2 Timoteo 3:14-15

«Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.» (2 Timoteo 3:14-15 RVR1960)

• Comentario bíblico: Por su interés en lo novedoso, en las especulaciones sin sentido y por sus necios deseos y avaricia, los ancianos disidentes, habiéndose «engañado» a sí mismos y «engañando» ahora a otros, han abandonado la verdad (2:18) y han naufragado en cuanto a la fe (1 Tim 1:19). A modo de contraste (tú sin embargo), se urge a Timoteo a que permanezca fiel al Evangelio Apostólico (persiste en las cosas que has aprendido; con ello se hace referencia a los versículos 10–11 y se anticipa lo que va a decirse a continuación). Las cosas que has aprendido, afirma Pablo con esperanza, son las mismas de que te convenciste.

Se dan dos razones para que Timoteo persista en lo que ha aprendido: En primer lugar, conoces a aquellos de quienes las has aprendido. Este curioso plural, que cambió al singular en la mayoría de los manuscritos posteriores, puede estar relacionado con el plural de 2:2 («en presencia de muchos testigos»). Lo más probable es que se refiera tanto a Pablo (vv. 10–11) como a la madre y abuela de Timoteo (1:5), quienes le habían enseñado desde la niñez… las Santas Escrituras. Por ello Pablo le recuerda, por un lado que aquellas cosas en las que ha de persistir tienen profundas raíces en su pasado y, por otro, que puede confiar en aquellos —su familia y su amigo más cercano—, que le brindan un legado al que ser fiel.

En segundo lugar, has conocido las Santas Escrituras. Esta es una expresión nueva en estas cartas. (En otros pasajes la expresión «la Palabra» alude al mensaje del Evangelio; ver la exposición de 1 Tim 4:5.) No obstante, lo que aquí se dice por primera vez de un modo explícito está implícito a lo largo de todo el texto. Los falsos maestros han estado utilizando la Escritura (más bien abusando de ella) para su propio perjuicio y el de los demás (cf. 1 Tim 1:6–7). Pero las Sagradas Escrituras nos pertenecen, porque apuntan a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.
Los padres judíos tenían el sagrado deber de instruir a sus hijos en la ley desde el momento en que éstos cumplían los cinco años. Por ello Pablo sabía que Timoteo había conocido las Sagradas Escrituras desde la niñez (lit., «los Escritos Sagrados», según parece, una expresión muy popular dentro del judaísmo rabínico, que habría formado parte de la propia historia personal de Pablo). La locución pueden hacerte sabio, que refleja probablemente el uso de la Septuaginta en Salmos 19:7 («que hace sabio al sencillo»), contrasta con la «insensatez» y los «engaños» de los falsos maestros (vv. 9, 13).

Con estas palabras Pablo insta a Timoteo para que sea leal, no solo a sí mismo y a su pasado, sino también a las Escrituras, puesto que también ellas conducen a la salvación. Sin embargo, la salvación no se encuentra en las Escrituras como tales, sino solo cuando éstas se entienden correctamente como señalando a la persona de Cristo. Para Pablo la salvación es siempre mediante la fe en Cristo Jesús.

Fee, G. D. (2008). Comentario de las Epístolas a 1a y 2a de Timoteo y Tito. (A. F. Ortiz, Ed., P. L. Gómez Flores, Trad.) (pp. 317–318). Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie.

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