NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO: SENTIDO, ALCANCE Y RELEVANCIA DEL TERCER MANDAMIENTO


Por Joel Josue Rivera Alvarez

Introducción

Los Diez Mandamientos han sido fundamentales en la revelación de Dios a su pueblo, estableciendo principios morales y espirituales que han guiado a generaciones. Dentro de ellos, el tercer mandamiento, “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano” Éxodo 20.7, encierra una enseñanza profunda sobre la santidad y el respeto debido al nombre divino. A lo largo de la historia, este precepto ha sido interpretado de diversas maneras, desde una prohibición contra el uso irreverente del nombre de Dios hasta una exhortación a vivir de manera coherente con su carácter.

Este ensayo analizará el tercer mandamiento desde distintas perspectivas. En primer lugar, se examinará su función en la sociedad del Israel antiguo y su relevancia en la actualidad. Luego, se explorará el significado preciso de las palabras en su idioma original y las distintas traducciones que han influido en su comprensión.

A continuación, se rastreará su presencia en toda la Escritura, tanto de manera explícita como implícita. Posteriormente, se discutirán sus aplicaciones prácticas, tanto en términos de lo que prohíbe como de lo que promueve. Finalmente, se evaluará el impacto de Cristo en la interpretación del mandamiento, considerando cómo su enseñanza y obra redentora transforman su significado para los creyentes hoy.

A través de este ensayo, se espera demostrar que el tercer mandamiento no es una simple prohibición contra el mal uso de un nombre, sino un llamado a honrar a Dios con nuestras palabras, acciones y vida entera.

El Papel de los Diez Mandamientos: Su Función en Israel y en la Vida Contemporánea

Los diez mandamientos constituyen el núcleo de la ley moral y religiosa dada por Dios a Israel en el Sinaí Éxodo 20. Su propósito en la historia de Israel fue establecer un pacto entre Dios y su pueblo, brindando principios que regulan su vida espiritual, social y ética. “El Pentateuco establece la prioridad del Decálogo entre todos los mandamientos” (Bruckner, 2012, p. 321).

El pueblo de Israel tenía que ser un pueblo diferente porque pertenece a Yahvé. Tenían que diferenciarse de las demás naciones paganas siendo una nación santa que lleva y representa el nombre Santo de Dios.

En Israel, los mandamientos eran más que simples normas, expresaban la voluntad revelada de Dios y la identidad sobre la cual fundamentarían su vida. Estos mandamientos no solo prohíben conductas dañinas como la idolatría, el asesinato o el robo, sino que también promovían el amor a Dios y al prójimo. Jesús resumió esta enseñanza al afirmar que toda la ley se basa en estos dos principios Mateo 22.37-40.

En la vida contemporánea, los diez mandamientos siguen siendo la base de los códigos legales en muchos países. Siendo estos aun relevantes en la sociedad. Desde una perspectiva cristiana, los mandamientos revelan la voluntad de Dios para con su pueblo. También revelan la necesidad de gracia, ningún ser humado puede cumplir perfectamente estos mandamientos. Solamente Cristo cumplió la ley, nuestra fe esta puesta en su obra perfecta en la cruz Romanos 3.20-24.

El Mandamiento en su Idioma Original: Palabras Precisas y Traducciones

El tercer mandamiento Éxodo 20.7 “No tomaras el nombre de Jehová tu Dios en vano…” es una declaración que, al analizarse en su idioma original, revela matices esenciales para la correcta interpretación. El hebreo utiliza la expresión lo tissa (לֹ֥א תִשָּׂ֛א) que significa literalmente “no llevaras” o “no alzaras”. Este verbo sugiere más que simplemente pronunciar el nombre de Dios de manera irreverente, sino que implica “el amplio espectro de posibilidades de comportamiento, incluyendo el hablar y el vivir” (Carpenter, 2022, comentario sobre Éxodo 20.7).

Otro término clave es shem (שֵֽׁם) que se traduce como “nombre”. En la cultura semítica “el nombre no solo identifica a una persona, sino que representa su carácter y autoridad. También se refiere a la reputación, la progenie (como continuación, recuerdo) y la fama póstuma” (Huffmon, 1999, p. 610). Aplicado a Dios este concepto implica la manera en que su identidad es llevada y representada por su pueblo. De igual importancia es la palabra shav (ַשָּׁ֑וְא) traducida como “vano” que de nuevo pensando en una amplia gama de aspectos más allá del uso verbal se relaciona también con el comportamiento ético.

Las versiones en español como Reina Valera, NVI o Biblia de Jerusalén, mantienen la expresión “tomar en vano”. Sin embargo, al considerar el hebreo original, se percibe un significado más amplio que incluye la responsabilidad de aquellos que llevan el nombre de Dios.

El Mandamiento en Toda la Escritura: Referencias Explícitas e Implícitas

El eje central de este mandamiento es el nombre de Dios.El Antiguo Testamento presenta el nombre de Yahvé (ha-shem) no solo como un título, sino como una manifestación personal de Dios” (Block, 2014, p.252). En Isaías 30:27-28, el nombre aparece con características divinas y acciones personales. El Salmo 20 refuerza la confianza en elnombre como sinónimo de Yahvé mismo.

Deuteronomio enfatiza la importancia del nombre, asociándolo con el santuario central donde Yahvé establecería su presencia Deuteronomio 12:11. En 2 Samuel 6:1-2, el arca de la alianza es identificada con el nombre de Yahvé, mostrando que el nombre es más que una designación: es una manifestación de Dios. Además, el nombre habita en el Ángel de Yahvé[1], quien en varios pasajes del AT se identifica como Yahvé en forma humana Éxodo 23:20-22.

En el Nuevo Testamento, esta teología se aplica a Jesús. En Juan 17, Jesús declara haber manifestado y recibido el nombre del Padre, indicando su unidad con Dios. Heiser escribe “Jesús no solo representa a Yahvé, sino que es el nombre encarnado, lo que sugiere su plena divinidad” (2016, sección «The Name Theology of the Old Testament»).

El N.T también usa el nombre como referencia directa a Jesús Hechos 5:40-42; Romanos 10:9-13. Así como confiar en el nombre de Yahvé era confiar en Dios, confiar en el nombre de Jesús es confiar en Yahvé mismo. Israel portaba el nombre de Dios como pueblo escogido por él. Los cristianos (seguidores de Cristo) llevamos el nombre de Cristo en nuestra proclamación publica de su mensaje, en nuestra vida y testimonio representamos la obra de Cristo.

Aplicaciones Contemporáneas: Implicaciones Negativas y Positivas

Cuando Jesús les enseña a sus discípulos a orar empieza de la siguiente manera “… Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre” Mateo 6.9. La antítesis de usar/llevar el nombre de Dios en vano es santificar el nombre de Dios. Imes (2022) comenta:

La oración de Jesús no es un mero deseo, como si Jesús esperara que a Yahvé le vaya bien allá arriba. Su oración implica un compromiso personal de honrar ese nombre mediante una vida de obediencia fiel. Cumple la vocación de Israel de llevar el nombre de Yahvé con honor (p. 163).

Los creyentes son responsables de ser la luz y la sal de este mundo. El nombre de Dios es santificado no solo por medio de las alabanzas de adoración sino también con una vida en santidad siendo “el sacrificio vivo” Romanos 12.1[2]. Es necesario que los creyentes usen el nombre de Dios de forma honorable no solamente en el aspecto verbal sino en el estilo de vida aplicando la ética del reino de Dios.

Los creyentes deshonran el nombre de Dios cuando viven en hipocresía, mostrando una fe que no se refleja en su conducta, cuando dan un testimonio negativo con acciones inmorales o injustas, y cuando usan su nombre en vano o para justificar el pecado. También lo hacen al enseñar falsedades[3], promover divisiones en la iglesia, actuar con indiferencia hacia el prójimo y vivir en desobediencia, incluso en lo secreto. En todo esto, fallan en reflejar el carácter de Dios, haciendo que su nombre sea menospreciado en lugar de glorificado.

Cristo y el Mandamiento: Su Cumplimiento y Transformación en el Nuevo Pacto

Jesús cumple plenamente el tercer mandamiento porque él es la manifestación del nombre de Dios. Lincoln (2005) escribe:

Así pues, Jesús ha dado a conocer quién es Dios y lo que implica la reputación de Dios. En el proceso ha empleado un nombre particular de Dios. Uno de los rasgos distintivos de su testimonio en este Evangelio es el uso de la autoidentificación divina: «Yo soy» (Juan 8:28, 58; 13:12; 18:5-6) (p. 436).

En Juan 17.6 dice “he manifestado tu nombre a los hombres del mundo que me diste…”, indicando que su misión es revelar el carácter y la presencia de Dios de manera perfecta. En Cristo, el nombre divino ya no es solo una palabra sagrada, sino una persona viva.

Cristo transforma el tercer mandamiento en el Nuevo Pacto al dar a sus discípulos una identidad ligada a su nombre. En Hechos 4.12 Pedro declara “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Esto significa que tomar el nombre de Dios ya no es solo una cuestión de palabras, sino de vida: los cristianos llevan el nombre de Cristo y son llamados a vivir en coherencia con él 1 Juan 2.6.

Conclusión

El tercer mandamiento trasciende la simple prohibición de pronunciar el nombre de Dios en vano; es un llamado a vivir de manera digna de quien representamos. A través del testimonio bíblico, se ha demostrado que el nombre de Dios no solo es una referencia lingüística, sino una manifestación de su carácter y presencia.

En Cristo, este mandamiento encuentra su cumplimiento definitivo, pues Él es la revelación plena del nombre divino. Bajo el Nuevo Pacto, los creyentes no solo deben evitar la irreverencia verbal, sino reflejar con su vida la santidad y el honor de Dios, santificando su nombre en toda palabra y acción.

Bibliografía
Bruckner, J. K. (2012). Ética. En T. D. Alexander & D. W. Baker (Eds.). Diccionario del Antiguo Testamento: Pentateuco. Editorial CLIE.

Carpenter, E. (2022). Éxodo. En H. W. House & W. D. Barrick (Eds.). Tesoro Bíblico Editorial.

Heiser, M. S. (2016). The name theology of the Old Testament. En J. D. Barry, D. Mangum, D. R. Brown, M. S. Heiser, M. Custis, E. Ritzema, M. M. Whitehead, M. R. Grigoni, & D. Bomar (Eds.), Faithlife Study Bible. Lexham Press.

Huffmon, H. B. (1999). Name. En K. van der Toorn, B. Becking, & P. W. van der Horst (Eds.), Dictionary of deities and demons in the Bible (2nd extensively revised ed.). Brill; Eerdmans.

Imes, C. J. (2022). Portadores de su nombre: La importancia del Sinaí. Publicaciones Kerigma.

Lincoln, A. T. (2005). The Gospel according to Saint John. Continuum.


[1] Esto se conoce como “teofanía” una manifestación de Cristo pre-encarnado.

[2] La obediencia a la palabra es paralela a la adoración, en algunos contextos es mejor la obediencia que los sacrificios 1 Samuel 15.22.

[3] En este proyecto se hace énfasis en la dimensión ética de usar el nombre de Dios en vano, sin embargo, no omite el hecho que utilizar a la ligera el nombre de Dios también es pecado.