La ascensión y glorificación de Jesucristo

1. Su ascensión.

Por la ascensión de Cristo nos referimos a aquel evento en el que Él dejó esta tierra en su cuerpo de resurrección y fue visiblemente llevado al cielo. Marcos y Lucas son los únicos dos escritores de los Evangelios que hablan de esto: “Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo” (Mr. 16:19). “Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos y fue llevado arriba al cielo” (Lc. 24:50, 51). “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos” (Hch. 1:9).

Jesús predijo el evento de su ascensión. “Pues qué, si veréis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero.” (Jn. 6:62). Pablo enseñó la ascensión de Cristo: “Por lo cual dice: subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo” (Ef. 4:8–10). (Vea también Jn. 20:17; 13:1; 16:10, 16, 28; Heb. 4:14; 7:26; I Ti. 3:16.)

Al unir las palabras “subió por encima de todos los cielos” (Ef. 4:10) con “hecho más sublime que los cielos” (Heb. 7:26), y “que traspasó los cielos” (Heb. 4:14) parece ser que hay varios cielos, posiblemente el atmosférico y astronómico a través de los cuales Jesús pasó en su camino al Padre. William Evans sugiere:

Esto significa que Él venció todos esos principados y poderes malignos que habitan en las regiones celestes (Ef. 6) y que sin duda hicieron lo imposible en tratar de no dejarlo pasar por los cielos para presentar su obra finalizada al Padre.105

Myer Pearlman nos hace recordar: “Por lo tanto la ascensión se convierte en la línea divisoria de dos períodos en la vida de Cristo: Desde el nacimiento hasta la resurrección Él es el Cristo de la historia humana, El que vivió una vida humana perfecta bajo condiciones terrenales. Desde la ascensión Él es el Cristo de la experiencia espiritual, que vive en el cielo y toca a hombres por medio del Espíritu Santo.”106

2. Su exaltación.

2.1. El significado de la exaltación de Cristo.

Por exaltación de Cristo nos referimos al Padre dándole al Hijo levantado y ascendido el lugar de honor y poder a su diestra. Esta verdad se enseña en muchos lugares en el Nuevo Testamento.

2.1.1. Por Lucas:Así que, exaltado por la diestra de Dios” (Hch. 2:33); “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador” (Hch. 5:31);

2.1.2. Por Pedro:Quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades” (I P. 3:22).

2.1.3. Por Pablo:Cristo es el que murió, más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios” (Rom. 8:34); “la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Ef. 1:20); “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (Col. 3:1); “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (Heb. 10:12).

2.1.4. Jesús implicó en Mateo 22:41–46, y lo enseñó claramente en Apocalipsis 3:21: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he venido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

2.1.5. Esteban vio al Señor glorificado poco antes de su muerte, por eso exclamó, “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hch. 7:55, 56). “La diestra de Dios” indica un lugar de honor y de poder. “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre, que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:9–11).

2.2. Resultados de la exaltación de Cristo.

2.2.1. Él es ahora nuestro sumo sacerdote

Cristo es ahora nuestro sumo sacerdote, intercediendo ante Dios a nuestro favor. “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Heb. 9:24). “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el hijo de Dios, retengamos nuestra profesión” (Heb. 4:14).

2.2.2. Nos asegura el acceso a Dios

La exaltación de Cristo asegura a los creyentes un acceso libre a la presencia de Dios. “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote … acerquémonos, pues, confiadamente al trono de gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:14–16). “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (I Ti. 2:5).

2.2.3. Cristo cabeza de la iglesia

Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” (Ef. 1:22). “Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, el que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Col. 1:18).

2.2.4. Derramamiento del Espíritu

Él ha derramado el Espíritu Santo sobre aquellos que creen. “Pero yo os digo la verdad. Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuere, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Jn. 16:7). “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Jn. 14:16). “Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís” (Hch. 2:33).

2.2.5. Dio dones a los hombres y a la iglesia.

I Cr. 12:8–10; Ef. 4:8–13.

2.2.6. Él esta preparando un lugar para los suyos.

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:3).

3. Los valores prácticos de las doctrinas de la ascensión y glorificación de Cristo.

Myer Pearlman nos ha dado los siguientes cinco valores prácticos e inspirantes para darnos cuenta de que nuestro Señor y Salvador ha ascendido y está sentado en el lugar de honor a la diestra del Padre:

3.1. Un incentivo a la santidad

La conciencia del Cristo ascendido, a quien esperamos ver un día, es un incentivo a la santidad (Col. 3:14). La mirada hacia arriba contrarrestará la fuerza hacia abajo.

3.2. Una correcta concepción de la iglesia

El conocimiento de la ascensión proporciona una correcta concepción de la iglesia. La creencia en un Cristo meramente humano causará que la gente considere a la iglesia como una sociedad humana solamente, útil para propósitos filantrópicos y morales, pero sin poseer ningún poder o autoridad sobrenatural. Por otro lado, un conocimiento del Cristo ascendido resultará en el reconocimiento de la iglesia como un organismo sobrenatural que emana vida divina de su cabeza exaltada.

3.3. Una correcta actitud hacia el mundo

La conciencia del Cristo ascendido producirá una actitud correcta hacia el mundo y las cosas mundanas. “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Fil. 3:20).

3.4. Un profundo sentido de responsabilidad personal

La fe en el Cristo ascendido inspirará a un profundo sentido de responsabilidad personal. La creencia en el Cristo ascendido lleva con ella el conocimiento de que vamos a tener que rendirle un día cuentas a Él (Rom. 14:7–9; II Cor. 5:9, 10). El sentido de responsabilidad a un amo en los cielos actúa como una disuasión del pecado y un incentivo a la justicia (Ef. 6:9).

3.5. La gozosa esperanza de su regreso

La fe en el Cristo ascendido es conectada con la gozosa y bendita esperanza de su regreso. “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo” (Jn. 14:3).107

105 Evans, 98.

106 Pearlman, 176.

107 Pearlman, 181.

Guy P. Duffield y Nathaniel M. Van Cleave, Fundamentos de Teologı́a Pentecostal (San Dimas, CA: Foursquare Media, 2006), 221–224.

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