λεῖμμα [remanente, resto], ὑπόλειμμα [remanente], καταλείπω [dejar atrás], (κατά- [descendiente, remanente], περί- [fragmento], διάλειμμα [intermedio, pausa (de la fiebre)]
A. Uso griego.
1. a. Con el sentido general de «lo que queda», λεῖμμα puede ser usado para los restos humanos, para fragmentos sobrantes de una comida, etc. b. También denota un intervalo en música. c. En la LXX se usa para los sobrevivientes, y más específicamente para el resto o remanente del pueblo.
2. Los compuestos exhiben un uso similar. ὑπόλειμμα denota lo que queda en la venta del vino, los sobros de comida, leña quemada, etc., los restos de la rebelión, y en la LXX el resto o remanente profético. κατάλειμμα se puede usar para los descendientes, pero también para lo que queda de Jerusalén, o los restos de la casa de Acab, o el remanente profético. περίλειμμα se encuentra para los fragmentos de un discurso. διάλειμμα figura en medicina para el cese en el crecimiento o una interrupción de la fiebre.
[G. Schrenk, IV, 194–196]
B. El remanente en el AT.
1. Uso. a. El AT usa cuatro raíces para remanente, especialmente שׁאר y יתר. Estas dos las usa a menudo combinadas o en paralelismo.
b. En cuanto al grupo שׁאר, que teológicamente es el más importante, la LXX tiene formas de κατα- o ὑπολείπειν.
c. El principal uso de los términos es secular, p. ej. para madera que sobra, tierra que aún no se ha tomado, naciones restantes. El que no quede nada denota la grandeza del juicio (2 R. 13:7, etc.), pero la idea de remanente también se puede usar positivamente para aquellos que escapan (Gn. 14:10, etc.). Históricamente, el resto o remanente del pueblo es aquella porción que sobrevive al desastre nacional (cf. Is. 37:4; 2 R. 25:11, 22). El término se puede usar también para aquellos que regresan del exilio (Hag. 1:12, 14).
d. Dado que los desastres históricos pueden significar el juicio escatológico, el término tiene a veces para los profetas un sentido fluido en el cual puede denotar a aquellos que sobreviven ya sea al desastre o al juicio (cf. Am. 5:15; Miq. 2:12; Jer. 6:9).
e. La idea de un remanente pertenece claramente a veces al contexto de expectación de juicio y salvación (Is. 1:8–9; 4:2ss; 7:3; Jer. 23:3; Jl. 2:32; Sof. 2:9; Zac. 14:16). Se convierte en término fijo en este sentido, y tiene una doble referencia al zarandeo y a la liberación, con un énfasis implícito en la grandeza del juicio, pero también una orientación consoladora hacia la salvación.
2. Surgimiento del concepto de remanente. El concepto se desarrolla con el mensaje escatológico de los profetas, el cual tiene (cf. Amós) los tres elementos de destrucción, salvación y responsabilidad. Algunos estudiosos piensan que el remanente es un puente entre los factores –orgánicamente no relacionados de juicio y liberación, aunque los profetas claramente ajustan su mensaje al escenario histórico cambiante. Otros encuentran fundamento para ello en la idea de que Israel mismo es el remanente que es salvado de los ataques hostiles, idea que es modificada cuando es Dios mismo el que acarrea el desastre a Israel y libera a un remanente convertido. En el AT mismo, sin embargo, el concepto se halla en el contexto de tres actos de revelación divina: la elección del pueblo, el llamado de los profetas y la promesa del Mesías. Isaías 6 (cf. 8:16ss) relaciona claramente el llamamiento del profeta con la formación de un remanente. Con este llamado, Dios mismo entra en la historia como el Santo. Esto significa destrucción por el pecado, pero en el extremo lejano de la destrucción se halla la salvación para aquellos que son llamados y que creen (Is. 6:8; 7:9). Retrospectivamente, se puede ver que la base del remanente es la elección de Israel (Is. 46:3). Desde el inicio mismo, Dios ha llevado a la casa de Jacob, y ha establecido eternamente su reinado sobre ella en Sión (Miq. 4:7). La conexión con el Mesías se da en el concepto del Siervo en Isaías 53, y el concepto del hijo del hombre en Daniel 7. Cronológicamente el concepto figura ya cuando 1 Reyes 19:18 afirma que Dios ha reservado para sí en Israel a 7.000 adoradores. Amós lo tiene tanto en pasajes dialécticos en los que contrapone un resto falso (9:1) como en el debatido versículo de 5:15, que puede estar usando «resto de José» para el reino del norte, y que puede por lo tanto tener en mente un posible arrepentimiento nacional, pero que también tiene un impulso escatológico en virtud del cual el remanente es el grupo que Dios preserva cuando sobreviene el juicio. El núcleo del concepto se da en Génesis 7:23 con la preservación de Noé, y en Génesis 45:7 con la preservación, por la gracia de Dios, por medio de José.
3. El remanente establecido por Dios.
a. La sobrevivencia del remanente no se debe a su virtud sino a la gracia divina. Esto queda muy claro en Miqueas 2:12; 4:7; 5:6–7. Una vez más, Dios le da al profeta sus discípulos en Isaías 8:16ss. El Señor de los ejércitos le deja al pueblo un remanente en Isaías 1:8–9 (cf. 7:3). Es Dios quien congrega al pueblo (11:12), quien abre el camino (11:16), quien será la corona del remanente (28:5), quien pone el cimiento para él (28:16). La única pregunta tiene que ver con quiénes son los miembros del remanente, y puesto que la fe es la respuesta a esta pregunta, el mensaje del remanente es un llamado a creer (7:2, 9; 28:16). La enseñanza de Sofonías es similar (3:12–13), y en Ezequiel el remanente existe por un acto de Dios que pone de manifiesto la justicia de su juicio (8:6; 14:21ss). La base de esto es el celo de Dios (2 R. 19:31), su rectitud (Is. 10:20ss), su gracia (Jer. 31:2), su misericordia (Jer. 31:7) y su perdón (Jer. 50:20).
b. El hecho que el remanente existe solamente por acción divina queda puesto de relieve por la totalidad del juicio (Ez. 7:7; Am. 3:12, etc.). También queda implícito en la comparación con el éxodo (Is. 4:2ss; 11:16; Jer. 23:5ss; 31:31ss).
c. Puesto que el remanente es preservado por acto de Dios, no tiene que ser pequeño. En Miqueas 4:7, se hará de él una nación robusta, y en Jeremías 23:3 el remanente reunido tiene la promesa que será fructífero y se multiplicará.
d. La orientación escatológica de los profetas significa que el remanente es una entidad tanto presente como futura. Es una entidad presente en Amós 5:15; Isaías 8:16ss; Ezequiel 9:8; 11:13. Después del exilio puede, pues, ser equiparado con los que regresan del exilio (Zac. 8:6; Esd. 9:8, 13).
e. Como entidad presente, el remanente puede ser ligado con Sión o con Jerusalén (Is. 1:8; 28:16–17; Miq. 4:1ss; Sof. 3:11ss; Jer. 31:6–7; Zac. 14:2). Sin embargo, el concepto se resiste a una ecuación demasiado estricta. Su uso en forma absoluta (Is. 7:3) muestra que trasciende toda restricción. La promesa se hace a los creyentes, quienes no pueden quedar limitados a entidades históricas como Judá o Jerusalén. La individualización del concepto significa también su extensión (Is. 1:9; 4:2ss; 7:2ss, etc.). El Siervo de Isaías 40ss puede aportar una relación exclusiva entre el liberador y la comunidad, pero, por su propia naturaleza, esta restricción entraña una extensión (Is. 52:13ss).
4. La conversión del remanente. Puesto que el remanente descansa sobre la acción de la gracia de Dios, la conversión no es una condición previa. La liberación viene primero; el llamado a la conversión le sigue (cf. Is. 10:20–21; incluso 2 Cr. 30:6). La fe y la santidad son la otra cara del acto de Dios de establecer el remanente (cf. Is. 28:16–17; Sof. 3:12–13). Este punto queda resumido apropiadamente en Joel 2:32. Efectivamente, no puede haber remanente sin el perdón y la purificación realizados por Dios (Miq. 7:18; Jer. 50:20). El remanente también es pecador en sí mismo; Dios lo salva sólo perdonando, santificando y creando de nuevo (cf. Zac. 13:8–9). La conversión es una respuesta al acto de Dios (Sof. 3:12–13). La renovación del remanente es obra del Espíritu impartido por Dios (Ez. 36:24ss; 37:23–24; Jl. 2:28ss).
5. El remanente y las naciones. Como entidad en el mundo, el remanente se halla en relación con las naciones. Va a regir sobre ellas (Miq. 5:6), pero las naciones acudirán a él para recibir instrucción (4:1ss). Con el juicio de las naciones habrá también un remanente de los gentiles (Is. 45:20ss). El remanente de Israel tiene la misión de declarar la gloria de Dios y de hacer que también los gentiles vengan a servir a Dios (Is. 66:19ss). Es bajo esta luz que hemos de entender el remanente de los filisteos en Zacarías 9:7, el remanente de las naciones que viene a adorar en Zacarías 14:6, y tal vez las referencias más formales al resto de las naciones en Ezequiel 36:3, 5, 36.
6. La comunidad del remanente y el Mesías. Aunque la relación no se elabora en detalle, un vínculo entre el Mesías y el remanente está implícito en el nombre Emanuel, en el «nosotros» de Isaías 9:6, en la declaración de Isaías 10:21 (cf. 9:6), y en las promesas de Jeremías 23:3ss y Miqueas 5:1ss. Aquí las líneas conducen hasta Isaías 28:16ss, con su insinuación que la piedra es el Mesías sobre el cual se edifica el remanente con su fe, y más especialmente hasta Isaías 40ss y el mensaje del Siervo que lleva los pecados de muchos, de modo que la comunidad del remanente tiene su vida en él.
[V. Herntrich, IV, 196–209]
C. El concepto del remanente en Pablo en comparación con la apocalíptica y los rabinos.
1. El remanente en Romanos 9–11.
a. En Romanos 9ss Pablo adapta el concepto profético del remanente a fin de mostrar su cumplimiento presente. El endurecimiento de Israel confirma la distinción entre el Israel carnal y el espiritual. Como se ve en Jacob y Moisés, el segundo existe por el llamado de gracia de Dios. Ahora está compuesto por los judíos y los gentiles que tienen fe.
b. El Israel creyente dentro de la nueva comunidad es el remanente. El hecho de que el Israel meramente natural haya sido cortado manifiesta el juicio de Dios, pero la preservación de un remanente de judíos entre los gentiles creyentes manifiesta su misericordia y su fidelidad. El énfasis se pone sobre la acción libre de Dios, pero, en vista de la generalizada incredulidad de Israel, también se halla un lugar para la responsabilidad de Israel (9:30–10:21).
c. Esta responsabilidad consiste en el obstinado intento de establecer la justicia propia a pesar del mensaje de la justificación por la fe que es dada por Dios. En cambio, el remanente alcanza la verdadera rectitud al responder al evangelio. La existencia de este remanente es un mensaje de esperanza para Israel. Los cristianos judíos se parecen a los 7.000 de tiempos de Elías, y por lo tanto son, en un sentido especial, un remanente de Israel.
d. Este remanente es portador de una promesa de la salvación futura de todo Israel, cuando haya entrado la plenitud de los gentiles. Ahora podrá ser pequeño, pero no es una minoría incambiable. Al final llegará a ser la totalidad.
2. Comparación y resumen.
a. Israel. En la apocalíptica, el remanente es lo que al final quedará del pueblo entero. En la teología rabínica el énfasis se pone en la salvación total; sólo unos pocos judíos son rechazados y sólo unos pocos gentiles son salvados. En Pablo el remanente consta de los judíos creyentes de su propia época, y este es, prolépticamente, un cumplimiento escatológico de las profecías del remanente.
b. La elección. En la apocalíptica la elección implica una restricción de la salvación a un remanente sectario. En Pablo, la fe en la salvación de Dios por Cristo traspone los límites sectarios. El remanente confirma la elección inviolable de Israel, pero de un modo tal que abarca también a los gentiles.
c. El Mesías. La apocalíptica asigna un puesto importante al Mesías en su esperanza de la salvación del remanente. El nuevo giro en Pablo es que el Mesías ya ha venido en Cristo, que el remanente halla en él su vida entera, y que consta de aquellos que encuentran en él la rectitud de la fe.
d. La fe. La apocalíptica enfatiza la predeterminación, pero todavía tiene un énfasis demasiado fuerte sobre la justicia por las obras. Lo mismo vale para la teología rabínica con su interés por el estudio y la observancia de la ley. En cambio, para Pablo lo que importa es la conversión a Cristo y la nueva vida que viene de esa conversión. Dios nos lleva a la fe, pero la fe es entonces nuestro propio acto por gracia. La fe no es una obra meritoria, pero sigue siendo un acto humano. Dios realiza la obra de injertar, pero los que serán injertados son aquellos que no persistan en la incredulidad (Ro. 11:23).
e. Las naciones. La apocalíptica tiende a ver la destrucción de las naciones como paralela a la preservación del remanente. Pablo, en cambio, discierne una teleología divina en virtud de la cual el endurecimiento general de Israel está al servicio de la salvación tanto de los gentiles como de Israel (Ro. 11:13ss). Para Pablo, pues, el concepto de remanente no implica ningún estrecho sectarismo. Tiene su puesto en la misión que hace un llamado a toda la humanidad bajo el régimen de la gracia. El remanente es la raíz de una comunidad perfeccionada, y el juicio que manifiesta está ordenado al propósito de una misericordia más amplia.
[G. Schrenk, IV, 209–214]
Gerhard Kittel, Gerhard Friedrich, y Geoffrey W. Bromiley, Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2002), 513–516.
