Como los dispensacionalistas anteriores, los dispensacionalistas progresivos ven a la iglesia como parte de la nueva dispensación en la historia de la redención. La iglesia no se encuentra en el Antiguo Testamento ya que no existía antes de Pentecostés. Y como los dispensacionalistas anteriores, los dispensacionalistas progresivos ven a la iglesia como un nueva manifestación de la gracia. Pero a diferencia de los dispensacionalistas tradicionales, no la toman como un tipo de redención completamente nuevo o distinto. En cambio, “esta gracia está precisamente en consonancia con las promesas del Antiguo Testamento, particularmente las promesas del nuevo pacto en Isaías, Jeremías y Ezequiel”.75 Barker afirma que, dada la naturaleza progresiva del plan de redención de Dios, “la antigua distinción nítida entre Israel y la iglesia comienza a volverse algo borrosa”.76 Sin embargo, al mismo tiempo, continúa existiendo cierta distinción. Como explica Ware, “entre los dos extremos de una distinción estricta entre Israel y la iglesia … y una identidad estricta de Israel con la iglesia … una posición intermedia sugeriría que Israel y la iglesia comparten elementos teológicamente ricos e importantes de comunidad mientras que, al mismo tiempo, siguen manteniendo identidades distintas”.77 En otras palabras, hay unidad y distinción; continuidad y discontinuidad. Para Blaising, el reino es la conexión clave entre Israel y la iglesia. Israel es un aspecto étnico, nacional y territorial del reino junto con otros aspectos étnicos, nacionales y territoriales, mientras que la iglesia se refiere a la unidad en Cristo de todos los pueblos, de cualquier identidad étnica o nacional o ubicación territorial, una unidad con él a través del Espíritu Santo que mora en nosotros.78
La continuidad entre Israel y la iglesia refleja la salvación común actualmente disponible bajo el nuevo pacto, la cual, según escribe Saucy, “proporciona la unidad máxima de todo el pueblo de Dios”.79 Por lo tanto, Israel y la iglesia “comparten una identidad similar al pueblo de Dios que disfruta por igual de las bendiciones de la salvación escatológica”.80 Sin embargo, matiza esa declaración al explicar que esta unidad en la salvación no borra la distinción de Israel como entidad política nacional, y afirma que “es la falta de características nacionales lo que distingue a la iglesia de Israel”.81
Para explicar esta distinción, Ware observa que el nuevo pacto incluye tanto los aspectos espirituales (perdón de pecados, el Espíritu Santo que mora en nosotros y una relación renovada con Dios) como los aspectos territoriales/políticos (la restauración de Israel como nación a la tierra que Dios prometió).82 Si bien el Nuevo Testamento enseña claramente que los aspectos espirituales han sido inaugurados y aplicados a la iglesia por medio del Espíritu Santo que mora en nosotros, los aspectos territoriales y políticos aún no se han cumplido. Sin embargo, deben cumplirse porque “ni la enseñanza del Antiguo ni del Nuevo Testamento nos permitiría comprender los aspectos territoriales y políticos de la promesa del nuevo pacto de Dios a Israel de otra manera que no sea literal”.83 Debido a que no se pueden aplicar a la iglesia, ya que la iglesia no es una entidad nacional, Ware, sostiene que debe haber “una acción futura de Dios por la cual traerá a ‘todo Israel’ (Romanos 11:26)… bajo la provisión del perdón de los pecados y la morada en el Espíritu, así como de la restauración territorial y política que sin duda disfrutará en su plenitud cuando Cristo regrese”.84 Judío y gentil son uno espiritualmente, pero no son uno físicamente. O, por decirlo de otra manera, la unificación posicional no descarta las distinciones funcionales.85
En su estudio de 1 Pedro 2, Glenny ve una correlación entre Israel y la iglesia. Dice este autor: “Pedro está enseñando que la iglesia presenta un patrón y, por lo tanto, es el cumplimiento de las promesas hechas a Israel en estos pasajes del Antiguo Testamento”.86 Sin embargo, agrega que Pedro “no está diciendo que la iglesia sea igual a Israel; en cambio, está diciendo que así como Israel en el Antiguo Testamento era el pueblo de Dios en virtud de su relación con Yahweh, así la iglesia es el pueblo de Dios actual gracias a su relación con Jesús, el Mesías elegido de Dios”.87 Así, aunque la iglesia cumple ciertas profecías del Antiguo Testamento, no las agota. Todavía queda un cumplimiento futuro (literal) relacionado específicamente con la nación de Israel. Por lo tanto, la iglesia no reemplaza a Israel, pero Israel sí ofrece un patrón de la relación de la iglesia con Dios. Nuevamente, las promesas espirituales dadas a la iglesia no agotan las promesas físicas (nacionales, políticas y geográficas) dadas a Israel.88
75 Blaising and Bock, Progressive Dispensationalism, 49 (énfasis original). Más recientemente, Blaising ha acuñado la frase “Teología del reino redentor” como sinónimo de dispensacionalismo progresivo. Él lo explica así: “La teología del reino redentor ve la presencia del reino en la aplicación de la redención a los pueblos del mundo que creen en Cristo y los convierte en una comunión espiritual que, como tal, constituye una forma inaugural presente del reino de Dios venidero” (“A Theology of Israel and the Church,” 88n10). Así pues, la iglesia ni reemplaza ni sustituye a Israel en el plan de Dios, y tampoco forma un grupo de personas distinto y separado de Israel y los gentiles. En consecuencia, la inclusión en la iglesia no significa la exclusión de la herencia de Israel en el caso de los creyentes judíos ni la exclusión de las bendiciones prometidas a los gentiles para los creyentes gentiles (88–89).
76 Barker, “The Scope and Center of Old and New Testament Theology and Hope,” 303.
77 Ware, “The New Covenant and the People(s) of God,” 92.
78 Véase Blaising, “A Theology of Israel and the Church”.
79 Saucy, The Case for Progressive Dispensationalism, 112; véase también Ware, “The New Covenant and the People(s) of God,” 93.
80 Saucy, The Case for Progressive Dispensationalism, 210. Ware explica así su postura: “Israel y la iglesia son uso en el sentido de un pueblo de Dios unido (todos participan del mismo pacto), mientras que en otro sentido mantienen identidades separadas y, por tanto, son pueblos distintos de Dios” ya que “a Israel se le dan promesas territoriales y políticas en el nuevo pacto que no son aplicables a la iglesia” (“The New Covenant and the People(s) of God,” 96–97).
81 Saucy, The Case for Progressive Dispensationalism, 210.
82 Ware, “The New Covenant and the People(s) of God,” 93–96; véase también Saucy, The Case for Progressive Dispensationalism, 114–17.
83 Ware, “The New Covenant and the People(s) of God,” 94. Saucy sostiene que las “bendiciones prometidas a Israel no se reinterpretan en ningún lugar como algo que pertenezca en el presente a la iglesia” (The Case for Progressive Dispensationalism, 58).
84 Ware, “The New Covenant and the People(s) of God,” 96.
85 Véase Robert L. Saucy, “The Church as the Mystery of God,” en Dispensationalism, Israel and the Church, 155.
86 Glenny, “The Israelite Imagery of 1 Peter 2,” 183.
87 Ibíd.
88 Ibíd., 186–87.
Benjamin L. Merkle, De la discontinuidad a la continuidad: Un estudio de la teología dispensacionalista y la teología del pacto (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2020).
