Introducción
Este escrito presenta de forma breve el desarrollo del Imperio Romano, su caída y la influencia que ha tenido sobre el cristianismo. ¿Cómo un suceso de más de mil años puede afectar nuestro contexto? La influencia que tuvo el Imperio a lo largo de sus años fue grande, esto ha provocado implicaciones en el presente. ¿Se puede sacar cosas positivas de la caída de este imperio? Si la respuesta es sí, entonces, se debe contextualizar la historia. Por lo tanto, el objetivo es mirar ese suceso del pasado, para aprender sobre el valor de la fe verdadera, una que no colapsa ante el aparente triunfo del mal.
El declive del Imperio Romano
La formación de Roma es una de las historias más interesantes que existe.[1] Sin embargo, el foco se centra en el levantamiento Imperial. Aún en las Escrituras se predijo el alza de un imperio del mal, que haría frente a los santos, derrotaría alguno de ellos, pero al final, sería derrocado por uno como Hijo de Hombre (cf. Dn 7:7-28). Este imperio final que presenta las Escrituras hace referencia al Imperio Romano. Pero centrando el mensaje a la luz de la historia cristiana, el escenario parece ser otro.
Los primeros siglos de la iglesia se desarrollaron en un ambiente donde el Imperio Romano estaba posicionado como potencia mundial. Era el gobierno más poderoso y temible que existía. No obstante, como afirma Justo González: “La política de los romanos era por lo general tolerante hacia la religión y las costumbres de los pueblos conquistados”.[2] Esto implica que el Imperio Romano, actuaba bajo cierta diplomacia. Pero esta actitud no duro por mucho tiempo, una vez el cristianismo comenzó a extenderse, las grandes persecuciones comenzaron a ocurrir. El Imperio se estaba levantando en contra de la religión más creciente del mundo. En ocasiones previas le había hecho frente al judaísmo, pero ahora el escenario era distinto.
El cristianismo estaba influenciando la sociedad. La convicción de la iglesia y su fe por Cristo era más grande que la lealtad que el pueblo tenía por el Cesar. Aunque por varios años la iglesia sufrió gran persecución, se avecinaba un periodo de “paz”. Este escenario presentaría el triunfo de la iglesia y la cercana caída del Imperio. Era una crónica anunciada, el Imperio internamente estaba colapsando. ¿Cuál fue la causa principal?
Muchos historiadores debaten acerca de la caída del Imperio Romano; aunque Roma gozó de una formación rígida y estructurada, poco a poco el sincretismo comenzó a ser un problema notable. Una evidencia de este hecho fue la división que ocurrió el siglo IV d.C., el Imperio Romano se dividió en Imperio Occidental y otro Oriental. Pero previo a este escenario, se llevó a cabo el Edicto de Milán (313 d.C.). En este periodo, “Constantino quedó como el único emperador, y la iglesia gozó de paz en todo el Imperio”.[3]
Entonces, el Imperio Romano parecía que había sido cristianizado, esto provocó un decaimiento en su estructura política, y causó efectos “negativos” en la iglesia. Otras cosas se añaden, específicamente la incorporación de los bárbaros en el Imperio. Constantino les había hecho frente por mucho tiempo, pero con los emperadores nuevos, la mejor opción parecía que era la alianza con ellos. Por lo tanto, progresivamente fueron formando parte del Imperio, específicamente como soldados romanos.
El viejo Imperio Romano estaba enfermo de muerte, y no lo sabía.[4] Los bárbaros atacaron. Algunos creen que fue externo el ataque, pero la evidencia apunta a un descuido del Imperio Romano, todo esto junto con su sincretismo, su desenfreno sexual, la glotonería y su confianza en glorias pasadas. Aunque algunos historiadores ven este suceso, no como una “caída” sino como una “transformación”, la realidad es, que el Imperio Romano, dejo de ser lo que fue por muchos años; un Imperio que se expandía por el mundo, proveyendo una aparente paz y seguridad a su pueblo. Dentro de esta historia la iglesia siguió involucrada y jugando un papel crucial en su fe.
La iglesia en la historia y sus implicaciones hoy
Es necesario comprender la historia del cristianismo, como si fuera un mapa que nos dice en dónde estamos y hacia donde vamos. ¿Qué se puede aprender del periodo donde la iglesia vivió bajo el gobierno del Imperio Romano? En ocasiones, las historias se repiten, pero con cambios de personajes y sucesos similares, que terminan con desenlaces diferentes. Por años, la iglesia ha sufrido la opresión de parte de gobiernos corruptos que oprimen la sociedad e intimidar a la iglesia para que viva en la sombra de la oscuridad. En oposición al sistema del mal, la iglesia desea brillar a luz de las buenas nuevas que presenta el evangelio, que Jesús es el Cristo, Él es el Rey.
Esta voz resonante no hace eco cuando la iglesia práctica la corrupción que permea en una sociedad que ha brindado lealtad al gobierno, al “Cesar” y ha dejado a un lado la verdadera fe. La iglesia desde sus inicios se vio como una extensión del reino de Dios, llevando luz a naciones en oscuridad. En oposición, había un imperio del mal, el Imperio Romano de aquellos tiempos vocifero e intimido a la iglesia para que no fuera portavoz de la verdadera religión (cf. Stg 1:27). ¿Pero qué hizo la iglesia? Triunfó y prevaleció.
Este modelo de fe es útil para cualquier periodo de la iglesia. La iglesia pudo salir vencedora frente a persecuciones. Nosotros podemos hacer lo mismo. No obstante, la iglesia de aquel entonces, participo de un convenio, de una alianza con el Imperio. Esto logró posicionarla, provocó expansión, pero a su vez la ligo en gran parte a la caída del Imperio Romano. Por esto, durante muchos años la iglesia se vio bajo la sombra del Imperio Romano, pero con un disfraz religioso; aunque este tema apunta a otra historia, este comienzo fue notable durante el siglo IV y V d.C.
Debemos procurar que la alianza no dañe la verdadera unidad que profesa la iglesia. Esta unidad es manifiesta a través de la fe bíblica. La iglesia debe ejercer la autoridad que se le ha conferido (Mt 28:18-20). Debe cuidar su testimonio y no contaminarse con el sistema del mundo, tal y comenzó a ocurrir en aquel entonces. Si la iglesia cambia la unidad por un convenio de “paz y seguridad” puede dejar de ser bendición a la sociedad.
La iglesia debe aprender de la historia, que la victoria no está en imitar a un sistema corrupto que carga una bandera triunfalista. La meta debe ser triunfar con la fe genuina y prevalecer en ella alejándose de la contaminación que ofrece el sistema pagano. La sociedad se beneficiará más de una iglesia sufrida pero perseverante en convicción, que un sistema que profesa bienestar, pero tiene sentencia de muerte en sus lomos.
Conclusión
Se debe aprender de la caída del Imperio Romano, de que la grandeza no es sinónimo de triunfo. La iglesia prevaleció en triunfo, no cuando fue recibida por el Imperio, más bien cuando ejercieron el testimonio de que solo Jesús es el Señor. Imitar la historia puede tener implicaciones positivas o negativas. Lo mejor es aprender y seguir el modelo que sea positivo para nuestra sociedad y contexto.
[1] Roma se estableció como ciudad estado formal en el 753 a.C. Su historia se puede dividir en tres períodos gubernamentales: De la Realeza (753–510 a.C.), de la República (510–31 a.C.), e Imperial (31 a.C.–476 d.C.). Rob Fringer, «Roma, Ciudad de», ed. John D. Barry y Lazarus Wentz, Diccionario Bíblico Lexham (Bellingham, WA: Lexham Press, 2014).
[2] Justo L. González, Historia del cristianismo: Tomo 1, vol. 1 (Miami, FL: Editorial Unilit, 2003), 26.
[3] Ibíd., 124.
[4] Ibíd., 241.
Escrito por Alfredo J. Velázquez
11/marzo/2023

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