¿Por qué afirmo que Israel no es el reloj profético de Dios? Tres razones que creo que son válidas.

1) La idea sobre Israel como reloj profético nace mayormente cuando se interpreta la parábola de la higuera como una referencia a Israel (Mt 24:32–33). Si fuese el caso, en Lucas 21:29–30 se extiende la parábola y el énfasis no recae solo sobre la higuera sino también sobre los árboles. Algunos intérpretes afirman que hay que estar pendiente a Israel (higuera) y las naciones (árboles)… Pero se están enfocando en interpretar los símbolos alejados de su contexto natural y pasan por alto la aplicación de la enseñanza, que es el de poder discernir los tiempos a través del conjunto de señales que se están dando y siguen en aumento hasta que llega la parte culminante. Como explica Craig Blomberg: «Al igual que las ramas tiernas de la higuera y las hojas nuevas que presagian la llegada del verano, todos los acontecimientos de Mateo 24 apuntan a la proximidad del regreso de Cristo». [1]

2) Aunque Israel no es el reloj profético de Dios, no está ausente en el panorama profético. El simple hecho de que Israel haya vuelto hacer nación en el 1948 nos habla de la providencia y plan que Dios tiene con Israel. Esto no implica que esta tiene que ser la generación que verá el regreso de Jesucristo.[2] Como comenta Craig Blaising: «Esta restauración preconsumada devuelve la llamada al arrepentimiento a la que precedió a la dispersión. En el caso de la restauración actual, se trata de la llamada al arrepentimiento que se predicó en Jerusalén durante más de treinta años antes del año 70 d.C., la llamada al arrepentimiento registrada en el Nuevo Testamento.» Blaising llama esta obra una «preconsumación”, ya que precede a la obra futura que Dios hará con Israel cuando ocurra el segundo advenimiento del Mesías (Ro 11:25; cf. Dt 30; Ez 37;).[3] Esto atestigua lo que Pablo menciona en Romanos 11:1 “Digo entonces: ¿Acaso ha desechado Dios a Su pueblo? ¡De ningún modo!” En Romanos 9–11 se explica la fidelidad que Dios ha mostrado con Israel y como serán injertados nuevamente en el buen olivo.

3) Israel no es el agente principal en la profecía, Jesucristo sí (cf. Ap 19:10). Las profecías giran en torno a Cristo y su plan profético se desarrolla con su pueblo y las naciones. La gran tribulación es el día del SEÑOR anunciado por los profetas del AT, y dentro de la estructura del día del Señor se encuentra la última semana [#70] que menciona el profeta Daniel (Dn 9:27; cf. Mt 24:15). Pero, aun así, esto no convierte a Israel en el foco del día del Señor. De hecho, en Apocalipsis el mensaje predominante es el advenimiento de Cristo con su reino;[4] el mismo libro se desarrolla mayormente dentro de la estructura del día del Señor. Por lo tanto, Dios trabaja con Israel durante la tribulación, por ejemplo, los 144 mil sellados y los dos testigos confirman este hecho. Pero también la salvación es anunciada a las naciones, como se observa en el caso de los tres ángeles que predican el evangelio eterno (cf. Ap 7; 11; 14).

En resumen, la analogía de «Israel como reloj profético» es algo confusa, ya que los últimos tiempos inician con el primer advenimiento de Jesucristo. Es Jesús el que marca el calendario de Dios. En todo caso, siguiendo la analogía del «reloj» Israel es una manecilla, quizás la más importante (parafraseando a Erich Sauer) pero no es el reloj en sí mismo. Las profecías giran en torno a Cristo, y el testimonio del Espíritu Santo evidencia cuan cerca estamos de la venida del Señor (cf. Ap 22:16–20). Israel sigue siendo el pueblo de Dios y esto es evidente a través del remanente de judíos que Dios ha salvado a lo largo de la historia y continúa salvando en nuestro tiempo a través del evangelio de Jesucristo. Por lo tanto, se puede afirmar que habrá una restauración étnica, nacional y territorial. ¿Cómo ocurre esto? Una vez finalice la plenitud de los gentiles, todo Israel será salvo, es decir, la nación en conjunto, esto implica la nación de Israel como territorio (Ro 11:25–32; véase el pacto abrahámico[5] y los demás pactos que se solapan). Todos los judíos que pongan su fe en el Mesías experimentarán la salvación que se dará en Sión (Jl; 2:32; cf. Zac 14). Todo esto es confirmado a través de los pactos bíblicos, que muestran una historia de redención holística.

Entonces, ¿qué hacemos cuando vemos a Israel siendo bombardeado y en conflicto de guerras? Oramos por ellos y por las naciones que están guerra. Ya que en el Medio Oriente hay múltiples comunidades cristianas árabes que es ven afectadas. Por lo tanto, no se trata de presentar a Israel como superior a sus enemigos, se trata orar por una reconciliación que se puede lograr a través de Cristo (Ef 2:11–12). Así que oramos, para que el Señor venga y que inaugure su reino de paz.

[1] Craig L. Blomberg, Mateo, ed. David S. Dockery, vol. 1, Nuevo Comentario Americano del Nuevo Testamento (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2021), Mt 24:32–35.

[2] «Hay varias interpretaciones sobre el significado de “generación” mencionado en Lucas 21:32. David Garland menciona lo siguiente: Las interpretaciones más plausibles son las que hacen referencia a (1) los judíos contemporáneos de Jesús (11:29–32, lo cual significa que Jesús estaba equivocado, si se refiere al fin de los tiempos); (2) la raza judía; (3) la humanidad malvada (ver 9:41); (4) la humanidad en general (ver 16:8); (5) La propia generación de Lucas; y (6) la generación del fin de los tiempos, o sea, la última generación que ve “estas cosas” que preceden a la venida del Hijo del hombre». David E. Garland, Lucas, ed. Clinton E. Arnold y Jonathan Haley, trans. Beatriz Fernández Fernández, 1a edición., Comentario exegético-práctico del Nuevo Testamento (Barcelona, España: Andamio, 2019), 855. La opción más plausible es la última, ya que encaja con el contexto inmediato del sermón de los Olivos. Para una explicación más extenta, véase, Darrell L. Bock, Luke: 9:51–24:53, vol. 2, Baker Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 1996), 1688–1692.

[3] The New Christian Zionism. (InterVarsity Press, 2016). Edición de Kindle. 104.

[4] En este reino futuro, participan tanto la iglesia (todos los redimidos salvados) como las naciones restauradas; Israel y naciones gentiles (cf. Ap 20–22).

[5] «La bendición abrahámica también alcanza las dimensiones étnicas y nacionales de la existencia humana. Génesis 10-11 muestra cómo la vida humana se desarrolló en diversas naciones. Génesis 11 revela cómo el pecado se extendió a nivel nacional y cómo el juicio divino exacerbó las tensiones entre las naciones. La promesa a Abraham en Génesis 12, sin embargo, ofrece bendecir a las naciones. Las bendiciones llegarán a una nación, descendiente de Abraham, y luego se transmitirán también a todas las demás naciones». Craig A. Blaising y Darrell L. Bock, Progressive dispensationalism (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1993), 130.

Escrito por Alfredo J. Velázquez
8/octubre/2023
Revisado: 22/diciembre/2023

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