El poder transformador de la Palabra de Dios en las vidas de aquellos que la estudian con obediencia reverente, es evidente en casos incontables. Consideremos las muchas maneras en las que la Biblia obra en las vidas de aquellos que recurren en su ayuda:
1. SALVACION. El nuevo nacimiento es causado por medio de la Palabra de Dios (1 Pedro 1:23). Cuando es implantada, la Palabra nos lleva a la salvación “por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15). Tiene que ser creída y compartida con otros.
2. ALIMENTO ESPIRITUAL. El profeta habló de comer la Palabra, de recibirla interiormente en el alma (Jeremías 15:16). Es comparada a la leche (1 Pedro 2:2), a la miel (Salmo 19:10; 119:103) y alimento sólido (Hebreos 5:12, 14). La vida espiritual es sostenida por la ingestión de la Palabra.
3. CRECIMIENTO. Al ministrar a nuestras almas, la Palabra nos edifica en nuestra santísima fe (Hechos 20:32). El desarrollo espiritual requiere el alimento de la Palabra (1 Pedro 2:2).
4. SABIDURIA. El valor de la educación es exaltado por todas partes, y de ella las personas esperan conseguir sabiduría. Sin embargo, las Escrituras nos pueden hacer más sabios que nuestros enemigos y darnos más entendimiento que los maestros mundanos (Salmo 119:99, 100).
5. PURIFICACION. El mundo está lleno de contaminación moral. El gran purificador de la mente y del corazón es la Palabra (Salmo 119:9; Juan 15:3). Nos protege del pecado (Salmo 119:11).
6. GUIA. Saber lo que hacer y a dónde dirigirse constituye un problema constante. La Palabra es luz a nuestro camino (Salmo 119:105).
7. CONSUELO o aliento en nuestras dificultades y dolores, es algo que también obtenemos de esta fuente que nunca deja de manar (Salmo 119:28, 50, 76; Romanos 15:4).
8. GOZO en un mundo de dolor, puede llegar a ser posesión nuestra por medio de la Palabra (Juan 15:11).
9. BENDICIONES. En las Escrituras tenemos dramáticas evidencias de bendición sobre aquellos que prestan diligente atención a la Palabra de Dios (Deuteronomio 28:1–8). El éxito, desde el punto de vista de Dios, será la porción de aquellos que perseveran en la Palabra y que observan sus preceptos (Josué 1:8).
Gibson, O. J., & Kennedy, S. M. (1991). Instrucción Cristiana Básica. (S. Escuain, Trad.) (pp. 63–64).

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