TRANSGRESIONES DIVINAS

Problemas en el paraíso

La historia de la caída de la humanidad en Génesis 3 parece clara, quizás porque la hayamos escuchado contar tantas veces. La verdad es que el pasaje plantea muchas preguntas en cuanto a su interpretación. Hemos dedicado algún tiempo a un par de ellas en el capítulo anterior. Ahora ha llegado el momento de analizar el personaje principal, la serpiente. Una vez más hay que decir que aquí hay mucho más de lo que salta a la vista.

Una de las cosas que siempre me ha perturbado es por qué Eva no estaba muerta de miedo cuando la serpiente le habló. No hay ningún indicio de que pensara que aquel incidente era inusual. Me he encontrado con explicaciones extrañas sobre eso, como que tal vez en esa época los animales podía andar y hablar. Ese tipo de especulación tiene por objeto preservar un punto de vista exageradamente literalista del texto, y a menudo va acompañada de alguna apelación científica, como la afirmación de que la anatomía de las serpientes muestra que en algún momento tuvieron patas. Es una equivocación que alguien trate de defender el literalismo bíblico recurriendo a la historia evolutiva de las serpientes. Y, en cualquier caso, este enfoque pierde de vista lo importante. También parte del supuesto de que el villano era simplemente un animal, cuando no era así.

Lo cierto es que un lector antiguo no esperaría que Eva tuviera miedo. Dado el contexto (se encontraba en el Edén, el ámbito de Yahvé y su consejo de elohim), quedaría claro que estaba conversando con un ser divino. Como hemos visto en capítulos anteriores, el autor bíblico ha mostrado con toda claridad que Eva se encontraba en terreno divino.

GÉNESIS 3 EN SU CONTEXTO

En la literatura del antiguo Oriento Próximo del mundo veterotestamentario, que los animales hablaran no era algo infrecuente. El contexto de tales manifestaciones era la magia, que naturalmente iba ligada al mundo de los dioses o la intervención divina directa. Ningún egipcio, por ejemplo, habría supuesto que los animales que se encontraba en su vida normal pudiera hablar. Pero cuando se trataba de los dioses o las fuerzas mágicas, todo era distinto. A menudo, los animales eran el vehículo para manifestar la presencia o el poder divinos en una historia. El tipo de animal que fuera dependería con frecuencia de las características asociadas a ese animal o del estatus del mismo dentro de la religión de esa cultura.

Por consiguiente, de lo que pretende informarnos Génesis 3 no es de la antigua zoología, o de que hubo un tiempo en que los animales podían hablar. No estamos en el campo de la ciencia por diseño. El libro del Génesis mostraba ideas sencillas pero a la vez profundas a los lectores israelitas: el mundo que experimentamos fue creado por un Dios todopoderoso; los seres humanos hemos sido creados como sus representantes; el Edén era su morada; allí estaba acompañado por huestes sobrenaturales; un miembro de ese séquito divino no estaba contento con las decisiones de Dios de crear la humanidad y darle dominio. Todo esto nos lleva a cómo se metió la humanidad en el lío en que se encuentra.

En cierto sentido, sabemos que la “serpiente” de Génesis no era realmente un miembro del reino animal. Tenemos otros pasajes que nos ayudan a entender esto, especialmente en el Nuevo Testamento. Entendemos que, si bien los autores neotestamentarios se refieren a la serpiente del Edén, en realidad se están refiriendo a un ente sobrenatural, no a un mero miembro del reino animal (2 Cor 11:3; 1 Tes 3:5; Ap 12:9).

Es en estos términos que debemos concebir la historia de Génesis 3. Un israelita habría sabido que el episodio describía la interferencia por parte de un ser divino en el drama humano, un miembro descontento del consejo de Yahvé.1 El vocabulario empleado por el autor revela varias cosas sobre el enemigo divino que ha surgido de entre el consejo. Si solo pensamos en una serpiente perderemos de vista el mensaje.

Mi tarea en este capítulo y el próximo es ayudarle a pensar más allá de la literalidad del lenguaje de la serpiente. Si es cierto que el enemigo del huerto era un ser sobrenatural, entonces no era una serpiente.2

Pero también es verdad que la historia se narra así por una razón. Por extraño que parezca, el vocabulario y la imaginería tienen como propósito alertar a los lectores de la presencia de un ser divino, no de una serpiente literal. Para demostrarlo, vamos a comparar Génesis 3 con otros pasajes del Antiguo Testamento. Pero para ver que en verdad esos pasajes están conceptualmente ligados a Génesis 3, debemos repasar algunas de las cosas que hemos aprendido.

El Edén era la morada divina, y por tanto el lugar en que Yahvé celebraba las reuniones de su consejo. A continuación se presentan algunos de los términos y versículos relacionados con el Edén que ya apuntamos brevemente en un capítulo anterior. He añadido los términos hebreos que subyacen al texto castellano.

Término hebreo
Significado en español
Concepto
Versículos importantes
elim, elohim (plural)
“dioses”
miembros del consejo
Gn 3:5, 22
gan
“huerto”
morada divina, lugar de reunión del consejo
Gn 2:8–10, 15–16 Gn 3:1–3, 8, 10, 23–24
ʾed najar yamim
“vapor (de agua)” “río” “mares, aguas”
descripción del huerto bien regado del consejo
Gn 2:6, 10–14; Ez 28:2
jar
“monte, montaña”
cadena montañosa donde se reunía el consejo divino
Ez 28:13
moshab elohim
“trono de los dioses” (sede de la autoridad gobernante)
la asamblea divina
Ez 28:2

Puede verse enseguida que, además de Génesis 2–3, la otra fuente de citas bíblicas es Ezequiel 28. Ese es uno de los capítulos conceptualmente ligados a Génesis 3. La conexión es explícita. Ezequiel 28:13–14 hace referencia a “Edén, el huerto de Dios … el santo monte de Dios.”

La tabla no enumera todos los puntos de conexión entre ambos pasajes. Existen otros, la mayoría de ellos objeto de un encendido debate entre los especialistas.3 Ya en el capítulo 1 dije que hay muchas interpretaciones distintas sobre pasajes extraños de la Biblia, pero las mejores son las que tienen sentido dentro del contexto de los demás, el mosaico. La relación entre Génesis 3 y Ezequiel 28 y otros pasajes va a servir para ilustrar ese punto.

1 Aquí me refiero al consejo divino en términos generales, más o menos equivalente a huestes celestiales. En lo que sigue a continuación, los lectores descubrirán que considero que la descripción del rebelde divino se corresponde con uno de los guardianes del trono de Dios. No es necesario pensar que el consejo divino quedaba restringido a aquellos que tomaban decisiones. De hecho, la analogía del gobierno humano en aquellas civilizaciones que tenían la concepción de un consejo divino lo deja claro. No todos los miembros del “gobierno” del rey estaban involucrados directamente en la toma de decisiones, pero aun así trabajaban para el soberano.

2 Otros eruditos han adoptado el mismo punto de vista, especialmente van Dijk (Ezekiel’s Prophecy on Tyre (Ez. 26:1–28:19): A New Approach), al que citamos más extensamente en el análisis posterior.

3 El debate sobre la relación entre Ez 28 y Gn 3 se vuelve rápidamente muy técnico. Este capítulo y el siguiente presentan, de manera selectiva, algunos puntos de conexión y temas relevantes relacionados con esas conexiones. Véase la página web complementaria para un análisis más detallado de las cuestiones gramaticales, de crítica textual y conceptuales que tienen que ver con los referentes edénicos en Ez 28.

EZEQUIEL 28

Ez 28 no trata específicamente acerca de la Caída de la humanidad. Tampoco es un comentario sobre Génesis 3. El capítulo comienza con Dios castigando al príncipe de Tiro (Ez 28:1–8). Dios acusa a este príncipe de mostrar una arrogancia extraordinaria. En el versículo 2 el príncipe se considera a sí mismo un dios (el), sentado en el trono de los dioses (moshab elohim), un término que guarda relación con el consejo divino.4

La elección de el para referirse a quién considera ser el príncipe resulta interesante. También aparece en el versículo 9, donde es un paralelo de elohim. El término el es otra palabra que significa “dios” en hebreo y otras lenguas semíticas. El pueblo de Ugarit denominaba a su dios principal El—usaba el término como nombre propio. Lo mismo ocurría con el pueblo de Tiro, que era una ciudad fenicia. La religión fenicia tenía un consejo divino comandado por El, a quien también se llamaba elyon (“Altísimo”) en textos fenicios, y al que se consideraba el creador de la tierra.

Para el lector antiguo familiarizado con El, la idea de que el príncipe de Tiro pudiera pensar que era apto para gobernar en lugar de El (o incluso ser una deidad más genérica de las que participaban en el consejo divino) sería absurda. Para los autores bíblicos, la sola idea sería, además, ofensiva. Para ellos, Yahvé era el Altísimo—el verdadero rey de todos los dioses y creador de cielos y tierra. Esta es la razón por la que los hagiógrafos se refieren a Yahvé como el-elyon (“Dios Altísimo”; Gn 14:20, 22). El motivo por el que ellos le asignaban los nombres el y elyon a Yahvé no era para apoyar el modo en que los fenicios y los residentes de Ugarit pensaban en sus dioses, sino para afirmar la superioridad de Yahvé. Él era incomparable entre los seres espirituales; el resto eran pretendientes. En consecuencia, los autores bíblicos habrían considerado que la arrogancia humana del príncipe de Tiro era una afrenta hacia el Dios de Israel.

Dios pasa a reconocer la gran inteligencia de este príncipe, pero le recuerda que no es dios, y desde luego no es el Altísimo (Ez 28:2–6). Este tipo de arrogancia debe ser castigada. El juicio vendrá. Dios pregunta sarcásticamente (v. 9), “¿Hablarás delante del que te mate, diciendo: Yo soy Dios?”

En el versículo 10 Dios añade un detalle extraño: “De muerte de incircuncisos morirás por mano de extranjeros”. Dado que el príncipe de Tiro es un gentil incircunciso de todos modos, la frase parece incongruente. Si leemos un poco más adelante en Ezequiel, el argumento estaría claro para un lector antiguo. El inframundo de los muertos, el Seol, es descrito por Ezequiel como el lugar en que se encuentran los reyes guerreros incircuncisos y enemigos de Israel (Ez 32:21, 24–30, 32; Is 14:9). Este es el lugar de los refaim muertos, seres cuasi-sobrenaturales con los que nos encontraremos más adelante.

Es en este punto que Dios hace que el profeta eleve un lamento por el príncipe de Tiro, el brillante príncipe cuya arrogancia condujo a su caída, no solo a tierra sino bajo la tierra. Dios, a través del profeta, comienza diciendo:

12 Tú eras el sello de la perfección,

lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.

13 En Edén, en el huerto de Dios estuviste;

de toda piedra preciosa era tu vestidura;

de cornerina, topacio, jaspe,

crisólito, berilo y ónice;

de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro;

los primores de tus tamboriles y flautas

estuvieron preparados para ti en el día de tu creación (Ez 28:12–13).

Estos versículos plantean dudas. El príncipe de Tiro no estaba en el Edén; estaba en Tiro. Ahora vemos que, si bien Ezequiel 28 habla sobre el príncipe de Tiro, al describir la arrogancia, caída y estado original de este príncipe, el profeta utiliza un relato más antiguo sobre una caída en el Edén.

4 Ambas frases, “trono de los dioses” y “corazón de los mares”, apuntan al lugar de autoridad divina, el salón del trono del consejo divino. El ugarítico presenta un paralelo cercano a moshab elohim (ugar. m[ṯ]b il, “trono de El”; KTU 1.4.i.13). Véase Richard J. Clifford, The Cosmic Mountain in Canaan and the Old Testament (Harvard Semitic Monographs 4; Cambridge: Harvard University Press, 1972; reimpreso por Wipf and Stock, 2010. Nótese que los números de página se refieren a la edición original, no a la reimpresión de Wipf and Stock), 170; E. Theodore Mullen Jr., The Divine Council in Canaanite and Early Hebrew Literature (Harvard Semitic Monographs 24; Chico, CA: Scholars Press, 1980), 150–55. Block parece negar una serie de conexiones con el consejo divino en este pasaje basándose en que un yahvista ortodoxo no habría extraído las analogías que establece Block (Daniel Isaac Block, The Book of Ezekiel, Chapters 25–48 [The New International Commentary on the Old Testament; Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1997], 94–95). A mi juicio esto es una equivocación. No tiene nada de heterodoxo que un autor bíblico reutilice términos e ideas ugaríticos. Su uso no era una aprobación de la teología de Ugarit. Su propósito es más bien el contrario: encasillar a un villano comparando su arrogancia con una rebelión sobrenatural contra Yahvé. W. Hermann resume el punto de vista de la mayoría de los eruditos en este sentido: “La residencia de El (mṯb il) se menciona en KTU 1.3 iv:48; v:39; 1.4 i:12; iv:52. La morada mítica de El está situada en mbk nhrm / apq thmtm, ‘el nacimiento de los dos ríos / el lecho de los dos diluvios’ (p. ej. KTU 1.2 iii:4; 1.6 i:33–34)” (“El”, en Dictionary of Deities and Demons in the Bible, 2ª ed. [ed. Karel van der Toorn, Bob Becking y Pieter W. van der Horst; Leiden: Brill, 1995], 278). Los autores bíblicos se basan en material religioso del antiguo Oriento Próximo docenas, o tal vez centenares, de veces para presentar sus enseñanzas teológicas, no para respaldar teologías extranjeras. La Biblia hebrea usa el término moshab de Sion, el lugar del gobierno de Yahvé (Sal 132:13). Asimismo, a Sion se le llama “las alturas del norte” (Sal 48:2), una frase que los especialistas semíticos reconocen como una derivación de la descripción de la morada de Baal (KTU 1.3 i:21–22; iii:29, 47–iv:1; iv: 19–20, 37–38; 1.4 iv:19; v:23, 55; 1.5 i:10–11; 1.6 vi:12–13; 1.10 iii:27–37). Como dice Niehr: “Casi siempre en los textos mitológicos, se menciona el Monte Safón junto con Baal porque el monte Safón es su morada divina” (“Zaphon”, en Dictionary of Deities and Demons in the Bible, 928).

Heiser, M. S. (2019). El Mundo invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia. (D. Lambert, Ed.) (Primera edición). Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico.

Una respuesta a “TRANSGRESIONES DIVINAS”

  1. Avatar de Mauricio Merlos De la Cruz
    Mauricio Merlos De la Cruz

    muchas gracias ,bendiciones

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