TEOLOGÍA BÍBLICA

La teología bíblica depende mucho de la teología histórica, la exégesis y la hermenéutica, pero da un paso más adelante. La exégesis y la hermenéutica estudian pasajes. La teología bíblica estudia libros enteros, conjuntos de libros (como el Pentateuco), o la Biblia entera. Combina los resultados de la exégesis y de la hermenéutica de todos los pasajes para formar una síntesis del mensaje en términos generales e intenta organizar toda esa información según temas o categorías que surgen del mismo texto bíblico.

El teólogo bíblico puede limitarse a estudiar la teología de un solo libro (por ejemplo, la teología de Marcos). Puede decidir enfocar su estudio en un autor (la teología de Pablo) o en una selección de libros (la teología de los profetas) o un testamento (la teología del Nuevo Testamento). Otra manera de hacer la teología bíblica es escoger un tema y seguirlo a través de una parte de la Biblia o toda la Biblia. Por ejemplo, Craig Blomberg publicó Ni pobreza, ni riquezas, una teología bíblica de las posesiones materiales. El mismo autor escribió un artículo titulado “Las posesiones materiales en el cristianismo primitivo” publicado en la revista Kairós (25). El libro considera toda la Biblia, el artículo solo Hechos y Santiago, pero ambos se enfocan en un solo tema.

La relación de la teología bíblica con la exégesis y la hermenéutica es en ambos sentidos. Ya se mencionó que la teología bíblica depende de los resultados de la exégesis y de la hermenéutica, pero estas dos disciplinas también dependen de la teología bíblica. La teología bíblica provee un marco conceptual que guía la interpretación de pasajes individuales. Por ejemplo, la teología bíblica provee la información que en Lucas y Hechos el autor enfatiza bastante la importancia de las mujeres y con frecuencia provee dos relatos similares, uno con un hombre y otro con una mujer. Esta información puede guiar al intérprete en su exégesis a considerar la posibilidad de interpretar los dos pasajes juntos. Por ejemplo en Lucas 2:25–35 Simeón profetiza acerca del recién nacido Jesús y en los versículos 36–38 Ana hace lo mismo. Al reconocer que esto es una práctica habitual de Lucas, el teólogo puede interpretar los dos pasajes juntos, notando que los pasajes realmente son complementarios.

Simons, R. (Ed.). (2019). Introducción a la Teología Bíblica (1a ed.). Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico.

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