A los gobernantes del antiguo Egipto se les llamaba faraones. En realidad, en el idioma del antiguo Egipto, el título constaba de dos palabras, per a-a, que quiere decir “gran casa (familia)”. El concepto que se tenía de la casa de las familias gobernantes del antiguo Egipto era el de una burocracia dinástica. Por lo general, los faraones tenían familias extendidas. A menudo nombraban a miembros de la familia para que ocuparan puestos clave de autoridad en su administración. Era habitual que las personas que detentaban los lugares de élite dentro del personal de la burocracia gobernante del rey procedieran de la casa de Faraón. Eran administradores, no humildes mensajeros.
Este concepto y estructura eran bien conocidos por todo el mundo antiguo. Indicaba una autoridad estratificada: un rey excelso, unos administradores en posiciones clave que con frecuencia eran parientes del rey y personal de bajo nivel que servía a los altos cargos. Todos los que formaban parte del sistema eran miembros del gobierno, pero había grados tanto en la autoridad como en el estatus de cada uno de ellos.
Varios pasajes veterotestamentarios señalan que esta estructura administrativa también existe en el mundo celestial. El caso del Salmo 82 tal vez sea el más claro, y quizás el más llamativo. Tal como relaté en el primer capítulo, es el pasaje que me abrió los ojos. El salmo se refiere a la administración de Yahvé como un consejo o concilio.4 El primer versículo dice así:
Dios (elohim) está en la reunión de los dioses;
En medio de los dioses (elohim) juzga.
Sin duda observó que, tal como indiqué en el capítulo uno, la palabra elohim aparece dos veces en este versículo. También es probable que se diera cuenta de que elohim es uno de los nombres de Dios, a pesar del hecho de que la forma de la palabra es plural. En español construimos los plurales añadiendo una -s o -es (ratas, caballos, papeles). En hebreo, la forma plural del masculino termina en -im.
Si bien el término elohim es plural en cuanto a forma, su significado puede ser plural o singular. Lo más habitual en la Biblia hebrea (más de 2,000 veces) es que sea singular y haga referencia al Dios de Israel.
En español también tenemos palabras así. Por ejemplo, el término paraguas puede ser singular o plural. Cuando vemos paraguas por sí solo, no sabemos si debemos pensar en uno o en varios. Si colocamos la palabra paraguas dentro de una frase (“El paraguas se rompió”), sabemos que se trata de uno solo, ya que se rompió requiere la presencia de un sujeto en singular. Del mismo modo, “Se rompieron todos los paraguas” nos indica que se habla del estado en que quedaron más de un paraguas. La gramática nos orienta, y lo mismo sucede en hebreo.
El Salmo 82:1 resulta especialmente interesante, ya que elohim aparece en dos ocasiones dentro del mismo versículo. En el Salmo 82:1, el primer elohim debe ser singular, ya que la gramática hebrea sitúa el término como sujeto de un verbo en singular (“está”). El segundo elohim, por el contrario, debe ser plural, puesto que la preposición que lo precede (“en medio de”) requiere que se trate de más de uno. No se puede estar “en medio de” uno. La preposición demanda la existencia de un grupo—igual que el sustantivo anterior, reunión o asamblea. El significado del versículo no puede ser otro: El único elohim de Israel preside la asamblea de los elohim.
Una lectura rápida del Salmo 82 nos informa de que Dios ha convocado esta reunión para juzgar a los elohim por gobernar de forma corrupta a las naciones. El versículo 6 del salmo declara que estos elohim son hijos de Dios. Dios les dice:
Yo dije: Vosotros sois dioses [elohim],
Y todos vosotros hijos del Altísimo [beney elyon].
Para un autor bíblico, el Altísimo (elyon) era el Dios de Israel. El Antiguo Testamento se refiere a él como Altísimo en varios lugares (p. ej., Gn 14:18–22; Nm 24:16; Sal 7:17; 18:13; 47:2). Aquí se llama claramente a los hijos de Dios/del Altísimo elohim, ya que el pronombre “vosotros” en el versículo 6 está en plural en hebreo.
El texto no aclara si están siendo juzgados todos los elohim o solamente algunos. La idea de elohim que gobiernan las naciones bajo la autoridad de Dios es un concepto bíblico que se describe en otros pasajes que analizaremos más adelante. Por ahora, es suficiente ver con claridad que los hijos de Dios son seres divinos que se encuentran bajo la autoridad del Dios de Israel.5
Así entenderá por qué el salmo me marcó tanto. En el primer versículo Dios aparece presidiendo una asamblea de dioses. ¿Acaso no suena todo esto como un panteón, algo que asociamos con el politeísmo y la mitología? Precisamente por esta razón, muchas traducciones castellanas oscurecen el hebreo en este versículo. Por ejemplo, lbla lo traduce como: “Dios ocupa su lugar en su congregación; El juzga en medio de los jueces.”
No hay ninguna necesidad de camuflar lo que dice el texto hebreo. No habría que proteger a las personas de la Biblia. Los hagiógrafos no eran politeístas. Pero dado que el Salmo 82 genera preguntas y controversia, debemos dedicarle algún tiempo a lo que enseña y lo que no enseña, así como a otros pasajes que nos dan a conocer la existencia de un consejo divino.
4 Las principales obras académicas sobre los consejos divinos de Canaán, Ugarit e Israel son las de E. Theodore Mullen Jr., The Divine Council in Canaanite and Early Hebrew Literature, Harvard Semitic Monographs 24 (Chico, CA: Scholars Press, 1980) and Lowell K. Handy, Among the Host of Heaven: The Syro-Palestinian Pantheon as Bureaucracy (Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 1994); H. W. Robinson, “The Council of Yahweh”, Journal of Theological Studies 45 (1944): 151–57; David Marron Fleming, “The Divine Council as Type Scene in the Hebrew Bible” (tesis doctoral, Southern Baptist Theological Seminary, 1989); Min Suc Kee, “The Heavenly Council and Its Type-Scene”, Journal for the Study of the Old Testament 31.3 (2007): 259–73; Patrick D. Miller, “Cosmology and World Order in the Old Testament: The Divine Council as Cosmic-Political Symbol”, Horizons in Biblical Theology, no. 2 (1987): 53–78; Ellen White, Yahweh’s Council: Its Structure and Membership (Forschungen zum Alten Testament 65; Tubinga: Mohr Siebeck, 2014). Véase también mi recensión del libro de White en la página web complementaria. Para un repaso académico general del consejo divino, véase Heiser, “Divine Council”, en Dictionary of the Old Testament; Heiser, “Divine Council”, en Lexham Bible Dictionary. Sobre el Sal 82, véase Matitiahu Tsevat, “God and the Gods in Assembly”, Hebrew Union College Annual 40–41 (1969–70): 123–37; James Stokes Ackerman, “An Exegetical Study of Psalm 82” (tesis doctoral, Harvard University, 1966); Willem S. Prinsloo, “Psalm 82: Once Again, Gods or Men?” Biblica vol. 76, no. 2 (1995): 219–28.
5 A medida que avancemos, me referiré a la “cosmovisión del consejo divino” de los autores bíblicos. Esta frase y otras como ella se refieren al gobierno de Dios sobre todas las cosas, visibles o invisibles, a través de sus agentes inteligentes (los reflejos de su imagen) tanto humanos como no humanos. Dado que, como tendremos ocasión de descubrir, la intención original de Dios para la humanidad (y por ende el destino original de la misma) fue que gobernara y reinara con él como parte de su familia celestial no humana, los asuntos humanos entran dentro de la cosmovisión del consejo divino. En la teología bíblica se produce una simbiosis de ambos mundos, sea en el servicio leal a Dios o en el conflicto espiritual que sigue a las rebeliones divina y humana.
lbla: La Biblia de las Américas
Heiser, M. S. (2019). El Mundo invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia. (D. Lambert, Ed.) (Primera edición). Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico.

Deja una respuesta