidad no era una simple serpiente. Sin embargo, la Biblia sí describe un conflicto en curso entre los seguidores de Yahvé y seres humanos y divinos que siguen la senda espiritual de la najash. Todos aquellos que se oponen al plan del reino de Dios son la simiente de la najash.
Muchos lectores que siguen sintiendo la necesidad de ver tan solo una serpiente en el Edén sin duda sostendrían que la maldición pronunciada contra la najash requiere que esto sea así. Discrepo. Las lecturas literales no son adecuadas para transmitir el mensaje teológico completo, así como la totalidad del contexto de la cosmovisión.
Consideremos qué sucede con la najash dentro del trasfondo del lenguaje de juicio que encontramos en Ezequiel 28 e Isaías 14:
IMAGINERÍA Y CASTIGO DE LA SERPIENTE/LUCERO
Término hebreo | Significado en español | Concepto | Versículos importantes |
najash | “serpiente” (sustantivo) “usar la adivinación, predecir augurios” (verbo) “bronce, de bronce” (adj.) | Juego de palabras; triple sentido: imagen de la serpiente (guardián divino del trono), información sobre el mundo divino (adivinación), apariencia resplandeciente asociada con la divinidad (de bronce) | Gn 3:1–2, 4, 13–14 |
chawwat | “serpiente” | Ez 28:12 (con m muda) | |
helel ben-shajar | “lucero, hijo del alba” | apariencia resplandeciente asociada con la divinidad | Is 14:12 Ez 28:13 (piedras preciosas) |
yarad gadaʿ shalak | “caído” “cortado” “arrojado” | expulsión de la presencia divina y del anterior papel de servicio a Yahvé6 | Ez 28:8, 17 Is 14:11–12, 15 |
ʾerets | “tierra, suelo” (en sentido abstracto): inframundo, esfera de los muertos | Inframundo, esfera de los muertos NOTA: a la najash de Gn 3 se le hace arrastrarse sobre su vientre, por el suelo, bajo las patas de los animales (Gn 3:14) | Ez 28:17 Is 14:9, 11–12, 15 |
sheol | Seol; mundo de los muertos | ||
refaim | Refaim; las “sombras”; los muertos en el inframundo | ocupantes del inframundo | Ez 28:17 Is 14:9 |
melakim | “reyes” (enemigos caídos) |
La najash fue condenada a arrastrarse sobre su vientre, una imagen que transmitía el hecho de haber sido derribada o arrojada (Ez 28:8, 17; Is 14:11–12, 15) al suelo. En Ezequiel 28 e Isaías 14, vimos al villano siendo arrojado al ʾerets, un término que literalmente se refiere al polvo, y metafóricamente al inframundo (Ez 28:17; Is 14:9, 11–12, 15). La maldición también hizo que “comiera el polvo”, lo que es una referencia claramente metafórica, puesto que las serpientes en realidad no comen polvo para alimentarse o nutrirse. Eso no forma parte de la “dieta natural de las serpientes”. Lo que se pretende decir con la maldición es que la najash, que pretendía ser la “más alta”, será en su lugar la “más baja”—expulsada de Dios y del consejo a la tierra, e incluso bajo la tierra. En el inframundo, la najash llega a estar más abajo que las bestias del campo. Está oculta a la vista y oculta a la vida en el mundo de Dios. Su dominio es la muerte.
Tras la Caída, a pesar de que la humanidad fue alienada de Dios y no continuó siendo inmortal, el plan de Dios no se extinguió. Génesis 3 nos explica por qué morimos, por qué necesitamos redención y salvación y por qué no podemos salvarnos a nosotros mismos. También nos dice que el plan de Dios se ha visto demorado, pero no derrotado, y que la historia humana será una lucha trágica y, a la vez, una saga providencial y milagrosa.
Pero la situación va a empeorar antes de mejorar.
3 Prefiero el término “juicio” a “maldición” a la hora de hablar de la respuesta de Dios a Adán y Eva, reservando el término “maldición” exclusivamente para la serpiente. Coincido con la valoración de Wenham: “Debería observarse que no se maldice ni al hombre ni a la mujer: solo a la serpiente (v 14) y a la tierra (v 17) por causa del hombre. Las palabras dirigidas al hombre y la mujer adoptan la forma de una alteración de los roles que se les ha designado” (Gordon J. Wenham, Génesis 1–15 [vol. 1; Word Biblical Commentary; Dallas: Word, Incorporated, 1998], 81).
4 El utopismo es un tema familiar en obras literarias clásicas de la civilización occidental. La república de Platón, La ciudad de Dios de Agustín y Utopía de Tomás Moro son los ejemplos más claros. En el contexto cristiano, entre las comunidades utópicas que han tratado de separarse del mundo o de reformar la cultura según los ideales cristianos están la Ginebra de Calvino, el movimiento cuáquero y el claustro de Efrata. El movimiento transcendental e ideologías sociopolíticas como el marxismo son, también ejemplos seculares bien conocidos. Todos los intentos de crear una sociedad perfectamente armoniosa están condenados al fracaso porque las personas son imperfectas, y la obediencia total es contraria a la naturaleza humana. Véase Frank Edward Manuel, Fritzie Prigohzy Manuel y Frank Edward Manuel, Utopian Thought in the Western World (Cambridge: Harvard University Press, 2009); Michael Fellman, The Unbounded Frame: Freedom and Community in Nineteenth Century American Utopianism (Westport, CT: Greenwood Press, 1973).
5 Véase la página web complementaria para el mensaje teológico de la imagen del árbol de la vida.
6 El satán de Job 1–2 no es la najash del Edén. Véase la discusión en el capítulo 8. El rebelde divino del Edén perdió su papel como guardián protector del trono de Yahvé y, en consecuencia, el acceso al consejo de Yahvé. Tal como veremos en capítulos posteriores, como señor de los muertos, la najash (llamada más adelante Satanás en el Nuevo Testamento) reclama su derecho sobre la humanidad a través de la muerte, ya que la inmortalidad humana en la presencia de Dios quedó interrumpida a causa del pecado humano en el Edén, siendo necesaria la redención para volver a formar parte nuevamente de la familia eterna de Dios.
Heiser, M. S. (2019). El Mundo invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia. (D. Lambert, Ed.) (Primera edición). Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico.

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